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Jeremy Corbyn, nuevos modelos de propiedad y oportunidades para Chile

Felipe Correa y Daniel Díaz
Por : Felipe Correa y Daniel Díaz Miembros de Estudios Nueva Economía.
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Recientemente hemos sido testigos de una de las elecciones generales más inusuales ocurridas en el Reino Unido. Llamadas de forma anticipada por la líder del Partido Conservador y actual Primera Ministra Theresa May, el objetivo residía en aumentar su mayoría parlamentaria y reforzar su posición de liderazgo. Sin embargo, los resultados configuran un escenario de total fracaso para los Conservadores, perdiendo su mayoría en solitario dentro de la Cámara de los Comunes con una reducción de 12 escaños. En este contexto, el Partido Laborista -el segundo mayor partido británico- se erige como una potencial fuerza de aquí al mediano plazo. Y más interesante aún, con una visión radicalmente distinta de lo que se ha entendido hasta ahora en la política tradicional como modelo de desarrollo.

Jeremy Corbyn fue electo líder del Partido Laborista en septiembre de 2015 con un 60% de los votos, concitando desde entonces un enorme apoyo. Desde esta fecha, la base militante laborista alcanzó cifras que no tenía desde el año ‘79, pasando de apenas sobre los 200.000 miembros a mediados de 2015 para alcanzar el medio millón. Por otro lado, por primera vez desde el año ‘97 aumentaron sus escaños, y tuvieron el alza de voto popular más grande desde 1945, llegando a niveles que no tenían desde hace más de una década. Lo más asombroso es que todo esto se llevó a cabo mediante una propuesta profundamente anti-elitista, venciendo a su vez el sabotaje llevado a cabo por las cúpulas internas del partido, quienes lo acusaban de llevar al partido a un retroceso, catalogándolo finalmente como supuestamente “no elegible”.

En toda esta vorágine, una propuesta reciente -a nuestro juicio tremendamente trascendental- fue encomendada por el jefe del equipo económico del Partido, John McDonnell, y por la jefa del equipo de Empresas, Energía y Estrategia Industrial, Rebecca Long-Bailey, sobre modelos alternativos de propiedad. Esta propuesta, que a pesar de su relevancia y calidad técnica paradójicamente no ha captado la atención de los medios tradicionales, puede llegar a convertirse en un elemento central para entender la mística y el apoyo que ha recabado el liderazgo de Corbyn y su corriente dentro del Partido, y al mismo constituirse como el primer paso del Partido Laborista en la senda de una propuesta coherente sobre una nueva forma de entender la economía y la base productiva de Reino Unido.

Nuevos modelos de propiedad

El documento “Modelos Alternativos de Propiedad” comienza con una crítica a lo que ha sido la falta de inversión de largo plazo en Gran Bretaña, decrecientes tasas de productividad, una democracia socavada, regiones del país económicamente olvidadas, y crecientes niveles de desigualdad e inseguridad financiera. Identificando estos problemas, la propuesta avanza en señalar cómo considerar un fortalecimiento de nuevas formas de propiedad, alternativas a la dominante propiedad privada, puede ayudar a mejorar estos varios aspectos problemáticos de la economía. En este sentido, son tres los modelos considerados: 1) Las empresas cooperativas y de la economía social, 2) La propiedad municipal y comunitaria, y 3) La propiedad nacional o empresas del Estado.

[cita tipo=»destaque»]La enseñanza más importante que nos entregan tanto estas propuestas como los resultados de las recientes elecciones en el Reino Unido, es que hoy se ve posible pensar nuevos modelos productivos que cuestionan profundamente la manera en que ha operado históricamente la propiedad privada…[/cita]

En primer lugar, existe amplia evidencia de que las empresas cooperativas poseen mayores niveles de productividad que sus pares de propiedad privada de similares características, junto con mayor capacidad de resistir crisis económicas (Craig y Pencavel, 1995, Fakhfakh, Perotin y Gago, 2012) . Prueba de ello es la existencia de casos muy exitosos de funcionamiento de este tipo de empresas, como es el caso de la Corporación Mondragón en España -de la que es parte Eroski, una de las 100 empresas más grandes del país y sexta en el sector minorista-, o de John Lewis Partnership en el Reino Unido -que es la tercera empresa más grande de UK en niveles de ventas.

Sin embargo, a pesar de que las empresas cooperativas poseen ventajas estáticas -por su mayor productividad-, existe evidencia también para sostener que sufren de forma dinámica, lo que significa que, bajo ciertas condiciones, estas empresas cooperativas son especialmente vulnerables a degenerar en formas de propiedad privada o a ser adquiridas por capitales privados. Esto se da principalmente cuando existen periodos de estrés financiero, empujados por la dificultad de estas empresas para acceder a crédito ante las mayores percepciones de riesgo por parte del sector financiero privado. Para ello, el documento propone la generación de instituciones “paraguas” que provean apoyo financiero e institucional, en conjunto con el restablecimiento de las antiguas Agencias Locales de Desarrollo Cooperativo.

El segundo modelo propuesto es la propiedad municipal y la propiedad dirigida localmente (locally-led ownership). Mientras que la propiedad municipal se refiere al control y operación municipal de la propiedad -por ejemplo, los servicios y sistemas como recolección de basura, la administración de los parques, la provisión de servicios de banda ancha, etc.-, la propiedad dirigida localmente no necesariamente hace referencia a la propiedad en el sentido “físico”, si no al hecho que, más que los intereses corporativos, son los intereses de la comunidad los que se “apropian” de cierta área económica. En este sentido, tiene más que ver con el control que con la propiedad. El objetivo de ambos tipos de propiedad es el fomento del involucramiento local en el proceso de decisión de los negocios que operan en cada localidad. Para ello, proponen desde el encadenamiento productivo local hasta bancos locales, presupuestos participativos, la participación comunitaria en los esquemas de energía o deslocalización de instituciones de gobierno central hacia los territorios.

El diagnóstico gira en torno a que la reciente privatización de ciertos servicios locales ha llevado a una reducción en la calidad de la provisión. Por ello, la reflexión acerca de la importancia del Estado en la historia del desarrollo económico, como lo muestra el economista Ha-Joon Chang, tiene también su correlato a nivel local, en cuanto a la importancia de los gobiernos locales como conductores de la economía local. Los recientes estudios de Mariana Mazzucato en torno al “Estado emprendedor” -que señalan la importancia del aparato público como agente del desarrollo- pueden también ser replicados a nivel local.

La tercera y última forma de propiedad desarrollada es la propiedad nacional, o empresas del Estado (state-owned enterprises). Al igual que las anteriores dos formas de propiedad, este tipo de empresas existe tanto en Reino Unido como en todo el mundo, y ha venido aumentando su participación en la última década, desde 9% en 2005 a 23% en 2015 entre las empresas del Fortune Global 500 (PWC, 2015). El sentido de mantener este tipo de empresas en el siglo XXI, se debe principalmente a cinco razones. La primera dice relación con que hay sectores caracterizados por ser monopolios naturales donde en la práctica no es posible que opere el mecanismo de competencia del mercado. La segunda razón es que la propiedad estatal permite la realización de las grandes inversiones que son necesarias para desarrollar sectores que son intensivos en capital. En tercer lugar, la propiedad nacional permite generar condiciones para proveer un servicio relativamente equitativo a los consumidores. En cuarto lugar, las empresas estatales permiten una planificación de largo plazo, lo que no siempre se consigue de mano de las grandes empresas privadas. Y finalmente, debido a la capacidad de encontrar financiamiento a tasas de interés más bajas, este tipo de empresa se constituye como una de las modalidades más eficientes para lograr el objetivo.

Estas propuestas acerca de la propiedad giran fundamentalmente en torno a la necesidad de que estas empresas estén sujetas al escrutinio público y a una adecuada rendición de cuentas, de parte tanto de la ciudadanía como de otras instituciones de la democracia. Esto, con el fin de que no puedan ser capturadas por élites con intereses creados.

Oportunidades para Chile

 En Chile la discusión sobre estas tres formas alternativas de propiedad ha sido poco sistemática. Sin embargo, nada impide que pueda empezar a verse como una alternativa conjunta a la tradicional propiedad privada. Y más aún, con formas complementarias entre sí, como bien se desprende del documento del Partido Laborista.

Varios han sido los avances en los últimos años para los tres modelos alternativos de propiedad antes mencionados. Entre estos se encuentran los avances legales e institucionales del sector cooperativo como la reciente reforma a la Ley General de Cooperativas -liderada por la División de Asociatividad y Economía Social del Ministerio de Economía-, las modificaciones legales que fortalecen las plantas municipales y la asociatividad municipal -liderado por la Subsecretaría de Desarrollo Regional-, y el impulso al financiamiento y creación de empresas del Estado, por ejemplo en lo que se refiere a la capitalización de CODELCO o en la ley que propone la creación de una Empresa Nacional del Litio.

Sin embargo, es necesario señalar algunos de los elementos que permanecen como desafíos, sobre todo en las perspectivas documentadas por la propuesta del Partido Laborista para Gran Bretaña. En el sector cooperativo sigue siendo una deuda pendiente la creación de una red de instituciones para el apoyo y financiamiento productivo, potenciando la colaboración entre las cooperativas, los gobiernos locales y las instituciones locales de fomento productivo.

En cuanto a la propiedad municipal y localmente dirigida, se hace necesario avanzar en la posibilidad de que los gobiernos locales en Chile puedan desarrollar sus propias empresas productivas, lo que actualmente no está considerado en la ley. De esta manera, por ejemplo, Recoleta y todas las municipalidades que han replicado la idea de las farmacias populares no tendrían que recurrir a argucias legales para poder desarrollar estas actividades. A esto se suma también la necesidad de avanzar en un mayor presupuesto municipal como proporción del presupuesto del gobierno central -actualmente, un 16%-, y una mayor flexibilidad para la utilización de estos recursos. Esto puede estar vinculado a mayores niveles de participación ciudadana tanto en las decisiones de inversión, como en el control de los recursos, lo que puede eventualmente lograrse con el establecimiento de parlamentos locales -como lo propone también el documento británico- que pudieran incluir en un solo organismo tanto a los Concejos Comunales como a los Consejos de la Sociedad Civil.

Finalmente, en cuanto a las empresas del Estado, es necesario avanzar en una mayor democratización de estas instituciones. Esto significa, por un lado, descartar la posibilidad de privatizar estas empresas -o incorporar capital privado-, y por otro, avanzar en reformas a los gobiernos corporativos de estas empresas que aseguren la representación en los directorios de diversos intereses: gobierno central, gobiernos regionales, gobiernos locales, trabajadores de las empresas, consumidores y sociedad civil. Mayores niveles de rendición de cuentas ante la ciudadanía son requeridos urgentemente.

En síntesis, la enseñanza más importante que nos entregan tanto estas propuestas como los resultados de las recientes elecciones en el Reino Unido, es que hoy se ve posible pensar nuevos modelos productivos que cuestionan profundamente la manera en que ha operado históricamente la propiedad privada, haciendo sentido de que existe hoy una demanda por parte de la población por cambios que apunten hacia una mayor democracia, no solo política, sino también económica.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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