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El Mesías no nació en Providencia

Por: Francia Carolina Gómez (Soprano y Gestora Cultural) y los cantantes e instrumentistas participantes de aquel montaje


Señor Director:

Cuando en la producción de un evento de alta convocatoria todo falla, no es fácil mantener la calma e intentar controlar la situación. Eso sucedió el pasado viernes 14 de diciembre en el frontis de la Municipalidad de Providencia, cuando las condiciones técnicas se vieron vulneradas debido a la sorpresiva asistencia de un público numeroso, que ocupó todos los espacios disponibles, incluso aquellos destinados para el equipamiento técnico. Resulta incomprensible no haber considerado los requerimientos mínimos de seguridad al momento de diseñar un evento de esa magnitud.

Ciertamente se puede entender que cuando las cosas no están sucediendo como se espera, el ánimo se ve afectado y las decisiones acertadas no siempre son las primeras en aparecer. Decidir dar inicio a una actividad pese a las advertencias del jefe técnico, es sin lugar a dudas una mala decisión. Aún así es imposible justificar la forma en que se nos obligó a interrumpir nuestra presentación a poco más de siete minutos de iniciada, en medio de un sinnúmero de dificultades técnicas. Una desesperada productora, siguiendo las instrucciones de la alcaldesa de detenernos inmediatamente, gritaba a los pies del escenario diciéndole al director, y luego al concertino, que finalizaran la presentación. Como no es sencillo detener una obra en medio de su ejecución, proseguimos unos minutos más hasta que, quien parecía ser el guardaespaldas de la alcaldesa, se ubicó tras el escenario gritando que nos detuviéramos.

Las horas de ensayo, el estudio personal y, por sobretodo, el cariño y dedicación con los que el equipo de 38 músicos profesionales preparó la obra, me obligaron a esperar a que la alcaldesa terminara la sesión fotográfica con sus admiradores para expresarle nuestra conmoción y profunda decepción, no sólo por haber sido abruptamente obligados a interrumpir nuestra participación, sino por la inadecuada y violenta forma de hacerlo, pasando por alto que éramos un grupo de personas y no una lista de reproducción de música ambiental a la cual poner stop.
Las disculpas y las justificaciones no se hicieron esperar, argumentando que la obra no era la indicada para esa gente, mucho menos para los niños, y que ella no había participado en la elección de la misma, que la gente que elije “El Mesías” cree que se trata sólo del tan conocido “Aleluya”. Podría escribir en extenso respecto de la relación entre el público y la música, contando además las innumerables veces en que obras sinfónico-corales se han interpretado para cientos de personas en espacios públicos de distintas comunas del país con maravillosos resultados, pero ése no es el objetivo de la presente carta.

Al observar esta pequeñísima muestra de cómo se diseñan e implementan los proyectos en nuestro país, con autoridades que no participan directamente en la toma de decisiones y sin la existencia de las condiciones mínimas necesarias que garanticen un óptimo resultado, me queda la misma sensación de impotencia al ver que, siendo evidente el mal funcionamiento de un proyecto, se sigue adelante intentando ocultar lo que no funciona, sin asumir humildemente los errores y pasando por encima de todos aquellos que sufren las consecuencias de las malas decisiones tomadas desde la presión y la urgencia.

“Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado..” fue uno de los números de la obra que no tuvimos oprtunidad de interpretar. El Mesías no nació en Providencia porque la falta de humildad de los hombres (y mujeres) se lo impidió.

Francia Carolina Gómez (Soprano y Gestora Cultural) y los cantantes e instrumentistas participantes de aquel montaje

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