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¿Qué pasa con la infancia? Opinión

¿Qué pasa con la infancia?

Ana Concha Oyarce
Por : Ana Concha Oyarce Profesora de Educación Diferencial Estudiante de Magíster en Desarrollo Curricular y Proyectos Educativos
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“No se puede estudiar con hambre”. Es una frase que a raíz de los últimos sucesos políticos y económicos dio vuelta las redes sociales. Pero ¿qué quiere decir esto?

Hace 50 años una de las medidas del Gobierno fue la aplicación inmediata de asegurar la entrega de medio litro de leche diario a las niñas y los niños de nuestro país. Medida que se mantiene hasta el día de hoy y que se sustentó en dos puntos: el primero, el alto índice de desnutrición; el segundo, el desarrollo intelectual.

El proceso de aprendizaje es individual, en él intervienen diversos factores y la alimentación es uno de los pilares fundamentales para adquirirlo. Desde el punto de vista de la neurociencia, nuestro cerebro requiere una adecuada ingesta de lípidos. La mala alimentación puede deteriorar la síntesis de neurotransmisores por la falta de aminoácidos esenciales y las células del cerebro se pueden ver afectadas desde su cantidad y función. Por lo tanto, tendremos como resultado un desarrollo deficiente y, en consecuencia, las funciones cognitivas se verán perjudicadas.

Es el entorno de una niña o un niño lo que lo construye como ser humano

La situación económica, la escasez de dinero y trabajo para adquirir y asegurar la alimentación diaria no es lo único que afecta el aprendizaje en tiempos de pandemia, nuestros estudiantes también se ven afectados a nivel emocional dentro de sus hogares. La cesantía trae consigo una serie de dificultades que repercuten directamente en el entorno familiar.

Según la información de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la violencia intrafamiliar ha aumentado de manera significativa durante la pandemia. El Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, registra un aumento del 70% en las denuncias. Es necesario destacar que en los niños maltratados se presentan ciertas características que los muestran como personas sensibles, retraídas, miedosas, y síntomas como la pérdida del interés por realizar cualquier tipo de actividades, presentan baja autoestima y pueden también ser irritables, lo cual provoca a su maltratador.

La educación online

Aún así el Ministerio de Educación insiste en la educación bajo una modalidad a distancia y online, que tampoco resguarda los derechos de los estudiantes, que además no toma en cuenta la desigualdad social y la brecha tecnológica que repercute, precisamente, en los estudiantes más vulnerables. De más está decir que esta decisión es segregadora y que se les priva de poder continuar con el aprendizaje curricular. Existe claramente una falta de realidad por parte de nuestras autoridades.

El problema es el enfoque que se está dando a la educación durante esta pandemia, la educación debe dejar de ser curricular y pasar a ser social.

Repercursiones

Hace más de una semana el caso de Ámbar salió a la luz, y podríamos decir, al igual que nuestra ex Presidenta, que nos hemos enterado por la prensa sobre el abandono, negligencia y maltrato al que fue sometida. La violencia a la infancia la tenemos naturalizada y el adultocentrismo es el responsable.

El mayor problema radica en que tenemos que dejar de ver a las niñas y los niños como objetos y empezar a comprender que son personas con derechos, voz y voto. Hace ya una semana vengo leyendo críticas y más críticas en relación con el actuar de Sename. Se critica a los Programas de Intervención (PIE, PRM, PPF), se critica al sistema de forma generalizada, pero nos olvidamos de nuestras responsabilidades individuales dentro de este sistema sociocultural hegemónico (alias adultocentrismo), responsable de cómo se producen y reproducen nuestras relaciones basadas en la desigualdad, en donde se postergan las necesidades de los NNA por un egoísmo de nosotros los adultos y que, nos guste o no, se manifiesta en diferentes escalas.

Pero todo lo anterior no es impopular. Desde que Chile ratificó la Convención de los Derechos del Niño y la Niña, significa que estamos regidos por cuatro principios fundamentales: el interés superior del niño, la no discriminación, el desarrollo y protección, y también la participación en decisiones que los involucran (UNICEF). Lamentablemente, desde el punto de vista económico y comercial esto ha tomado un perfil similar a la Navidad.

Creo que la invitación es a reflexionar sobre esta «celebración» y empezar a ocuparnos de educar a las futuras generaciones para entender a las niñas y niños como sujetos sociales indistintamente del contexto sociocultural en el cual se desarrollan y comenzar a replantearnos esta necesidad egocéntrica de que el aprendizaje fundamental solo surge en las escuelas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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