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La tecnología no puede reemplazarnos Opinión

La tecnología no puede reemplazarnos


La popularidad de algoritmos como ChatGPT nos lleva a imaginar un futuro con la Inteligencia Artificial como protagonista y a preguntarnos ¿estos programas realmente llegaron para cambiarlo todo?

En menos de dos meses, ChatGPT superó los 100 millones de usuarios e inició un debate sobre qué lugar ocuparán los redactores, investigadores, los servicios de búsqueda, e incluso los desarrolladores de código, en este escenario que nos presenta la Inteligencia Artificial (o AI, por sus siglas en inglés). 

Capaz de responder prácticamente cualquier pregunta y escribir desde artículos hasta guiones de obras de teatro, este desarrollo de la empresa OpenAI, que hace pocos días lanzó su versión ChatGPT-4, vino a revolucionar el mundo como lo conocemos…O quizá, no tanto.

Los avances tecnológicos de este tipo suelen desencadenar dos posturas: la digitalización será nuestra salvación o nuestra perdición. Parecen ilimitados y son tan precisos que asustan, por lo que es normal pensar que estos sustituirán ciertos roles. Este chat es capaz de asistir a equipos de marketing, publicidad y redacción, hasta facilitar tareas de la comunicación de empresas, entre muchas otras. Aun así, no hay por qué temer. Lejos de reemplazar a los profesionales, las tecnologías de este tipo están a nuestro servicio para potenciar y hacer más eficiente y ágil nuestro trabajo. Esta es una historia que ya he escuchado antes. 

Recuerdo en 2006, por ejemplo, cuando se lanzó Google Traductor, una interfaz multilingüe que cambió nuestras vidas. Desde sus comienzos, este sistema de traducción automatizada puede reversionar un texto a otro idioma en cuestión de segundos, e incluso leerlo en voz alta con una pronunciación impecable. Luego de 17 años, el sistema soporta más de 130 idiomas y hay otros 100 que están en estado beta y se incluirán en el futuro. A pesar de la inteligencia de este instrumento, su llegada no significó el fin de los traductores, intérpretes o profesores de idiomas. Pero, si es tan eficiente y accesible, ¿por qué no sucedió esto?

Creo que la respuesta está en que ningún sistema, por más avanzado que sea, podrá jamás reemplazar la creatividad de una persona. Esta tecnología no logra generar sus propias ideas, profundizar en temáticas de las que no haya aprendido ni trasladar sus habilidades a otras áreas en las que no estén entrenadas. Estoy convencido de que los algoritmos no pueden ganarnos en esta carrera. La capacidad de tener emociones y de invención son parte esencial y diferencial de cómo y por qué hacemos las cosas los seres humanos.

Considero que ChatGPT tiene este mismo destino: es una herramienta nueva que está al alcance de varios profesionales de diferentes ámbitos, pero jamás será su suplente. Como Director Global de Marketing y Comunicación de un acelerador digital como NEORIS, por supuesto que apoyo el desarrollo tecnológico y a los equipos que exploran hasta dónde pueden llegar este tipo de herramientas, pero tengo muy claro que cualquier mecanismo o sistema necesita de intervención humana para realmente aprovechar su máximo potencial. Al final, estos fueron creados y diseñados por personas, ¿verdad? La tecnología sin personas detrás, no tiene sentido en sí misma.

Estos cambios son una oportunidad para reinventar los trabajos e imaginar nuevos oficios. Recuerdo en la película “Charlie y la Fábrica de Chocolate” cuando William Bucket, el padre de Charlie, es reemplazado por una máquina en su empleo. De repente, todos los otros puestos de la cadena de producción fueron, igualmente, suplantados por tecnología. Sin embargo, al final William es nuevamente contratado pero como técnico, ya que sólo él entendía cómo optimizar los tiempos, reparar las fallas y dar soporte a la maquinaria para que funcionara. Es así como veo el escenario del futuro: las máquinas y la tecnología potenciando nuestras capacidades y llevándonos a explorar nuevas áreas de conocimiento donde serán muy necesarias las personas.

Las capacidades de la AI son un hito en la historia. Aun así, hay que recordar que ni los avatares ni el ChatGPT pueden hacer observaciones propias ni “crear” nada por sí mismos, ya que estos programas funcionan aprendiendo de información existente. Son un reflejo de nuestro trabajo y están impulsados por nuestros logros; en otras palabras, son una extensión de nosotros mismos. Es como elegir entre una computadora o la pluma y el papel; queda en cada uno decidir cómo lo usaremos y por qué lo elegimos.

Celebro estos avances en la Inteligencia Artificial porque ampliarán el repertorio de nuestras propias habilidades y agregarán valor a nuestros resultados. Su popularidad no debería verse como una amenaza a nuestros roles o trabajos; por el contrario, debe verse como una oportunidad para sacar lo mejor de cada uno. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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