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Todo se está moviendo


En el mundo occidental en general, y en Chile en particular, todo se está moviendo.
Me parece claro que el modelo neoliberal, la globalización et. al., entró en crisis en 2009 desde el reviente del eufemismo denominado subprime. Ya nada sería entonces como antes. Que desde fines de los setenta, decían los que se compraron la tesis del fin de la historia, el monetarismo había derrotado para siempre al Estado de Bienestar y al keynesianismo.
La historia, en verdad, recién recomenzaba, pero pocos lo quisieron ver. La historia es porfiada, el tiempo fluye, más allá de que yo considere que, aparte de lo punteros del reloj y nuestro envejecimiento, el tiempo es circular. El Eterno Retorno versus el avance del Tiempo Lineal, toda esa polémica que no se resolverá jamás.

A poco andar el modelo estalinista se derrumbaba en Europa del Este y sus satélites. Solo subsistían los anacronismos dinásticos de Corea del Norte y Cuba. Decían los exitistas pro globalización que la opción del “Socialismo del siglo XXI” era una vuelta atrás, un allendismo ya derrotado. Una mentira sin nombre, Allende nada tuvo que ver con este nuevo ciclo histórico.
Sacaron cuentas alegres los defensores del neoliberalismo (desde los que siguieron llamándose socialistas hasta la derecha típica). Mientras, la corrupción atravesaba o todo el espectro político que tenía tribuna en los medios de comunicación. A quienes tenían las manos limpias no les daban ni la hora (los llaman “puristas” o “extremistas”). Hoy ser corrupto (por acción o complicidad u omisión) es una sólida carta de invitación a los salones elegantes y a la “alta” política.
Frente al neoliberalismo en crisis post 2009, fueron surgiendo dos opciones: la extrema derecha nacionalista, xenófoba, racista, levantadora de muros y demás. Y una nueva izquierda que poco y nada tiene que ver con la izquierda tradicional, la histórica, haya sido pacífica o armada, ni con el autoritarismo de Chávez que Maduro ha transformado en una dictadura legal (un oxímoron) donde, entre otras lindezas, Vladimir Padrino López es al mismo tiempo Ministro de Defensa y Jefe de las FF.AA. Uruguay, Ecuador y Bolivia son harinas de otro costal, pues son democracias y sus modelos económicos funcionan con un apoyo popular mayoritario aunque, mala cosa, Evo insista en aferrarse al Palacio Quemado.

Esta izquierda no ha renegado de la historia que la antecede, pero busca reinventarse a través de sus propios derroteros. Podemos en España, Syriza en Grecia, el Frente Amplio en Perú, Francia Insumisa, quienes apoyaron a Sanders en EE.UU. y nuestro Frente Amplio en proceso de formación, para nombrar los más conocidos (el Frente Amplio de Uruguay es de larga data).
La extrema derecha pisa fuerte hoy en EE.UU., en Inglaterra, en Francia, y otros países europeos. Y en Chile, la UDI, los más corruptos dentro de todos los corruptos, fija las reglas en la derecha. Los conservadores “razonables”, Felipe Katz y Ossandón, son una minoría. Las directivas de RN y la UDI se mueven aún más a la derecha, y Piñera (el tramposo) se les rinde y se queda callado cuando en sus mítines de proclamación alaban a Pinochet. ¿Exagero?: “La inauguración del comando [de Piñera] y la nueva imagen corporativa, sospechosamente parecida a la estrella del SÍ en el plebiscito que buscaba perpetuar a Pinochet en el poder, fue un acierto en los medios” (sic, Carlos Correa Bau, “Piñera: No existe el riesgo cero”, La Tercera, 8/5/2017, p. 12).

En este contexto de crisis del neoliberalismo, tanto en el país como en Occidente, observamos avances y retrocesos. Y combinaciones impensadas. El Frente Amplio peruano rechazó el derechismo autoritario y populista de Keiko, votando por el derechista neoliberal Pablo Kuczynski. En Francia el “socialismo” y la derecha “republicana” fueron por Macron, aunque una parte de la los votos de Fillon habrían apoyado a Le Pen, de ahí su salto de 21 a 34% entre la primera y segunda vuelta. Pero con eso Macron no hubiese superado el 50%. ¿Entonces qué? El llamado candidato “socioliberal”, pro Europa, pro el neoliberalismo, requirió para llegar al Palacio del Eliseo la mayoría de los votos de la izquierda emergente de Mélenchon. ¿Si no de dónde alcanzó el 66%? Y en EE.UU., por el sistema de delegados a la convención, el 20% (40% de los demócratas) de los votos Sanders le permitieron a Hillary Clinton ganar el voto popular, pero no para alcanzar la Casa Blanca

Paradoja. Ante el avance de la ultraderecha, el voto de izquierda está salvando a candidatos presidenciales del neoliberalismo. Como dijo Nicanor: “La izquierda y la derecha [no neofascista en este caso] jamás serán vencidas”.
¿Qué se nos viene en Chile en la presidencial del 2017? Una izquierda emergente representada por el Frente Amplio y Beatriz Sánchez. Dos opciones neoliberales de centro: la laica de Alejandro Guiller (PS-PC-PR-PPD) y la confesional de Carolina Goic (DC). Y una derecha neoliberal en lo económico, y decimonónica en lo valórico con tintes neofascistas (UDI y muchos RN), tras Sebastián Piñera.

¿Qué pasará? ¿Se rebajará el naipe? Hagamos política ficción.
Quizá Piñera gane la primera vuelta en torno al 40% de los votos. ¿Cómo se repartirá el otro 60%? Los datos duros a partir de los resultados de las municipales en concejales de 2016 son los siguientes:

Piñera: 40%: (UDI-RN-Evópoli-PRI)
Guiller: 32% (PS-PC-PPD-PR)
Goic: 13%(DC)
Sánchez: 7%
(Frente Amplio: Ecologistas-Movimiento Autonomista-Revolución Democrática-Humanistas-Liberales-Izquierda Libertaria-Igualdad-Justicia y Transparencia)
Otros: 8%

La última encuesta Adimark (abril 2017) muestra a Piñera con 24%; a Guiller con 19%; a Sánchez con 11%; y a Goic con 2%. En total un 58%, y si agregamos a los candidatos “menores” (Parisi, Ossandón, Katz, etc.), aún un tercio no se pronuncia.
Y sólo Sánchez está sobre su votación dura de la municipales de 2016, y parece además estar captando electores que habían estado optando por la abstención. Con mayor probabilidad, aunque no exclusivamente, jóvenes.

[cita tipo=»destaque»] Paradoja. Ante el avance de la ultraderecha, el voto de izquierda está salvando a candidatos presidenciales del neoliberalismo. Como dijo Nicanor: “La izquierda y la derecha [no neofascista en este caso] jamás serán vencidas”.[/cita]
Hoy las grandes preguntas serían:

1) ¿Remontará Goic hasta llegar al menos al 13% del voto DC? ¿Quizá más captando votos del laguismo? (ya he sabido que se está moviendo gente concertacionista, quienes se autodenominan “independientes por Goic”). ¿Logrará Goic captar votos del “centro” que hoy están por Piñera?

2) ¿Logrará Sánchez llegar a un 20% o más y ponerse por encima de Guiller y Goic, lo que la pondría en segunda vuelta contra Piñera? ¿Qué harían en este caso los votantes de los senadores Guiller y Goic? ¿Por quién llamaría a votar la DC y el bloque PS-PC-PR-PPD? En este escenario en movimiento, es difícil predecir. Lo más probable es que en una segunda vuelta Sánchez-Piñera gane el tramposo, pues una parte de los votos Goic y Guiller se inclinaría por la derecha/extrema derecha ante la “amenaza” de la izquierda emergente. Imitando a Pinochet, Piñera ha denominado “extremistas” a los partidarios del Frente Amplio (este lenguaje no es muy distinto al que ocupan en la fenecida Nueva Mayoría, para quienes los partidarios de Sánchez son la “extrema izquierda”).

3) Si Goic pasara a segunda vuelta, ¿derrotaría a Piñera? Creo que sí, en esta opción entre neoliberales “socialcristianos” se impondría el sesgo “moderado” del electorado chileno. La socialdemocracia (PS-PC-PR-PPD) neoliberal no tendría donde perderse, y la izquierda emergente (o buena parte de ella) tendría que taparse la nariz (como dijo Vargas Llosa cuando votó en 2011 por Humala contra Keiko), y votar por Goic. O abstenerse, votar blanco o nulo. ¡Qué va!, pienso, el Frente Amplio es muy nuevo y el objetivo de llegar a la presidencia debería estar puesto en el 2021.

4) ¿Guiller derrotaría a Piñera en segunda vuelta? ¿Quién sabe? Una parte no menor de los votos de Goic se irían al tramposo. Y muchos de los votantes de Sánchez preferirían pasar (yo entre ellos, al igual que si me veo enfrentado a la díada Goic-Piñera). El clivaje del Sí y el No me parece decimonónico a estas alturas.

5) Por último, ¿se producirá en Chile un escenario a cuatro bandas como el francés en primera vuelta? Todo indica que para allá vamos. La derecha/extrema derecha lleva ventaja, pues aún puede evitar un discurso dominantemente anti-neoliberal, nacionalista, xenófobo y demás (atisbos ya hay, con Piñera y Ossandón asociando, contra toda evidencia, a los inmigrantes con la delincuencia).

Vemos que no podemos dar nada por sentado. Todo se está moviendo, aquí y en la quebrada del ají. ¡En buena hora! La hegemonía neoliberal se ha trizado, sufre una crisis de identidad y se ha deslegitimado. Y además le tiembla por la extrema derecha y por la izquierda emergente. Pero no está muerta ni mucho menos.
Como se titulaba una gran película chilena, Ya no basta con rezar al dios mercado. Se viene el tiempo de los derechos sociales y una democracia de verdad. Quiero creer que con paciencia, la cabeza fría y el corazón ardiente, lograremos, como decía mi padre ateo, el cielo en la tierra.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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