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Sobre el desarrollo integral en Educación

Javiera Carrasco
Por : Javiera Carrasco coordinadora PEM
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“Abandono, fragmentación, desarraigo, violencia, todas ellas son fuente de tensión y angustia. En breve, los niños ya no tienen las mismas oportunidades de socialización que tuvieron generaciones anteriores. Esta tarea de socialización, de humanización que era cubierta por la familia y por los grupos de barrio, está recayendo en los docentes”. Esto nos dice Juan Cassasus, investigador y filósofo chileno,  sobre lo que esta sucediendo en nuestros establecimientos educacionales, en donde las familias, por diversos problemas del sistema económico-laboral, han ido entregando a la escuela la importante tarea de promover el desarrollo social e incluso afectivo de sus hijos.

Ante esta situación las escuelas, sus docentes, asistentes y trabajadores, se han encontrado con desafíos para los cuales su formación o visión de la educación no los preparó. La educación en Chile ha dejado históricamente el desarrollo integral de la persona fuera del aula de clases, teniendo un enfoque academicista y fragmentado, en donde el estudiantes es un sujeto que recibe el aprendizaje de forma pasiva, sin coherencia entre las distintas asignaturas ni con sus propios procesos de desarrollo.

[cita tipo=»destaque»]Esto nos deja en un panorama en que todo intento de desarrollar habilidades sociales, emocionales, de reflexionar sobre nuestra identidad, proyectos o expectativas, es valorizado como poco útil o pérdida de tiempo. Es lo que debe quedar fuera del “aula”, sin dar respuesta a cuál es el espacio en que se debe abordar.[/cita]

Esto nos deja en un panorama en que todo intento de desarrollar habilidades sociales, emocionales, de reflexionar sobre nuestra identidad, proyectos o expectativas, es valorizado como poco útil o pérdida de tiempo. Es lo que debe quedar fuera del “aula”, sin dar respuesta a cuál es el espacio en que se debe abordar.

En las últimas décadas han surgido diferentes corrientes que cuestionan el modelo academicista y apuestan por una educación integral, que reconozca al joven como un sujeto activo en su proceso de aprendizaje, en el cual participa no solo desde lo racional, sino que también desde su subjetividad e historia. En nuestro país han surgido en los últimos años fundaciones que apuntan al desarrollo de habilidades en los estudiantes de básica y media, así como también programa de inclusión tales como los propedéutico y el PACE, los cuales incluyen dentro de sus líneas estrategias que apuntan a estas áreas (gestión personal, preparación para la vida, desarrollo de habilidades de transversales), aunque topándose aún con el desafío de plantear esta temáticas en un entorno que las ha negado, encontrando fuertes resistencias desde los distintos actores del mundo educativo.

Hoy nos encontramos con una oportunidad para favorecer el Desarrollo Integral, puesto que ya se ha diagnosticado que una de las grandes falencias de nuestro sistema educativo se encuentra en este punto. Con esto como uno de sus principios articuladores, las nuevas bases curriculares para 3ero y 4to medio, señalan que “hay una importante demanda por desarrollar  herramientas que fortalezcan la identidad y nutran la vida personal; necesidades a las que la actual definición curricular no estaría dando respuesta”. En este sentido define diferentes dimensiones que debe abordar la escuela: Persona, Sociedad y Democracia y Naturaleza y Sustentabilidad.

Con esto nos encontramos frente a un cambio de paradigma en educación en donde se potencia explícitamente el desarrollo personal y social de los estudiantes, de la mano con su desarrollo cognitivo y académico. La implementación de esto en los establecimientos educacionales puede llegar a generar un importante impacto y cambio cultural en las próximas generaciones de estudiantes chilenos, pero con esta oportunidad surgen temores y dudas sobre cómo será recibida y como se ejecutará:  ¿cómo se trabaja el desarrollo desde todas las asignaturas?, ¿están instaladas las capacidades o voluntades en los liceos para esto?, ¿entienden todos los involucrados la importancia de estas temáticas o el término “desarrollo integral” pasará a estar instrumentalizado y vacío de contenido?

Ante esto, quienes trabajamos en educación debemos ser partícipes activos de los procesos de cambio de las bases curriculares en los establecimientos educacionales,  y apuntar en cada acción a ver a los jóvenes como personas con historias de vida y proyectos que están en constante cambio, permitiéndoles por tanto desarrollar y explorar sus potencialidades. Esto debe hacerse no solo porque este establecido en el currículo, o porque sean las habilidades socioemocionales o “blandas” que pide el mercado, sino porque el aprender a conocernos y vernos como personas complejas, desarrollar nuestras habilidades y reflexionar, permite que contemos con mejores herramientas para desenvolvernos en la vida, pudiendo estar con otros, innovar, aprender, cambiar y sobre todo ser capaces de avanzar hacia el bienestar personal y social, y no solo hacia el material.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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