Si hay algo que nos caracteriza a los chilenos es la propensión a relatar nuestra propia historia desde las dificultades. Nos encanta contar los obstáculos que debimos sortear para llegar al lugar donde estamos, destacando nuestros méritos personales y pasando por alto la existencia de circunstancias favorables. Esta tendencia se acentúa en tiempos electorales, quizás como una forma de proyectar cercanía hacia las masas a través de un discurso que permita que las personas se identifiquen.
Estamos en una sociedad donde muy pocos tienen la humildad de reconocer sus propios privilegios y la mayoría prefiere atribuir sus propios éxitos a la llamada ‘meritocracia’, que a su vez se basa en la premisa de que todos tuvimos las mismas oportunidades y que los ganadores merecen sus triunfos, de la misma manera que los perdedores no pueden culpar a nadie más que a sí mismos de sus fracasos[1], sin embargo, como bien observa el filósofo estadounidense Michael Sandel, esta percepción está lejos de la realidad. Las familias pobres tienen la mayor probabilidad de tener hijos pobres, mientras las familias ricas pueden traspasar sus ventajas a su descendencia.
Perfecto, pero ¿qué pasa con aquellos que nacieron pobres y lograron a través de su esfuerzo mejorar su situación económica?
Me voy a detener un momento sobre este punto para contar un poco de mi historia personal: me llamo Francisco, soy hijo de un artesano en madera y una dueña de casa en una pequeña comuna de la VII región. Cursé la enseñanza básica en una escuela pública de mi comuna y la enseñanza media en un liceo de mi provincia de origen. Gracias a mi esfuerzo logré un excelente puntaje en la PAA que me permitió ingresar becado a una de las mejores universidades del país. Luego me titulé, trabajé e incluso pude continuar mis estudios en el extranjero.
Hasta acá, podría decir que soy una persona sin privilegios, pero ¿es tan así? Para responder esta pregunta, vamos a repasar la historia: soy hijo de un artesano en madera y una dueña de casa. Mi mamá, dueña de casa, podía dedicarse a cuidarnos a mi hermana y a mí. Un gran privilegio, en comparación con muchos niños y niñas de Chile que deben quedarse solos porque ambos padres tienen que salir a trabajar.
Los ingresos de mi papá en su trabajo como artesano no eran muy altos, pero en cambio siempre fue un gran aficionado a la lectura y, cada vez que podía, compraba libros usados, conseguía libros prestados con amigos y siempre se las arregló para que en la casa hubiera algo interesante para leer. Eso, al lado de muchos de mis compañeros y compañeras de la enseñanza básica, era un privilegio. Cursé la enseñanza media en un liceo, pero me faltó decir que el liceo Luis Cruz Martínez era el mejor liceo de la provincia de Curicó en aquella época y que en cada generación muchos de sus egresados entraban a las mejores universidades de Chile. Estar en un curso de selección en ese liceo fue un privilegio.
Mis privilegios, sin embargo, son bastante modestos en comparación con los de Cristóbal, que nació el mismo año que yo y estudió la misma carrera -aunque en una universidad no tradicional-, pero que a los 13 años contaba con participación en empresas por más de 500 millones de pesos a su nombre[2], y cuyo emprendimiento ya suma contratos con el Estado por más de 470 millones de pesos[3]. Como es de esperar, en el relato de su historia abundan las alusiones a la creatividad, la independencia y el coraje[4]. Leyendo su historia, da la impresión que cualquiera puede comenzar una empresa tecnológica y salir a conquistar mercados extranjeros.
No es el único caso. Hace algunos años, diversos medios nos conmovían con la historia familiar de Laurence Golborne[5], pero en esos relatos no se mencionaba que una ferretería en un lugar estratégico de Maipú es algo parecido a una mina de oro[6]. Un gran privilegio.
La lista de historias cuyos protagonistas exhiben una especie de ceguera selectiva ante sus propios privilegios suma y sigue. En un ejemplo más reciente, en febrero de 2019 la entonces ministra de Educación, Marcela Cubillos, designaba a Raimundo, hijo de Carlos Larraín, como jefe de la Dirección de Educación General del Mineduc[7]. Ante los cuestionamientos que llegaron desde distintos flancos, el padre salió a defender los méritos de su hijo: “Si hay alguien que no necesita pitutos es Raimundo”[8], escribió el expresidente de RN, mientras que Cubillos sacaría a relucir en su cuenta de Twitter la formación académica y la experiencia de su nueva contratación “Bioquímico UC, profesor de Educación Media mención Biología (distinción máxima), master Educación y Desarrollo Internacional mención Liderazgo Escolar, Columbia University. Experiencia laboral como profesor en Educación pública, Enseña Chile y cofundador de Impulso Docente. Y sí, nuevo jefe de la DEG[9]”. Otra vez se alimenta el mito de que los ganadores obtienen con justicia nada más que aquello que merecen, pero no se hace mención a las circunstancias que permiten acceder a tan exclusiva formación académica y que la ministra de Educación tenga ese currículum en su escritorio y no el de tantos otros que quizás con mucho más esfuerzo han logrado una formación comparable y cuentan con más experiencia.
En estas historias y varias otras observamos los mismos ingredientes: esfuerzo, empuje, valentía, talento y creatividad, mientras se omite todo aquello que deje en evidencia la posición ventajosa desde donde partieron los protagonistas.
Hace poco apareció un libro llamado Sebastián Sichel /Sin Privilegios. No lo he leído, pero al ver el título me pregunto si de verdad será tan así. En un país como el nuestro, el tener acceso a libros, tener un apellido extranjero o incluso tener la tez blanca y los ojos claros pueden abrir puertas que no están abiertas para todos, pero es fácil autoconvencerse de que los logros individuales solo obedecen al mérito.
Citando nuevamente a Michael Sandel, el primer problema de la meritocracia es que las oportunidades no son iguales para todos, pero además crea un problema relacionado con la actitud hacia el éxito, que lleva a dividir a las personas entre ganadores y perdedores, generando arrogancia en los que tienen éxito, ya que creen que se lo han ganado por sus propios méritos y, al mismo tiempo, piensan que los que se quedaron atrás son responsables de estar así[10]. Ojalá algún día lleguemos a tener la grandeza y humildad para dar oportunidades reales a quienes realmente nacieron sin privilegios.
[1] Sandel, Michael (2020). The Tyranny of Merit: What’s Become of the Common Good, TED Talk. https://www.ted.com/talks/michael_sandel_the_tyranny_of_merit
[2] Skoknic, F. (2017). Las Sociedades en que se funde la fortuna de la familia Piñera-Morel. https://www.ciperchile.cl/2017/05/15/las-sociedades-en-que-se-funde-la-fortuna-de-la-familia-pinera-morel/
[3] Velásquez, F. & Ortiz, D. (2020). Hopin, firma ligada a Cristóbal Piñera, renueva convenio y ya suma $470 millones en contratos con el Estado. https://interferencia.cl/articulos/hopin-firma-ligada-cristobal-pinera-renueva-convenio-y-ya-suma-470-millones-en-contratos
[4] NM Noticias (2012). La historia de Cristóbal Piñera, hijo del presidente y empresario emprendedor. http://nmnoticias.ca/2012/05/06/la-historia-de-cristobal-pinera-hijo-del-presidente-chileno-y-empresario-emprendedor/
[5] Mebus, D., Concha, L. & Moraga, J. (2010). Lo que piensa Golborne. La Tercera Online. https://www.latercera.com/noticia/lo-que-piensa-golborne/
[6] Reyes, R. (2013). Ferretería Real: el “origen humilde” de los Golborne. Web The Clinic. https://www.theclinic.cl/2013/03/12/ferreteria-real-el-origen-humilde-de-los-golborne/
[7] CNN Chile (2019). Ministra Cubillos defiende a hijo de Carlos Larraín tras revelarse vínculos con el holding educacional Santo Tomás. Web CNN Chile. https://www.cnnchile.com/pais/ministra-cubillos-defiende-a-hijo-de-carlos-larrain-tras-revelarse-vinculos-con-el-holding-educacional-santo-tomas_20190207/
[8] Maturana, P. (2019). Larraín por designación de su hijo: Si hay alguien que no necesita pitutos es Raimundo. Web Radio Agricultura. https://www.radioagricultura.cl/politica/2019/02/05/larrain-por-designacion-de-hijo-si-alguien-no-necesita-pitutos-es-raimundo.html
[9] El Dínamo (2019). Cubillos tira sobre la mesa el CV del hijo de Larraín en medio de críticas por su contratación en puesto clave del Mineduc
[10] Hernández Velasco, I. (2021). Michael Sandel: «El primer problema de la meritocracia es que las oportunidades en realidad no son iguales para todos», Web BBC. https://www.bbc.com/mundo/noticias-55825871