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Pamela Jiles: la indignación sana Opinión

Pamela Jiles: la indignación sana

El gesto de indignación de la Diputada Pamela Jiles marcará parte importante de su imagen de contribución a la política. Sobre todo porque, hasta ahora, ha mostrado -cosa escasa en la política- una coherencia entre imagen e identidad. Es la ira que se levanta cuando nos  atropellan  lo que apreciamos en nosotros mismos. Esa rabia es la emoción que surge en sentido contrario a lo que dice Hegel respecto al orgullo, como la emoción que sentimos cuando nos hacen reconocimiento de aquello que apreciamos en nosotros mismos.


Durante y post elección parlamentaria, mal intencionados o mal informados, agrupaban a Pamela Jiles en eso que llaman “farándula”. La descalificaban encasillándola en los espacios de la superficialidad  y el espectáculo de la política vacua que marca estos tiempos.

No se detenían a preguntar por los antecedentes personales y familiares de capacidad de larga data que ella tenía. Y nada sabían de su experiencia, estudio, conocimientos políticos, experiencia política y seriedad profesional.

En ese menosprecio, parecido al de la derecha, se incluía también ese izquierdismo de mutawa, del que alguna vez fuimos parte, que tan frecuentemente moraliza sobre nuestras conductas pretendiendo establecer  la “línea correcta”, sin recordar que Jiles, al lado de ellos hizo su contribución valiente y eficaz contra la dictadura.

Con la superficialidad que se acostumbra en nuestro Chile, se sorprendían al escuchar: “no se equivoquen con ella”.

Ahora el país supo del gesto de Pamela Jiles contra la violencia política e inhumana de un diputado .

El nombre de este no importa. La historia no lo reconocerá.

Pero su siembra violentista requiere ser recordada para removerla de un país que es tarea de todos.

Por él me acordé de Neruda, cuando a propósito de un Presidente perseguidor de los derechos de las personas , escribió en el Canto General  :
”aquí dejo su nombre para que …cuando mi patria limpie su rostro …hayen el nombre y seas el montón de inmundicia evidente que el transeúnte evita pisar en cada esquina” .

[cita tipo=»destque»Por eso, mientras esperamos que se nos pierda en la memoria el nombre del agresor del momento, no hay que olvidar los nombres de los diputados Jaime Bellolio (Udi), Sebastián Torrealba(RN) que se diferenciaron , en estos días, exigiendo respeto por las víctimas de la dictadura, como han sido, hasta ahora en su historia política ,los gestos del Presidente Piñera construyendo una derecha democrática que destierre la violencia y haga su renovación. Y gestos de veracidad política como el de Jiles irán remeciendo las artríticas articulaciones de izquierda, en las que aparecemos ,actualmente más preocupados de la capacidad de maniobra táctica para el próximo espacio de poder, que de buscar en la profundidad del orgullo de los principios estratégicos o de la ira sana.[/cita]

En cambio a Jiles quería escribirle, para felicitarla por su conducta política frente al desprecio de algunos políticos conta el ser humano y que nace del aprecio que mantiene cierto derechismo vigente, hacia la barbarie inhumana de la dictadura; dictadura que aún veneran en la sombra del silencio cínico o que otros, como este bruto, que lo hacen a la luz pública sin ningún arrepentimiento y contradictoriamente exigiendo reconciliación .

El gesto de indignación de la Diputada Pamela Jiles marcará parte importante de su imagen de contribución a la política. Sobre todo porque, hasta ahora, ha mostrado -cosa escasa en la política- una coherencia entre imagen e identidad.

Exhibe una imagen  nacida de lo que ella es y no de un oropel publicitario .

Eso es sano y pedagógico para el saneamiento político.

La política ,le  decía Miterrand a Elie Wiessel, es la acción.

Los “papers”, digo yo, los documentos, los seminarios son una ayuda necesaria; las reflexiones y estudios, decía Miterrand, son apoyos para la acción .

Me atrevo a asegurar las palabras no son la política.

Por eso ,a menudo ,en  política las personas se conocen por sus gestos.

Aprecio serenamente la expresión pública de indignación de la diputada. Me identifico con eso.

Es la indignación que nace del tymo.

Del tymo platónico. El que reside en el centro del pecho, el que inspira lo que denomino la indignación sana .

Es la ira que se levanta cuando nos  atropellan  lo que apreciamos en nosotros mismos. Esa rabia es la emoción que surge en sentido contrario a lo que dice Hegel respecto al orgullo, como la emoción que sentimos cuando nos hacen reconocimiento de aquello que apreciamos en nosotros mismos.

El respeto al dolor y sufrimiento de las víctimas de la Dictadura está en lo más profundo de lo que nos constituye.

Los actos de reconocimientos frente uno u otro interés de las personas son los que van provocando emociones que caracterizan los lazos, el tipo de relación, la armonía o los conflictos que se establecen entre las personas, las familias, los grupos y la sociedad en su conjunto.

Del reconocimento que se haga de lo que nuestros valores distinguen y establezcen respecto uno u otro acto que hacen los demás, surgirán impulsos emocionales de orgullo, vergüenza o ira que marcarán la política y comportamientos motrices de las sociedades.

Así, quien lo hubiese imaginado, ya no cito más a Marx diciendo que la violencia es la partera de la historia, ni tampoco que, de manera exclusiva, solo la lucha de las clases es el motor del desarrollo y me renuevo atrevidamente a decir que el impulso del desarrollo político de la sociedad reside en el reconocimiento.

Aplicado al caso en comento, puede decirse que cuando no nos reconocen lo que cuidamos, amamos y valoramos como parte consustancial de nosotros mismos y de nuestra historia política, como es el respeto a las víctimas de la violencia derechista de la dictadura, entonces nos surge una emoción que se llama ira. La de la indignación sana.

Por eso, mientras esperamos que se nos pierda en la memoria el nombre del agresor del momento, no hay que olvidar los nombres de los diputados Jaime Bellolio (Udi), Sebastián Torrealba(RN) que se diferenciaron, en estos días, exigiendo respeto por las víctimas de la dictadura, como han sido, hasta ahora en su historia política, los gestos del Presidente Piñera construyendo una derecha democrática que destierre la violencia y haga su renovación .

Y gestos de veracidad política como el de Jiles irán remeciendo las artríticas articulaciones de izquierda, en las que aparecemos, actualmente más preocupados de la capacidad de maniobra táctica para el próximo espacio de poder, que de buscar en la profundidad del orgullo de los principios estratégicos o de la ira sana.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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