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La PTU no mide la vocación del ser profesor/a Opinión

La PTU no mide la vocación del ser profesor/a

Luis Valenzuela Contreras
Por : Luis Valenzuela Contreras Decano de la Facultad de Educación Universidad Católica Silva Henríquez.
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¿Puede la vocación del ser profesor/a ser medida en la PTU? ¿Asegura un puntaje mínimo de ingreso universitario, generar profesores/as que hagan brillar los ojos de nuestras y nuestros estudiantes?

Sin duda, este fenómeno de la baja en la postulación a las carreras de pedagogía es multifactorial.  Desde hace mucho tiempo se ha construido un discurso negativo e imaginario de la calidad de los y las profesores/as en ejercicio y en formación, que nos hace responsables de los problemas sociales existentes en nuestro país, situación que afecta de igual manera a las instituciones encargadas de la formación inicial docente

En este último tiempo se ha promovido información menoscabada sobre la tarea de ser profesor/a que ha rodeado a la educación en Chile, prevaleciendo el desprestigio de la carrera docente. Y esto debe terminar.  

Se olvida lo que han vivido los y las profesores/as, toda la dedicación y el esfuerzo para poder seguir educando en tomas, estallido social y pandemia, en una modalidad que nos superó. Por sobre este discurso, las pedagogías están bien consideradas por los y las ciudadanos de este país, a pesar de las bajas remuneraciones, y de las mínimas condiciones laborales, hay quienes aún quieren ser profesor/a. 

En este contexto, estudios de Educar Chile indicaban el año pasado, que la pedagogía es una profesión que estaba entre las cuatro más valorada por la ciudadanía, no obstante, es una carrera “poco atractiva”, que debe mejorar, por ejemplo, las remuneraciones y las condiciones laborales. Un profesor ingresa al sistema ganado un sueldo de $979.440 y con 30 años de ejercicio docente puede alcanzar una remuneración de $ 2.609.027, para cuando ese docente tenga 55 años o más. ¿Puede ser atractivo esto? 

Así sumando desprestigio, remuneraciones precarias, y condiciones laborales, que, parecieran ser atractivas en un inicio – y que no lo son en un futuro – seguimos sosteniendo un sistema de postulación y normativa excluyente de quienes pueden tener la verdadera vocación de ser profesor/a. El buen maestro/a era el verdadero maestro/a, “que se entregaba a su oficio, demostraba lealtad y recibía una satisfacción personal al servir sin trepidar en el costo” (Hergreaves, 1999, en Valenzuela 2008;  Amador y Valenzuela 2010).

Seguidamente, ¿Qué evidencia existe respecto de que un postulante que obtiene entre 450 y 449 puntos, no pueda ser profesor/a? Por el contrario: ¿Hay evidencia que demuestre que un estudiante que obtiene 500 puntos será un buen profesor/a?

Los y las verdaderos/as profesores/as, además del conocimiento, son aquellos/as con una abismal vocación, y lo que no expresan en una pizarra lo irradian en cada pasillo, en cada sala, en cada lección. Aquellos/as profesores/as que se preocupan de atizar la llama interior de sus estudiantes, promover su curiosidad, generar su entusiasmo, que son motivadores por esencia, a esos no los selecciona la PTU.

Es legítimo preguntarse entonces: ¿cuántos postulantes a las carreras de pedagogía quedaron fuera de este proceso de admisión 2022? Según datos entregados por el Ministerio de Educación, Minuta de postulación centralizada, procesos de admisión 2022, fueron 8.704 jóvenes los que postularon a carreras de pedagogías. Sin embargo, sólo 681 fueron seleccionados en las carreras de pedagogías impartidas por universidades que aceptaron la posibilidad de incorporar el segundo criterio de habilitación establecido en la Ley 20.903 (30% superior). Si las cifras son las correctas, más de 8.000 postulantes decidieron otro camino y otro porcentaje no alcanzó los requisitos. 

¿Cuántos de los que no alcanzaron tenían verdadera vocación? ¿Qué diferencia existe vocacionalmente por sobre conocimiento entre un postulante de 450 y 449 puntos respecto de los que lograron cumplir con los requisitos de 500? ¿cuántos de ellos/as, que obtuvieron el puntaje, tienen verdadera vocación, versus aquellos/as que no cumplen con el puntaje mínimo exigido? No lo sabemos, lo que sí sabemos es que la PTU no determina la VOCACIÓN.  

Entonces, ¿por qué no definir el ser profesor/a por puntaje de corte y que cada institución se haga responsable, como en otras profesiones. No olvidemos que existen procesos de acreditación de las universidades y carreras, las que están acreditados dan fe de que su enseñanza es de calidad, ya que así lo determina la Comisión Nacional de Acreditación (CNA), siendo las universidades las encargadas de la formación de un/a profesional, y ya fueron certificadas. 

Es importante señalar que esto no significa, en ningún caso, bajar el nivel de exigencia; lo que se expone es que la vocación por ser profesor/a, no se logra evaluar a través de un puntaje, donde muchos y muchas con verdadera vocación quedan fuera, por tres preguntas erradas. Insisto en que el ingreso debiera ser por puntaje de corte y que las listas de espera puedan ser una realidad.

Definitivamente, el actual instrumento de ingreso universitario no mide la vocación de quien quiere estudiar pedagogía, mucho menos garantiza la calidad de la formación inicial docente, eso lo hace cada carrera de acuerdo a los estándares de calidad que exige la CNA, y es fundamental recuperar a los y las maestros/as, con esa sensibilidad, que logra hacer brillar a quienes están formando, inspirando así los sueños de los ciudadanos del siglo XXI, como así también el atractivo en las remuneraciones y condiciones laborales.

Es urgente sentarse a corregir y mejorar la Ley 20.903.

 

  • Dr. Luis Valenzuela Contreras – Decano de la Facultad de Educación Universidad Católica Silva Henríquez.
  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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