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Los déficits de la balanza de pagos Opinión

Los déficits de la balanza de pagos

Sergio Arancibia
Por : Sergio Arancibia Doctor en Economía, Licenciado en Comunicación Social, profesor universitario
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En otras palabras, si no se puede solucionar el déficit en la cuenta corriente, hay que seguir endeudándose y/o reduciendo las reservas internacionales, medidas ambas que tienen sus límites, pues el crédito externo se pone escaso y caro, cuando se le usa en demasía, y las reservas internacionales terminan por agotarse. Queda la inversión extranjera, que es bueno que venga, pero no a cualquier cosa ni en cualquier circunstancia. 


La balanza de pagos correspondiente al año 2022, recientemente publicada por el Banco Central de Chile, muestra algunos datos que son altamente preocupantes. El principal de ellos es que la cuenta corriente de la balanza de pagos presentó un déficit de aproximadamente 27 mil millones de dólares. Esa es una cantidad muy grande para el nivel de las magnitudes económicas que se manejan en el país. De partida, es el déficit más grande que se ha presentado en esa materia en el presente siglo, y posiblemente en toda la historia económica del país.

¿Por qué es tan deficitaria la cuenta corriente de la balanza de pagos? 

La cuenta de bienes –que es una subcuenta componente de la cuenta corriente de la balanza de pagos y que contiene los datos sobre exportaciones e importaciones de bienes– tiene un saldo positivo de 3 mil 800 millones de dólares. Allí puede haber tendencias preocupantes, pero no es la causal del déficit que comentamos. Allí hay un superávit que precisamente ayuda a que el déficit de la cuenta corriente en su conjunto no sea más grande aún.

Pero ya con la cuenta de servicios empiezan los problemas. En esta subcuenta de la cuenta corriente se presenta un déficit de aproximadamente 14 mil 800 millones de dólares. En esta su cuenta se incluyen las compras y las ventas que se generan en el país y el extranjero en temas tales como el turismo, los fletes, los servicios bancarios, las comunicaciones, los seguros, las regalías y licencias, la informática e información, etc. El déficit de 14.800 millones es el saldo entre lo que compramos y lo que vendemos en todo ese amplio espectro de servicios. Desgraciadamente no se cuenta con los antecedentes desagregados respecto a cuánto del déficit corresponde con cada uno de esos componentes de la subcuenta de los servicios. Puede que estemos gastando mucho en fletes, o en turismo, o en todos y cada uno de los elementos componentes. Un déficit de esa magnitud en esa subcuenta conduce a que se contrarreste con creces el superávit, no muy grande por lo demás, logrado con gran esfuerzo en la subcuenta de bienes. En cualquier caso –al igual que el déficit en la cuenta corriente en su conjunto–, el déficit en la cuenta de servicios es el más elevado que se haya presentado en todo el presente siglo y probablemente en toda la historia económica del país. 

La otra subcuenta importante, dentro de la cuenta corriente, es la subcuenta de rentas. Allí se muestra, para el año 2022, un déficit de 16 mil 500 millones de dólares, que también se corresponde con una cantidad jamás antes conocida en las cuentas externas del país. Allí se incluye, fundamentalmente, el saldo entre las utilidades o ganancias obtenidas por el capital extranjero invertido, depositado o prestado en el país, menos las utilidades que Chile pueda obtener por capitales invertidos o depositados en el extranjero. El déficit en cuenta de rentas pudiese interpretarse como que estamos pagando un monto muy elevado por concepto de intereses de la deuda externa, o que los inversionistas extranjeros presentes en Chile están obteniendo ganancias sumamente elevadas.

El déficit en la cuenta corriente, de 27 mil millones de dólares –resultados de los déficits o superávits en las cuentas de bienes, de servicios y de renta y de otras subcuentas de menor cuantía–, tiene que pagarse con fondos que tienen que salir de alguna parte. Los mecanismos más usuales para pagar el déficit en la cuenta corriente es conseguir préstamos externos, reducir las reservas internacionales con que cuenta el país y/o bregar para que entre al país la mayor cantidad posible de inversiones extranjeras, que obviamente solo vienen al país si cuentan con condiciones de seguridad y con posibilidades de elevadas ganancias. También se podría esperar a que los que tienen cuantiosos depósitos en el exterior puedan retornarlos al país, pero para ello habría que ser demasiado optimista. 

 En otras palabras, si no se puede solucionar el déficit en la cuenta corriente, hay que seguir endeudándose y/o reduciendo las reservas internacionales, medidas ambas que tienen sus límites, pues el crédito externo se pone escaso y caro, cuando se le usa en demasía, y las reservas internacionales terminan por agotarse. Queda la inversión extranjera, que es bueno que venga, pero no a cualquier cosa ni en cualquier circunstancia. 

El déficit en la cuenta corriente, ya sea que se trate de vivir con ella, o de reducirla o eliminarla, tiene, en todo caso, consecuencias sustantivas para el funcionamiento interno del país y amerita, desde ya, la preocupación de los actores políticos y económicos, y de toda la ciudadanía.  

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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