Opinión
El reciente “enfrentamiento” entre los grandes inversionistas de Wall Street y un grupo de apostadores jóvenes organizados a través del sitio Reddit en torno a la propiedad de la empresa GameStop es un fenómeno interesante desde un punto de vista económico, evidentemente, pero también filosófico.
Financieramente, lo ocurrido es relativamente sencillo de explicar: un grupo de inversionistas decidió comprar masivamente la empresa GameStop y, de paso, “castigar” a los fondos de cobertura que apostaban a que el precio de la empresa seguiría bajando. El aumento de la demanda fue tal que subió el precio de la acción y provocó importantes pérdidas a los grandes fondos. La práctica se replicó luego en otras empresas, como AMC Entertainment Holdings, Blackberry, Blockbuster y Kodak, causando una caída inédita en Wall Street. El hecho ha sido interpretado en clave generacional –como una “revolución millennial” en contra de la riqueza de los baby boomers– o como una venganza a la usanza de Robin Hood. Sin embargo, podría tratarse de un caso que simboliza un fenómeno de mucha mayor profundidad y de importantes consecuencias filosóficas. ¿Por qué? Veamos.
Como es sabido, desde la década de 1970, la economía mundial ha experimentado un fuerte y decidido proceso de financiarización, esto es, un proceso a través del cual la relación entre el sistema productivo y el mercado financiero se ha invertido, provocando que el ámbito productivo quede dominado y determinado por el ámbito financiero. Esta nueva relación no sólo tiene un impacto macroeconómico, sino que también afecta la cotidianidad de las personas: hoy, la vida humana está financiarizada. Desde la hiperflexibilidad del empleo para ajustarse a las exigencias de las finanzas hasta el “mercado” de la seguridad social, nuestras vidas marchan al ritmo de la impronta impuesta por el sistema financiero.
Lo anterior ocurre porque unas relaciones de poder altamente financiarizadas modelan la subjetividad a partir de la lógica del mercado financiero. En tal sentido, asistimos hoy a la configuración de un sujeto-inversionista, es decir, un sujeto cuya conducta estará determinada por las lógicas propias de las finanzas y que, en consecuencia, deberá vivir gestionándose a sí mismo como una empresa que cotiza en la bolsa: debe invertir, endeudarse, arriesgar su capital, generar rentabilidad, gestionar el riesgo, etcétera. Esto lo vemos a diario: ocurre con la cada vez más común práctica inmobiliaria de construir complejos habitacionales para inversionistas –y no para sus futuros moradores–, con la financiarización de la jubilación, con la invitación de los bancos a sus clientes a invertir excedentes en diversos instrumentos financieros y, por cierto, lo vemos en los jóvenes que se enfrentaron a los peces gordos de Wall Street; para ellos, la bolsa fue un campo de batalla natural para desafiar a los grandes inversionistas porque han normalizado la vida financiarizada.
Aún es pronto para evaluar las implicancias antropológicas de esta “subjetividad inversionista”. Sin embargo, sí sabemos que el mercado financiero se caracteriza por ser incierto, riesgoso e inestable (al respecto, el caso que analizamos es elocuente: la jugada de los inversores de Reddit hizo caer al Dow Jones, S&P 500 y Nasdaq en un promedio de 2 %). Es importante, entonces, preguntarnos si estos atributos son características deseables para la vida humana o si, por el contrario, se hará necesario proteger a la humanidad de las finanzas.
