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El Frente Amplio: ha muerto la farándula, ¡viva la política! Opinión

El Frente Amplio: ha muerto la farándula, ¡viva la política!

Edison Ortiz González
Por : Edison Ortiz González Doctor en Historia. Profesor colaborador MGPP, Universidad de Santiago.
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Arde Troya, la pelea se hace tanto por los medios como las redes sociales, y las frases para el bronce se registran en Twitter. No falta quien, con cierta ironía, manifiesta que Alberto Mayol ha pasado ahora de analógico a digital. Su suman a la gresca amigos, novias, esposas y parientes. La TV y los medios digitales festinan con la noticia y llenan las portadas de los principales noticieros, realizan entrevistas in situ y largos merodeos por las casas o sedes –igual que en los realities– de sus protagonistas. Se suma Gabriel Boric a la batalla e indica que los audios no son de tono machista y contradice lo señalado antes por la candidata presidencial del FA. Para que la farándula sea completa, se integra a ella Pamela Jiles y parece que le toca ahora su turno en el veto. Mayol gana este duro round, aunque Jorge Sharp –uno de los que tiene cable a tierra– ya adelanta que se vienen tiempos agitados cuando deba resolverse el respaldo en segunda vuelta.


Hace algunos años, en su texto El derrumbe del modelo, Alberto Mayol proponía una tesis sugerente: hacia fines de los años 90 la política, y los políticos, los grandes actores televisivos de inicios de la transición, habrían perdido prestigio y relevancia. Y la tesis tenía fundamento empírico: en las parlamentarias de 1997, la coalición oficialista había perdido más de 800.000 votos, que se cansaron de acompañar a la Concertación a las urnas sin que nunca pasara nada relevante en materia de reglas constitucionales y de desigualdad social. Esa decadencia fue simultánea a la irrupción de los programas y personajes de farándula y los reality shows que dominaron sin contrapeso la escena comunicacional durante todo el primer decenio del nuevo milenio y llenaron la falta de política. Entonces, el pasar de los días se hizo menos tedioso para los consumidores de imágenes y de historias. Los lunes por la noche, el más horrible de la semana, se pudo por fin dormir con tranquilidad.

Lo sugerente de la hipótesis de Mayol es que la farándula habría reemplazado a la política cuando esta se normalizó a través de los acuerdos y los consensos y perdió, para el ciudadano que se movilizó en los 80, el encanto y la épica que había tenido durante los últimos años de la dictadura e inicios de los 90: dejó de ser novedad y la política de los acuerdos terminó por matarla emocional y comunicacionalmente. La farándula, entonces, no resolvió el problema de fondo, aunque entregó risa y liviandad a las semanas tediosas, los días horribles (el lunes) y mal trabajados de los chilenos. Los personajes de farándula se transformaron, entonces, en personajes modelos para el ciudadano de a pie.

[cita tipo=»destaque»]Alberto Mayol jamás debió imaginarse que, a la vuelta de la esquina, él mismo y su generación serían protagonistas del giro en 180° de aquella hipótesis. En efecto, desde el 2011 hemos venido asistiendo paulatinamente a la desaparición, o relativización, de los programas y personajes de farándula y de los realities, proceso paralelo a la vulgarización de la actividad política y la horadación de la figura presidencial, que representaron bastante bien Sebastián Piñera y Michelle Bachelet. Hay coincidencia en que ambos contribuyeron a socavar el bastón de mando del modelo portaliano, vara que dejó bastante alta el ex Presidente Ricardo Lagos, quien, para muchos, resultó ser el último Mandatario republicano de Chile.[/cita]

Alberto Mayol jamás debió imaginarse que, a la vuelta de la esquina, él mismo y su generación serían protagonistas del giro en 180° de aquella hipótesis. En efecto, desde el 2011 hemos venido asistiendo paulatinamente a la desaparición, o relativización, de los programas y personajes de farándula y de los realities, proceso paralelo a la vulgarización de la actividad política y la horadación de la figura presidencial, que representaron bastante bien Sebastián Piñera y Michelle Bachelet. Hay coincidencia en que ambos contribuyeron a socavar el bastón de mando del modelo portaliano, vara que dejó bastante alta el ex Presidente Ricardo Lagos, quien, para muchos, resultó ser el último Mandatario republicano de Chile.

Este proceso se consolidó desde que estallaron los casos Penta, Caval y SQM y sus distintas aristas. En ese sentido, resultó muy curioso cómo algunos canales de televisión transmitieron en vivo y en directo, y les dedicaron horas de cobertura (tal como los realities), a los procesos judiciales que involucraron al «Choclo» Délano y Carlos Eugenio Lavín, del adn del núcleo duro de la UDI; al de la arista SQM, que tuvo como protagonistas al círculo de campaña de la actual Presidenta –Rodrigo Peñailillo y Giorgio Martelli–, y donde aparecen involucrados transversalmente diversos actores políticos;  y el caso Caval –y la cobertura mediática del dúo Dávalos-Compagnon– que terminó por destruir a la única figura pública que estaba a salvo de la crítica: la Mandataria Michelle Bachelet.

Ello significó que continuaron perdiendo prestigio y presencia los programas de farándula que inundaron la televisión desde comienzos de los 2000 y que, como cualquiera de ustedes ha podido observarlo, lentamente iniciaron su declive (y con ello, también, sus figuras) y se relativizó su significación en los medios: solo de tiempo en tiempo sabemos de un robo de alguno de ellos o de un escándalo de drogas. En tanto, los actores políticos no han parado de desfilar por los canales de televisión y, a veces (también), por los tribunales.

Hace apenas una semana el Frente Amplio vino a darles el tiro de gracia final a los realities y la farándula. Desde el lunes pasado, y con Alberto Mayol y Giorgio Jackson como sus protagonistas centrales, consiguieron terminar por comprobar, empíricamente, la hipótesis del lúcido sociólogo.

El Frente Amplio… terminó por asesinar la farándula

En 2004, quien escribe estas líneas era concejal por Rancagua. Mi designación como candidato a la reelección estuvo durante mucho tiempo en vilo porque me había atrevido a criticar públicamente al entonces diputado Juan Pablo Letelier, quien venía recién saliendo de prisión por su involucramiento en el caso “escuelas de conductores”.

Recuerdo que el pleno regional de O’Higgins del partido al que pertenecía (controlado mayoritariamente por el parlamentario) “me bajó” en marzo-abril de 2004 y dio lugar a que pasara meses en el limbo sin saber si sería aspirante a la reelección. Pasaban y pasaban los días y quien suscribe continuaba esperando que los niveles superiores de la organización rectificarán esa decisión. Seguí todos los procedimientos institucionales –consejo general, pleno del comité central, etc.–, hasta que una noche lluviosa de julio, solo días antes de que se inscribieran definitivamente las candidaturas municipales y ya casi a medianoche, la comisión política, según mi modesta opinión, hizo justicia y revirtió la decisión en nombre del respeto por la pluralidad de opiniones y pude finalmente ser candidato y ser reelecto como concejal por Rancagua.

Cuento esto porque ni a mí ni a nadie de mi generación se le habría ocurrido autoproclamarse, ni menos comenzar una aventura personal y solitaria, sin el respaldo orgánico que daba en este caso el PS.

Como ya saben, las cosas han cambiado de un tiempo a esta parte. El Frente Amplio exigió altos cuórums para ser validado como aspirante presidencial y sus minidirectivas no dudaron en aplicar el veto en la misma lógica que la Constitución de 1980 cuando un aspirante no les pareció de su agrado, y Alejandro Navarro, Luis Mariano Rendón y casi Alberto Mayol, sufrieron en carne propia esa lógica autoritaria.

El mismo FA, que luego de criticar permanentemente la manera tradicional de hacer política, concluyó designando una candidata ajena a ese mundo proveniente, nada menos, que de los medios de comunicación, la periodista Beatriz Sánchez, quien se ha despachado unas declaraciones para el bronce, como la que hizo sobre Allende, a quien acusó de totalitario, y luego respaldó el veto al conocido sociólogo por el contenido supuestamente machista de un mensaje de voz.

A su vez, Mayol anunció su candidatura a diputado por Facebook, en tanto Francisco Figueroa, uno de los que no lo trató con guante blanco durante la campaña y eventual afectado directo por la decisión del sociólogo de competir en el distrito 10, lo replica y lo critica por la misma red social; enseguida, la minicúpula del FA va por Mayol y en una reunión, donde luego varios se retractan, decide vetar cualquier candidatura suya debido a unos WhatsApps –la nueva militancia– que este envió tanto a Giorgio Jackson como a Natalia Castillo, los que fueron interpretados por esta, y luego por el conjunto de la mesa electoral del FA, como un hostigamiento –violencia de género– del sociólogo a la precandidata de RD.

Arde Troya, la pelea se hace tanto por los medios como las redes sociales, y las frases para el bronce se registran en Twitter. No falta quien, con cierta ironía, manifiesta que Alberto Mayol ha pasado ahora de analógico a digital. Su suman a la gresca amigos, novias, esposas y parientes. La TV y los medios digitales festinan con la noticia y llenan las portadas de los principales noticieros, realizan entrevistas in situ y largos merodeos por las casas o sedes –igual que en los realities– de sus protagonistas. Durante el fin de semana se suma Gabriel Boric a la batalla e indica que los audios no son de tono machista y contradice lo señalado antes por la candidata presidencial del FA. Para que la farándula sea completa, se integra a ella Pamela Jiles y parece que le toca ahora su turno en el veto, cuenta Andrés Hidalgo. Mayol gana este duro round, aunque Jorge Sharp (uno de los que tiene cable a tierra) ya adelanta que se vienen tiempos agitados cuando deba resolverse el respaldo en segunda vuelta

Continúa la batalla sin tregua al interior del FA, declaraciones en redes sociales van y vienen, la prensa se solaza y ya quisieran las revistas de papel cuché una polémica como esa en su mundo tradicional, porque, mal que mal, se trata de vender.

No hay reuniones de masas, no hay deliberación colectiva ni institucional, solo figuras y frases de 120 caracteres. Alguien, aún con algo de sentido común, se da entonces cuenta del enredo en que están metidos y, no sin cierta moralina, resume lo acontecido durante la semana: “Hemos hecho un espectáculo vergonzoso”.

Ha muerto la farándula, ¡viva la política! ¡Larga vida al Frente Amplio!

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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