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Chile juega a la doble estrategia con Bolivia en Cumbre de Monterrey

Ayer, durante las últimas rondas de la Cumbre, el Mandatario estadounidense, George W. Bush, sacó una carta bajo la manga que, hasta ahora, no se sabe si fue de carácter individual o responde a los intentos de la diplomacia chilena o boliviana de ampliar la agenda del encuentro y convocó para este viernes a una reunión en Washington, donde se tratará la salida al mar.


Pese a la existencia de diversos temas a tratar en la Cumbre de Las Américas por los 34 países que la componen -superación de la pobreza, gobernabilidad y otros- el foco de atención en la primera reunión de ayer en Monterrey, México, fue el hasta ahora "conflicto discursivo" entre Chile y Bolivia, sobre una posible búsqueda de una salida al mar para nuestros vecinos del norte.



La presión era adicional para los intereses chilenos debido a que se suspendió un almuerzo entre el Presidente Ricardo Lagos y los mandatarios de Brasil, Ignacio Lula Da Silva y Vicente Fox, de México. Fue en este espacio de tiempo, donde la diplomacia boliviana intentó poner en jaque a Lagos y trató de usar el interludio para que Carlos Mesa se encontrara cara a cara con el mandatario chileno. Esto abría la posibilidad de que Bolivia instalara en la agenda de la reunión el conflicto de su mediterraneidad de manera real y no mediática.



La canciller chilena, Soledad Alvear, sin embargo, encontró una manera diplomática de evitar que Lagos se reuniera con Mesa al programar, rápidamente, dos encuentros con los presidentes de Perú y Argentina.



Aunque Lagos iba decidido a no tocar el tema boliviano, ayer le dio «pie forzado» a su homólogo peruano, Alejandro Toledo, cuando declaró que «no está en mis planes que hablemos ese tema, pero si él (Toledo) lo propone, lo conversaremos».



Lagos, al abrirse a una posibilidad de diálogo con Perú, está entrando en el terreno del doble juego. Por un lado quiere llegar a un consenso (a pesar de que llevó a Monterrey una minuta de 19 puntos con los que neutralizaba una ofensiva boliviana al recordar todos los beneficios que Chile le da a esa nación) y, por otro, ya tiene una decisión tomada al asegurar que el tema de la soberanía no se discutirá.



Postura "evidente e intransable"



Fuentes de la Cancillería comentaron que la posición adoptada por Chile es evidente, «porque intentar una negociación con Bolivia para otorgarle una salida marítima, supone un costo político muy alto que nadie está dispuesto a pagar».



La misma fuente añade que la mediterraneidad del país altiplánico «no es un asunto bilateral, porque es un tema que parte con Bolivia y sobre el que Chile tiene una postura firme».



«Como el Gobierno chileno no ha aceptado conversar el tema, el conflicto es boliviano", se indicó.



Sólo si Chile decide evaluar realmente la situación boliviana, el tema pasará a ser trilateral porque la única solución viable pasa por Arica. Por lo tanto, Perú tendría que intervenir y dar su visto bueno para que Bolivia tenga una salida al mar, tal como lo estipula el tratado suscrito entre ambas naciones en 1929.



Según la fuente de la Cancillería, el ingreso de tantos países al conflicto de la mediterraneidad boliviana se justifica por la sencilla razón de que «Chile tiene una postura impopular frente al tema, en donde muchos lo catalogan de egoísta por no querer acceder a darle una salida al mar a los bolivianos".



«Si se toma en cuenta la globalización que ha sufrido, tanto Chile como América Latina, parece improcedente la actitud del Gobierno de Lagos que se niega a aceptar que todos los conflictos que sucedan en la región son compartidos, porque la integración económica ha permitido que los lazos se estrechen y las fronteras se acorten", dijo la fuente.



Lo anterior, de acuerdo a la misma fuente, hace que sea imposible que el tema de la mediterraneidad de Bolivia no se toque, independiente de todas la maniobras que la canciller Alvear haga para impedir que Lagos aborde el tema.



Chavez, again



Sin embargo, pese a la evidente tranquilidad que había mantenido la Cumbre, nuevamente el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, reiteró su apoyo a la demanda marítima boliviana, tal como lo hiciera al inicio de este conflicto en noviembre pasado. Insistió en su sueño: bañarse en una playa boliviana.



Pero Chavez no sólo se quedó en su iteración de ideas de política exterior. Esta vez fue más lejos, cuando hizo mención al supuesto apoyo que Chile le habría dado al intento de golpe de Estado que lo derrocó del poder por algunas horas el 11 de abril de 2002.



El "comentario" de Chávez no gustó en la Cancillería chilena y generó rápidas reacciones que, minutos después, se transformaron en el envío de un comunicado oficial en el que se desmentían los dichos del mandatario venezolano.



Sin embargo, el Presidente Lagos no quiso calificar los dichos de su «colega» y sólo se ciñó a recordar una llamada telefónica que recibió tras esa situación, donde Chávez le agradeció el apoyo a su gobierno democráticamente elegido.



La última actividad que tendrá hoy el mandatario chileno será una comida que ofrece el presidente Vicente Fox a todos los Jefes de Estado y Gobierno en el Palacio Presidencial.



George W. Bush entra en la agenda



Ayer, en tanto, durante las últimas rondas de la Cumbre, el mandatario estadounidense, George W. Bush, sacó una carta bajo la manga que hasta ahora no se sabe si fue de carácter individual o responde a los intentos de la diplomacia chilena o boliviana de ampliar la agenda del encuentro con un primus interpares como mediador.



Fuentes de la cancillería mexicana aseguraron que el tema que se tratará será la emergencia financiera de Bolivia, sobre todo su deuda externa.



La reunión estaría concertada hace más de dos semanas con el gobierno estadounidense.



Con el tradicional lenguaje de «apoyar las democracias de la región», el gobierno estadounidense entrará a tallar en estas negociaciones, donde hay que recordar, Chile tiene un punto a favor, que es la reciente firma del Tratado de Libre Comercio entre ambas naciones.



Sin embargo, las expresiones de Bush en torno a mejorar las condiciones económicas en la región, podrían significar un dolor de cabeza a la Cancillería chilena.



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