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Guerra comunicacional por sequía u obstrucción: el rol del PS, la irrupción de Piñera y el traspié de Blumel Opinión

Guerra comunicacional por sequía u obstrucción: el rol del PS, la irrupción de Piñera y el traspié de Blumel

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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El Presidente entró a este round parlamentario con todo. Acusó a la oposición de obstruccionismo y llegó a pronunciar una de las frases que quedarán para el bronce este año: “Pónganse a trabajar”, les dijo a los parlamentarios de oposición, argumentando que había muchos proyectos en trámite legislativo en que no se respetaban las urgencias enviadas por La Moneda. Sus palabras no cayeron bien, no solo en la ex Nueva Mayoría y el Frente Amplio, sino también en su propio sector. Se le criticó que se estuviera entrometiendo en otro poder del Estado y, también, el tono de patrón de fundo utilizado. Harboe llegó a señalar que el Mandatario pensó que estaba dando una orden en una de sus empresas, recordándole, el senador PPD, que ellos también habían sido elegidos por la gente. Pero desde el oficialismo se expresó cierta sorpresa, debido a que la intervención presidencial se contraponía con el llamado a buscar consensos para sacar adelante una agenda legislativa que el Gobierno tiene cuesta arriba, ya que no posee mayoría en ambas cámaras.


Lo cierto es que esto empezó como un típico gallito político, de esos que abusan de los conceptos y calificativos, pero que en la práctica se traducen en que un retador lanza un puñetazo sorpresivo para ver cómo responde el rival. Este es un juego viejo, propio de los parlamentarios, y que en esta ocasión correspondió a un púgil mareado, con un ojo en tinta y debilucho que se animó a “torear” a quien venía de darle una golpiza. Y, claro, para su sorpresa, logró que quien tenía al frente enganchara con su denuncia de “sequía legislativa” y se desatara la primera guerra comunicacional, desde el 11 de marzo a la fecha, entre la oposición y el oficialismo, bueno, mejor dicho, La Moneda.

Los hechos son bastante simples. Maya Fernández, presidenta de la Cámara, y su par en el Senado, Carlos Montes, plantearon que la agenda legislativa del Ejecutivo era pobre para los primeros cien días de Gobierno. En términos concretos, puntualizaron que se habían ingresado 11 proyectos, menos de la mitad que en el primer período del Mandatario.

Como este es un sistema exageradamente presidencialista y gran parte de la discusión parlamentaria se concentra en las iniciativas provenientes de La Moneda, pues solo ellos pueden ingresar proyectos que impliquen recursos y además les ponen las urgencias, es decir, cuán rápido deben discutirse, según los parlamentarios opositores, el Congreso estaba algo paralizado.

Por supuesto que la arremetida fue con la intención política de sacar al pizarrón al Gobierno, pero especialmente para intentar controlar la agenda luego de un período dominado por el Ejecutivo.

De seguro que en la oposición no esperaban una respuesta tan dura desde la otra vereda, menos que quien encabezara la arremetida fuera el propio Presidente Piñera. Lo lógico es que hubieran sido los parlamentarios de Chile Vamos los primeros en saltar, mal que mal, deberían salir a defender su accionar legislativo. Pero eso no ocurrió, incluso, el senador Andrés Allamand valoró la forma en que estaban trabajando oficialistas y opositores en la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado.

[cita tipo=»destaque»]La irrupción del Presidente Sebastián Piñera le quitó el piso al Gonzalo Blumel. El ministro Secretario General de la Presidencia había estado los días previos limando las asperezas con varios congresistas de oposición, en particular con el senador Montes. Incluso logrando un triunfo político al conseguir que los senadores Huenchumilla (DC), Quintana (PPD) e Insulza (PS) se reúnan con él la próxima semana. Para el debutante ministro estos meses no han sido fáciles. A su falta de experiencia legislativa –a la que los parlamentarios opositores le han sacado partido–, se suma el hecho de que ha estado obligado a centrar sus esfuerzos en la búsqueda de consensos en la antesala al Congreso, de manera de evitar que estos sufran un revés muy fuerte en la discusión parlamentaria.[/cita]

El Presidente entró a este round parlamentario con todo. Acusó a la oposición de obstruccionismo y llegó a pronunciar una de las frases que quedarán para el bronce este año: “Pónganse a trabajar”, les dijo a los parlamentarios de oposición, argumentando que había muchos proyectos en trámite legislativo en que no se respetaban las urgencias enviadas por La Moneda. Sus palabras no cayeron bien, no solo en la ex Nueva Mayoría y el Frente Amplio, sino también en su propio sector.

Se le criticó que se estuviera entrometiendo en otro poder del Estado y, también, el tono de patrón de fundo utilizado. Harboe llegó a señalar que el Mandatario pensó que estaba dando una orden en una de sus empresas, recordándole, el senador PPD, que ellos también habían sido elegidos por la gente. Pero desde el oficialismo se expresó cierta sorpresa, debido a que la intervención presidencial se contraponía con el llamado a buscar consensos para sacar adelante una agenda legislativa que el Gobierno tiene cuesta arriba, ya que no posee mayoría en ambas cámaras.

Por otra parte, la irrupción del Presidente Sebastián Piñera le quitó el piso al Gonzalo Blumel. El ministro Secretario General de la Presidencia había estado los días previos limando las asperezas con varios congresistas de oposición, en particular con el senador Montes. Incluso logrando un triunfo político al conseguir que los senadores Huenchumilla (DC), Quintana (PPD) e Insulza (PS) se reúnan con él la próxima semana. Para el debutante ministro estos meses no han sido fáciles. A su falta de experiencia legislativa –a la que los parlamentarios opositores le han sacado partido–, se suma el hecho de que ha estado obligado a centrar sus esfuerzos en la búsqueda de consensos en la antesala al Congreso, de manera de evitar que estos sufran un revés muy fuerte en la discusión parlamentaria.

Y vimos al Jefe de Estado entrar en la discusión con un alto protagonismo, más parecido a su estilo 2010 que al formato 2018, que lo obligó a incluir en su relato algunas explicaciones que, en cierta forma, le implicaron asumir –de manera implícita– que efectivamente los grandes proyectos aún no eran enviados al Congreso, porque estaban en estudio. Algo lógico, considerando que en varios ni siquiera tienen acuerdos en Chile Vamos. Pero también identificó en el Partido Socialista al autor intelectual de esta estrategia de “sequía legislativa”. Las sospechas son bastante obvias, de hecho, Fernández y Montes pertenecen al PS.

Desde La Moneda se decidió dar un giro y bajar el tono a la intervención de Piñera. En dos sincronizadas entrevistas del fin de semana pasado, tanto el Presidente como el ministro reforzaron la idea de que el éxito de un Gobierno no solo se mide en proyectos de ley.

Pero el golpe más importante fue el anuncio de que en los próximos 90 días el Ejecutivo enviará al Parlamento los llamados “Proyectos Esenciales”, entre ellos, las reforma a las Isapres y al sistema de Pensiones. También esta semana ingresarán cinco proyectos de ley al Congreso. Es decir, La Moneda terminó asumiendo la sequía legislativa, pero, al mismo tiempo, recogió el guante y de seguro recuperará la agenda.

Este episodio tiene como ganadores al Partido Socialista, ya que sigue liderando a la oposición y consiguió que La Moneda asumiera implícitamente su acusación, y también al Presidente Piñera, porque, pese a que nos hizo recordar su primer período, donde les quitaba el piso a sus ministros, al final fue capaz de aparecer como el líder de la coalición anunciando un paquete de proyectos que lo hacen recuperar la agenda.

Los que perdieron fueron el ministro Blumel, al que le torpedearon su estrategia y deberá redoblar sus esfuerzos para buscar acuerdos, con la desventaja de que sus rivales saben que el Presidente intervendrá cuando vea peligros para el Gobierno, y también los parlamentarios de Chile Vamos, que fueron meros espectadores de un tema que les incumbe directamente, y finalmente el FA, que sigue sumido en sus enredos, siendo incapaz de asumir un rol más protagónico en la oposición.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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