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El polo europeo: la única manera de contener a EEUU

El expediente iraquí, por la precipitación de los hechos y la aniquilación de la vía multilateral, está a punto de forzar la formación de otro polo con poder bélico que contrapese al norteamericano. Para muchos habitantes del viejo continente y de otras partes del mundo esta "no es una mala idea".


Que la guerra fría había terminado con la globalización es uno de los espejismos que la invasión a Irak borró fácilmente. La verdad es que guerra fría y globalización se retroalimentan bajo la égida de un poder unilateral.



La idea de construir un polo de contención a los EEUU se ha ido perfilando en Europa, particularmente en los pasillos de la OTAN y de la CEE en Bruselas como reporta, entre otros, Iain Back en el diario The Guardian, el 30 abril recién pasado.



"No es que se haya declarado la Tercera Guerra Mundial, como sostuvo apasionadamente hace poco Le Nouvelle Observateur. Para eso faltan muchos pasos y no se podría excluir de la conflagración global a países como China, India o Japón. Este diseño no va para allá, todavía. EEUU vendió bien el cuento a Blair, pero aún no convence al resto Europa. Hasta los italianos y los españoles están a punto de echar pie atrás ante futuras aventuras de los estrategas de Washington", nos dice una fuente en Bruselas.



El expediente iraquí, por la precipitación de los hechos y la aniquilación de la vía multilateral, está a punto de forzar la formación de otro polo con poder bélico similar al norteamericano. Y las bases para su formación están en el corazón de Europa. Para muchos europeos y habitantes de otras partes del mundo esta "no sería una mala idea".



Pero la creación de un polo de contención de EEUU atraviesa una serie de áreas entre las cuales la seguridad será el eje central.



Europa esta preparada, financieramente, para erigirse en ese polo. Lo que resta es una camino largo de negociaciones para definir el futuro escenario de una alianza transatlántica que acusó el impacto de la lucha contra el terrorismo.



"Dogs of war"



En Irak se continúa constatando un proceso de inconsistencias de liderazgo y diplomacia que ha derivado en caos y horror. Lo que se palpa, diariamente, es producto del aceleramiento por instalar un diseño de dominación unilateral en la zona.



También, se observa la frigidez de organismos y normas internacionales incapaces de imponer un alto al fuego y de amordazar a los "perros de la guerra", como se autodenominan los marines que ingresaron en Bagdad.



Pero los perros de la guerra -o dogs of war- son en realidad "conceptualizadores" y no es fácil quitarles un "hueso" de información, lo que ha generado un reclamo generalizado en la prensa europea que ha mantenido consistencia en calificar este episodio de la intervención de Irak como absurdo e injustificado.



Hay profundo desagrado. Periodistas de The Guardian piensan, por ejemplo, que "Blair o esconde algo, lo ignora o tiene una tuerca mala en la cabeza" -"He is insane or knows something that we do not know"-. El enfado no es solo por la muerte cotidiana y los remanentes de una ocupación que no es aceptada por la población. Es también por el hecho de que ninguna de las excusas para invadir el Irak han sido satisfechas ante la opinión pública.



"Esta es una guerra donde la imagen pública es lo de menos", sostiene un analista ligado al equipo cupular del diseño. "Es el objetivo cumplido lo esencial. Los contratos prometidos están en curso, los dineros están fluyendo, las acciones primarias de reconstrucción están en "full swing", o sea, en movimiento total. Es tiempo que se declare el fin a la etapa de la guerra y que comience la estabilización", nos dijo el analista 48 horas antes que Bush declarara, ayer, el fin de las "acciones militares" desde el portaaviones Abraham Lincoln.



Como mecanismo de propaganda, y para confirmar la falta de uniformidad en la información, Bush declara el pronto el fin de la guerra. Mientras no se encuentra por ninguna parte a Sadam ni las armas de destrucción masiva. Tampoco evidencias de vínculos del régimen abatido con el grupo terrorista Al Qaeda.



Pero la verdadera estabilización de Irak no está en manos de los poderes responsables de su destrucción. Por el contrario el panorama no puede ser más desolador: la fatiga se apodera de todos los cuarteles ante la prolongación de las negociaciones que buscan definir lo esencial: cuál será el curso futuro de Irak. Más allá de actuar "caso a caso", en la medida de cómo vayan ocurriendo los acontecimientos, el problema central reside en la información desigual que tienen las partes comprometidas.



Quemar etapas precipitadamente para compensar esta falencia en la información de los que conceptualizan y deciden, es la metodología reinante. La nula uniformidad de la información es el peor escenario para comenzar a discutir una estrategia común, de la que no se perciben luces de que pueda existir en el corto plazo. La razón: EEUU y el Reino Unido manejan información privilegiada que no han querido compartir o, simplemente, no la tienen, lo que pude ser peor.



Según fuentes que conocen el proceso, "este oscurantismo se inicia mucho antes de la resolución 1441 en noviembre de 2002". Su origen, sostienen, estaría a lo menos en el diseño primario que trazaron Bush y Blair en diciembre de 2001, el cual ignoró absolutamente los elementos propios de la cultura árabe. Es como una partitura escrita por un lego para que sea interpretada por una orquesta que no sabe de música.



Este reino de la improvisación y falta de inteligencia refleja los intereses de una alianza construida con los argumentos triunfalistas de la derrota del comunismo. Pero el miedo que generaba la amenaza real de la expansión de los bolcheviques, no ha resultado un aglutinante efectivo cuando los ideólogos de Bush esgrimen el argumento del terrorismo islámico. La tesis del ataque preventivo, como el aplicado a Irak, está provocando más de un problema a EEUU con sus aliados.



Según nuestras fuentes, es "la desconfianza de la gente; todo el mundo está atento a la implantación de evidencias, es por eso que la tensión continúa". Situación que analiza J. Freeland en The Guardian, objetivamente el único periódico que no se ha matriculado con la versión oficial, al menos todavía. Según el Freeland, la "inteligencia británica debe explicar o asumir que se le ha engañado".



El decretar el fin de la guerra es otra acelerada de Bush y los republicanos. Es una jugada comunicacional para establecer un triunfo irreal para pasar a la etapa de normalización, la cual no podrán poner, efectivamente, en curso porque la ocupación no ha concluido para dejar el campo libre al inicio de un proceso político.



En Irak la resistencia continúa de modo esporádico, pero persistente. Los medios "embebidos" – ahora en cómodos 4X4- no tiene libertad para circular. El vilipendiado Ministerio de Información iraquí que restringía los movimientos de la prensa, ha sido reemplazado por el Comando Central de Qatar y la Oficina de Jay Garner, en Kuwait -HAOC, Humanitarian Affairs Operations Centre-, que niegan los visados a los medios independientes, por lo que no les queda más que plegarse y cooperar con las cadenas de EEUU y el Reino Unido. Es el mismo escenario del periodo de la guerra.



Para paliar esta insuficiencia básica de información, que se ha convertido en fatal, "los termocéfalos del siglo", como se les llama en el Medio Oriente a los planificadores de esta guerra, han establecido una pauta comunicacional que no deja dudas: "Somos el poder dominante en el mundo. Y bien que así sea, porque transmitimos democracia, libertad y bienestar", mensaje que las embajadas de EEUU tienen la orden de difundir de modo claro e inequívoco. La primera premisa, al menos, no necesita difusión, todo el mundo la tiene clara.



Pero no hay que asombrarse con esta pauta que sigue el patrón que se perfiló desde que se negoció la invasión en la oficina del Secretario General de la ONU, a espaldas del Consejo. Esta cuestión -que no se ha zanjado aún- es la causa central del curso de inconsistencias observadas en Putin, Schroeder, Chirac y otros miembros menos claves del Consejo.



Todos han perdido la paciencia, porque no hay un marco de acción para unificar criterios y la Oficina del Secretario General no solo ha perdido protagonismo, sino que también no tiene toda la información disponible.



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