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Fondecyt: que lo urgente no atente contra lo necesario

Por: Ignacio Ormazábal Inostroza. Estudiante Magíster en Física. Universidad de Concepción


Señor Director:

La crisis de la ciencia en Chile ha tenido muchas aristas abordadas en los últimos meses y en particular las últimas semanas se ha centrado en Fondecyt, a partir de la salida de los beneficiados nominados para el año 2016 y del estudio presentado por Alberto Mayol y Javiera Araya. Recientemente con la columna de Natalia Muñoz, coordinadora nacional de Ciencia Con Contrato, se han generado reacciones por parte de los académicos relacionados a la gestión de Fondecyt, que a mi juicio están polarizando el debate con el peligro de que termine zanjado en posiciones de defensas acérrimas y con pocas posibilidades de construcción de evaluaciones colectivas y propuestas que nos haga avanzar en soluciones a la crisis de la ciencia chilena.

Por un lado tenemos al sector crítico, conformado en su mayoría por investigadores jóvenes y organizaciones emergentes, que han criticado duramente el estado del arte actual, centrándose en los problemas de legitimidad del programa de financiamiento fundamentado en un marco regulatorio elaborado en 1981, la debilidad presupuestaria y administrativa, falta de transparencia y problemas laborales de quienes trabajan vinculados a estos proyectos (Muñoz Barrera, 2016).

Por el otro, tenemos sectores que actualmente realizan la gestión de los programas de financiamiento. En su mayoría este grupo corresponde a destacados académicos a nivel nacional que han salido a hacer aclaraciones y hablar sobre los balances de los últimos años, de los cuales la escasez de pares evaluadores y la dramática caída en el financiamiento de Fondecyt, son determinantes a la hora de hablar de falencias (Larrain, 2016).

Si bien es cierto que para un debate en el marco de realizar transformaciones importantes deben haber posiciones encontradas, si estas no se dan en un marco de diálogo fraterno, abierto, democrático y participativo, sólo generan división en un sector que no ha sido capaz de organizarse para abordar el debate en unidad. Por debatir de este modo y sólo centrados en el problema de fondecyt, dejamos que un árbol nos impida ver el bosque. No debemos olvidar que el aumento del financiamiento, que es urgente en el contexto de una caída sostenida y un aumento de la formación y llegada de doctores al país, pasa hoy por la voluntad política del gobierno y de los miembros de las cámaras de diputados y senadores.

Por otro lado, este no es el único tema que hoy es importante solucionar, por ejemplo, aún no hay respuestas satisfactorias en relación a problemáticas asociadas a condiciones laborales de científicos en el país como son la informalidad contractual y la alta flexibilidad laboral. Además de otros temas como la creación de una política nacional de centros de investigación, desarrollo tecnológico e innovación y una política de formación de investigadores y profesionales son centrales a la hora para generar avances para la ciencia chilena y deben tener su debido debate en la comunidad científica, porque estas propuestas deben ser coherentes con una estrategia nacional de desarrollo de largo plazo que responda a las problemáticas de la sociedad chilena y a la vez permita generar conocimiento para transformar la realidad cotidiana (Ormazábal Inostroza, 2015). En otras palabras lo urgente no debe atentar contra lo necesario.

En este sentido, hoy la centralidad del tablero esta en como la comunidad científica se sienta a dialogar para encauzar el debate en el marco de la presentación de un plan anual de ciencia y tecnología e innovación, que fue anunciado en enero por la presidencia de la república (Gobierno de Chile, 2016). En este plan es importante tener un amplio consenso, en los temas que debemos avanzar al corto y mediano plazo, dentro todos los sectores que hoy emiten opiniones sobre la crisis de la ciencia en chile, puesto que no sólo necesitaremos el lobby como herramienta de incidencia política.

Usando las palabras de Gramsci podríamos definir esta crisis científica como un proceso en que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer. En otras palabras, si no hay diálogo colectivo y toma acuerdos amplios no habrá espacio para generar grandes avances, ni mucho menos la consolidación de la comunidad científica como un actor social con vocación de transformación y aporte al desarrollo del país no solo desde su trabajo, sino también siendo parte de las luchas que hoy son parte del escenario de cambio político en Chile (Núñez-Acuña, Ormazábal Inostroza, Ortíz López, 2016).

Ignacio Ormazábal Inostroza. Estudiante Magíster en Física. Universidad de Concepción

Referencias.
Muñoz Barrera N. (2016). Los vicios de Fondecyt. Articulo en medio El Mostrador, 28 de abril de 2016.
Larrain A. (2016). Grupos de estudio Fondecyt y evaluación de proyectos: Lo urgente es el financiamiento. Carta que abre debate en la sección e-pístolas, El Mostrador, 5 de mayo de 2016.
Ormazábal Inostroza, I. (2015). La ciencia y el problema del poder. Artículo en medio El Quinto Poder, 12 de noviembre 2015.
Gobierno de Chile. (2016). Mandataria: “Vamos a enviar a fin de este semestre un Proyecto de Ley que crea un Ministerio de Ciencia y Tecnología”. Noticia en página oficial del gobierno, 18 de enero 2016.
Nuñes-Acuña G., Ormazábal Inostroza I., Ortíz López D. (2016). Ciencia chilena en crisis, la clave es organizarnos. Articulo en SIC Noticias, 29 de marzo de 2016.

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