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OMC Statu Quo: ¿Quo Vadis OMC? Opinión

OMC Statu Quo: ¿Quo Vadis OMC?

Sergio Toro M.
Por : Sergio Toro M. Diplomático, Consejero del Servicio Exterior. Abogado Universidad de Valparaíso. LLM European University Institute. MPA Harvard Kennedy School of Government
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A 25 años de su creación, el que fuera el estándar común anota un criticismo no menor en su funcionamiento, el cual adquiere nuevos bríos con las críticas generales que se efectúan al multilateralismo, así, en general.


No ha sido un tiempo fácil para la Organización Mundial de Comercio (OMC). En retrospectiva, ya no es ese jardín de rosas de los 90, donde todos se congratulaban por haber consolidado en 1994 el sistema multilateral de comercio sobre la base de reglas consensuadas y vocación universal.

Desde el punto de vista sistémico, con la creación de la OMC se transitó en forma más nítida desde un “trade politics” a un “trade law”. La OMC creó un marco legal acompañado de un sistema de solución de diferencias comerciales obligatorio, al cual Renato Ruggiero, su primer director general, alguna vez bautizó como la “Joya de la Corona”.

Como todo foro multilateral, la OMC creó nuevos estándares en materia de comercio internacional. Los creó allí donde antes había un rompecabezas de reglas, normas y prácticas particulares. Desde entonces los países se han esforzado por firmar Tratados de Libre Comercio (TLCs) que fueran al menos “OMC compatibles” y, en el mejor de los casos, “OMC plus”, validando así el estándar común establecido.

A 25 años de su creación, el que fuera el estándar común anota un criticismo no menor en su funcionamiento, el cual adquiere nuevos bríos con las críticas generales que se efectúan al multilateralismo, así, en general.

El gran desafío de la OMC hoy es su modernización y reposicionamiento. Las reglas y estándares comerciales adoptados en 1994 ya no parecen reflejar ni el estado actual del comercio, ni sus problemas ni tendencias. Por un lado, la economía mundial ha variado su acento desde la producción a la protección de los consumidores, bajo un clamor transversal por una mayor igualdad en la distribución de los beneficios, mayor preservación de los recursos naturales y atención al cambio climático.

Por otro lado, las empresas se esfuerzan por incorporar tecnologías para aumentar sus márgenes y las transacciones se materializan crecientemente a través del comercio electrónico. En este apretado resumen hay que facturar también que hoy existe un número mayor de actores que han irrumpido en mercados tradicionales y no tan tradicionales (tecnología).

Esta descripción no sería completa sin mencionar el escepticismo y criticismo de EE.UU. hacia la OMC y la necesidad de cambio. Hay que nivelar el campo de juego, ha dicho, especialmente con China, porque el libre comercio se practica entre iguales. No pueden existir ventajas en materia de subsidios y es la ley de la oferta y la demanda la que asigna los recursos en forma más eficiente; no hay espacio para la transferencia forzada de tecnologías.

Además, se apunta, el sistema de solución de diferencias se ha distanciado del acuerdo de 1994. Este sistema fue creado para “acompañar” a los miembros  a través de recomendaciones. El objetivo fue siempre buscar soluciones a las “diferencias”, no crear litigios, con la posibilidad de lograr acuerdos (to settle), no sentencias (to adjudicate). Los panelistas (primera revisión) y los miembros del Órgano de Apelación (segunda revisión) nunca recibieron el nombre de “jueces”. Nunca fue la intención crear un “Tribunal Internacional”.

En este contexto, la situación desde el verano boreal de 2018 ha mejorado sustancialmente. A la sazón existían solo problemas y llamados a la acción y al consenso para salvar lo que para algunos es una crisis. Hoy existen numerosas propuestas con soluciones concretas para la gran mayoría de los problemas planteados.

Los llamados a la acción y al consenso continúan. Existen propuestas de reforma para el cumplir las obligaciones de notificar contenidas en los distintos acuerdos de la OMC y cuya tasa de cumplimiento es baja. Hay, además, 11 propuestas de reforma del Órgano de Solución de Diferencias, la mayoría con soluciones a todos los aspectos objeto de debate, con un amplio espectro: desde las más simples que reiteran lo ya acordado en 1994, hasta otras más detalladas que asumen el desafío de proponer soluciones en los temas más divisivos. Hay propuestas en forma de hard law (modificación de los texto legales) y de soft law (guías u orientaciones). Hay propuestas en materia de mediación (Suiza), irritantes comerciales (UE), desarrollo (EEUU). Hay movimiento, vida, opciones, hay esperanza.

Por otro lado, la OMC enfrenta otro desafío enorme, el de las negociaciones comerciales sustantivas, un ámbito donde los resultados han sido exiguos desde su creación, a pesar del Acuerdo sobre Facilitación de Comercio, el acuerdo sobre prohibición de subsidios a las exportaciones agrícolas y el plurilateral sobre tecnologías de la información. El gran desafío hoy es lograr un acuerdo sobre subsidios pequeros en diciembre de 2019. También hay consenso de más de 70 miembros para avanzar en un acuerdo plurilateral en comercio electrónico y en curva ascendente se avanza en materia de facilitación de inversiones.

El proceso de reforma de la OMC, en especial en materia de solución de diferencias, donde ya se habla de una Pan B (El País, 10 junio 2019: “La UE lanza una vía alternativa en la OMC”), así como la negociación sobre subsidios a la pesca, se presentan como determinantes para el futuro de la organización. Donde hay multiplicidad de actores y hay consenso, triunfa el multilateralismo. Sin consenso solo hay actores e intereses individuales y los pesos específicos hacen valer su masa gravitacional.

En estos tiempos turbulentos para el multilateralismo, hay que mantener la confianza y hacer las correcciones pertinentes, porque allí donde no hay multilateralismo comienza a pronunciarse con mayor frecuencia la palabra… guerra. Los miembros de la OMC tienen la responsabilidad de traspasar su capacidad de adaptación a la organización para responder a las exigencias de nuevos estándares comerciales. En esta materia, el mejor TLC solo puede hacer una tarea parcial e incompleta.

La OMC se ha convertido en un bien público internacional irremplazable. Provee ese anhelo atávico de la comunidad internacional que, en este caso, se traduce en desarrollar relaciones comerciales de acuerdo a reglas comunes y con vocación de entendimiento. La OMC como facilitadora de paz y prosperidad en las relaciones comerciales de los países. A diario nos informamos en los medios de los efectos de su debilitamiento, por lo que es prudente y oportuno preguntarse: ¿cómo sería un mundo (comercial) en su ausencia?…

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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