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Chile y su loca geografía mental

Francisco Flores R.
Por : Francisco Flores R. Magister en psicología, mención Psicoanálisis y Diplomado en Filosofía y Psicoanálisis (Buenos Aires ). Director ONG Mente Sana.
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Lo que preocupa en el caso chileno es la alta prevalencia a nivel mundial y/o latinoamericano de todos los indicadores a salud mental. En casi todos los mencionados anteriormente, Chile encabeza este opaco ranking.


Una de las principales características e instrumentos que cuenta un psicólogo, es que tiene que saber escuchar, entre otras cosas, porque escuchar es parte esencial y constitutiva de la solución.

Este martes 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, con el objetivo de sensibilizar a países y gobiernos sobre esta problemática. Este año el tema es :”La salud mental en el trabajo”

Y lo que escuchamos, a veces sin lograr oír, es que Chile esta estresado. Son innumerables los síntomas de este malestar o desasosiego social: altas tasas de depresión, y ansiedad; aumento progresivo de los niveles de estrés y consumo de psicofármacos, los elevados números de licencias médicas por causas psicosociales, causados por estrés laboral, a propósito del tema para este año en salud mental; y como si fuera poco, el aumento de las tasas de suicidio en Chile, sobretodo a nivel juvenil.

Es cierto que muchos de estos fenómenos tienen que ver con consideraciones epocales, propias de sociedades que producto del mismo progreso, van secularizándose en distintos ámbitos, en donde todo lo sólido parece desvanecerse en el aire. De ahí la necesidad entonces de instaurar un Día mundial de la Salud Mental. Chile como sociedad no ha sido extraño a este clivaje.

Sin embargo el asunto no es la constatación que este padecer es propio o incluso el costo de sociedades que junto con su progreso, van demoliendo viejas estructuras, que impactan en nuestro psiquismo. Ya que este no es solo actividad cerebral sino también materialidad cultural.

[cita tipo=»destaque»]Lo que preocupa en el caso chileno es la alta prevalencia a nivel mundial y/o latinoamericano de todos los indicadores a salud mental. En casi todos los mencionados anteriormente, Chile encabeza este opaco ranking.[/cita]

Lo que preocupa en el caso chileno es la alta prevalencia a nivel mundial y/o latinoamericano de todos los indicadores a salud mental. En casi todos los mencionados anteriormente, Chile encabeza este opaco ranking.

Ya Freud mencionaba que la labor terapéutica debía tener un objetivo mas bien minimalista: Transformar el sufrimiento en padecimiento común o infortunio corriente. En Chile claramente no es así. Existe un malestar adicional, agudo, excesivo , que no nos puede permitir conformarnos como país.

Este malestar sobrante o este estrés social, no es solo un asunto personal, individual, sino por condiciones sociales concretas y específicas. Nuestro país ha vivido un caso extremo, casi un ensayo y experiencia de un sistema socioeconómico. Sus efectos en el plano psicosocial también lo han sido.

Los abusos e injusticias también nos pueden enfermar. Esto unido a un extremo individualismo y a la crisis de referencia de identidades, que antes se vivían como certezas heredadas. pueden explicar la interiorización de este malestar.

Lo que antes se vivía como poner en cuestión el sistema, un espíritu crítico o rabia revolucionaria, hoy es vivido como fracaso personal, como daño a la autoestima, como depresión, crisis de pánico y estrés. La lucha por el estatus y el éxito según parámetros sociales imperativos, nos obliga a actuar más allá de nuestras posibilidades emocionales. Por eso la profusa sintomatología de nuestra geografía mental se transforma finalmente en una señal de alerta y protesta frente a este ritmo de sobreadaptación.

Hace 40 años uno de los problemas candentes de la sociedad chilena era la desnutrición infantil que expresaba la marginalidad o subadptación de un vasto sector de compatriotas. 40 años después, el problema es el polo inverso. Hoy uno de los principales problemas lo constituye la obesidad infantil . ¿Hemos crecido como país?. Por cierto. Pero también se puede crecer mal, en forma desbalanceada y desproporcionada.

¿Que podemos hacer? Como dice Mafalda, hay tareas importantes y tareas urgentes. La primera, es a mirar esta situación no como un problema privado. Hay una sintomatología que expresa dolores y padecimientos, pero que no sabemos muy bien donde esta la herida.

En lo segundo, en un año electoral, esperar mayor comprensión para tener un compromiso mínimo de los que aspiran a conducir nuestros destinos. Para al menos implementar 2 medidas mínimas, y no seguir tropezando con paso firme.

Una ley de salud Mental, que permita una discusión nacional de mayor alcance al respecto, y de encuadre respecto de políticas de prevención, cobertura, derechos y accesos. La propia OMS ha solicitado, dado los alcances de nuestra sintomatología, que nuestro país cuente con una legislación al respecto

Y junto con ello, el aumento del presupuesto de salud mental, al nivel base de los países de la OCDE. Chile gasta actualmente cerca del 2% en salud mental de todo el presupuesto en salud. El promedio de los países de la OCDE es del 6%, 3 veces más que Chile. Canadá es del 13%, Uruguay es del 8%. Este sería un buen síntoma, entre tantos preocupantes. Solo así quizás podríamos conformarnos con tener al menos el “padecimiento común o infortunio corriente”, que viven otras sociedades y países.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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