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Aluviones: una amenaza constante en Chile Opinión

Aluviones: una amenaza constante en Chile

Felipe Ochoa Cornejo
Por : Felipe Ochoa Cornejo Académico del Departamento de Ingeniería Civil U. de Chile
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En Chile los peligros geológicos como terremotos, explosiones volcánicas, tormentas, deslizamientos de tierra, aluviones, entre otros, son sistemáticos. Estos peligros pueden interactuar entre ellos, pudiendo uno gatillar al otro.

Este es el caso de los aluviones; cuando hay una lluvia fuerte en alta montaña, o en un sector donde casi no llueve, el agua lluvia afloja y remueve masas de suelo y rocas por arrastre e impacto, transportándose por gravedad cuesta abajo. Si la cantidad de agua y sedimento arrastrado es masiva, se produce una agresiva mazamorra de agua + rocas + suelo que desciende por las pendientes con velocidades que pueden llegar a 100 km/h, dependiendo de la pendiente del terreno, la cantidad de agua, el tipo de sedimento, etc.

Los gatillantes de los aluviones pueden ser lluvias, remociones en masa, deshielos, erupciones volcánicas, u otros eventos con grandes cantidades de agua involucrada y arrastre de sedimentos. Pueden viajar grandes distancias y vastas extensiones geográficas, arrasando todo a su paso; inclusive árboles, autos, o casas. En dicho escenario, los aluviones son catastróficos y muy destructivos, causando pérdidas humanas, daños en estructuras, carreteras, puentes, etc… como un tsunami desde las montañas.

Los más grandes y dramáticos aluviones ocurridos en Chile han estado acompañados por fenómenos meteorológicos anómalos. El aluvión de Antofagasta (junio 1991) fue causado por una lluvia torrencial inédita. Los aluviones de la quebrada de Macul (mayo 1993) y Atacama (marzo 2015) fueron por inusuales lluvias en muy poco tiempo, desbordando ríos y caudales. El aluvión de Villa Santa Lucía (diciembre 2017) fue por un río atmosférico que precipitó en el cordón Yelcho, induciendo un deslizamiento y aluvión que se transportó 10 km hasta cubrir la villa.

Los aluviones son casi inevitables, pero se puede lidiar con ellos. Algunas estrategias para reducir los riesgos son los estudios de planificación urbana y uso de suelo para identificar áreas habitadas con alto riesgo de aluvión, para desarrollar políticas para reducir la exposición de personas e infraestructura. Ingenierilmente, hay alternativas de mitigación como muros de contención y canales de evacuación. Estas estrategias dependerán de las condiciones geomorfológicas y las aristas de acción posibles de ejecutar.

Hace algún tiempo, han ganado popularidad los sistemas de alerta temprana, que cuantifican la probabilidad de una amenaza geológica, actuando como verdaderos semáforos que alertan a la población sobre las acciones a tomar ante potenciales aluviones. Cuando estos sistemas se complementan con protocolos de gestión de emergencias, los beneficios sociales y económicos son significativos. Sin embargo, la educación y divulgación sobre los riesgos y peligros geológicos siempre son las mejores estrategias, reduciendo la pérdida de vidas y daños materiales, fomentando la colaboración entre autoridades y la población. ¡Siempre es mejor la prevención por sobre la reacción!

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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