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«Igualdad de oportunidades es eslogan derechista ante tema de la equidad»

Los resultados de la última encuesta Cerc, en que el respaldo al ex edil de Santiago decrece mientras sube el respaldo a Michelle Bachelet, son analizados por Carlos Huneeus, director de este centro de estudios, para quien Lavín se equivocó al presidencializar las elecciones municipales, si bien no ha perdido su opción de llegar a La Moneda.


La última encuesta realizada por el Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (Cerc) arrojó un crudo resultado para Joaquín Lavín y la Alianza por Chile. Si bien el candidato de la derecha mantiene la primera opción a La Moneda, ve cómo de forma progresiva se le acerca la candidata de la Concertación Michelle Bachelet. Y todo esto acontece mientras la aprobación al gobierno del Presidente Ricardo Lagos parece no alcanzar un techo.



-¿Cuáles son las principales conclusiones de la encuesta?
-Que este ha sido el año del Presidente Ricardo Lagos y eso tiene efecto en la Concertación y en las personalidades de la coalición, en especial Michelle Bachelet. Además, se trata del peor año de Joaquín Lavín: sin haber logrado recuperarse de los errores de la Alianza en el caso Spiniak, se equivocó al presidencializar la campaña municipal. Puso las barbas en remojo pero no logró los propósitos que se planteó y no salió victorioso. En tercer lugar, el tema de los derechos humanos se confirma como tremendamente actual, atraviesa a toda la sociedad, mantiene vigencia, influye en las opiniones ciudadanas y tendrá efecto en las elecciones presidenciales. Y en cuarto lugar, una buena imagen del país, que se ve que está avanzando con buenas perspectivas.



-¿Por qué Lagos crece mientras aún persisten problemas económicos?
-Existe la visión de que ciertas personas tienen un tremendo poder en este país. Se ve que algunos son los que se benefician. Pero eso no altera la visión de que este es un gobierno que lo ha hecho bien. Eso se puede atribuir a que el Presidente Lagos ha aprendido con el desempeño del cargo, en comparación a los primeros años, cuando se apreciaba metido en muchos temas, sin dar prioridades. Y ha tenido logros importantes, como la apuesta en el Consejo de Seguridad sobre Irak, que fue acertada: EE.UU. está pagando costos altísimos. Y, en segundo lugar, la cumbre de la APEC, que tuvo un impacto tremendo. Eso hace que el gobierno esté afiatado, más allá de problemas como el caso del Puente Loncomilla.



-¿Lavín erró al presidencializar las municipales?
-Fue un error político básico. Uno hace predicciones en función de información que posee, y seguramente la información que tenían los hizo realizar una predicción que al no haberse conseguido, condujo a que en las filas de la Alianza cunda el desaliento y la desorientación. El bochorno se podía haber evitado si hubiesen sido realistas en sus pronósticos. Entonces, hubo falla de diseño estratégico. El propio candidato se dejó llevar, en vez de calmarse. A diferencia de lo que hizo, por ejemplo, el presidente de la DC, Adolfo Zaldívar), al plantear un objetivo modesto, detener la caída. Ese pronóstico fue fácil de cumplir y es un resultado muy positivo. Pero si Zaldívar hubiese planteado un objetivo tan exigente como el que hizo la Alianza, no lo habría cumplido.



-¿Y cómo se ve el camino para las elecciones presidenciales del 2005?
-Lavín ha tenido bajas en el pasado. La Alianza está en condiciones de recuperar posiciones y, ahora, eso también tiene que ver con la Concertación y con la capacidad que tengan en la oposición de conformar una plantilla atractiva. El trabajo de la Alianza puede ser facilitado por la estrategia de la Concertación. Si la Concertación hace bien su trabajo, va a ser difícil para la Alianza alcanzar sus objetivos.



-¿Tiene que ver en la baja de Lavín la posición que adoptó en cuanto a un mea culpa por los DD.HH.?
-Sí, están pagando un costo, que es muy complejo, muy difícil, que hay que comprenderlo en su complejidad. La UDI tiene una base electoral muy importante constituida por los que adhirieron al régimen de Pinochet y ellos quieren mantener esa clientela electoral y crecer hacia el centro. Esos objetivos son contradictorios, porque si quiere crecer al centro debe tomar distancia del régimen militar y tener alguna palabra respecto a los atropellos a los derechos humanos. Cómo compatibilizar esos dos objetivos antagónicos es el desafío del liderazgo de la UDI, que hasta ahora no se hizo bien. La UDI había tomado la iniciativa en DD.HH., al dar un salto en el tema y ponerse del lado de las víctimas, pero fue transitorio, porque cuando corresponde abarcar la amplitud del tema, no sólo un caso en abstracto, no sólo las necesidades de los familiares de las víctimas, la gente de la UDI se inhibió y optó más bien por el silencio.



-Se habla de renovar rostros, en especial los presidentes de la UDI y RN.
-La relación con el régimen militar es más compleja. La UDI está demasiado entrelazada con el régimen, porque todos sus dirigentes estuvieron participando. Algunos lo hicieron abiertamente y otros, no tanto, pero financiados por ellos. Pensemos en el caso de Pablo Longueira: un asesor de Vivienda, un activista en los sectores poblacionales. Ahí hay un problema generacional y a la UDI le tomará mucho tiempo ser un partido distinto del que surgió y participó activamente en la dictadura de Pinochet. Usted comienza a preguntar y salvo más jóvenes -diputados que tendrán 30 ó 32 años, el resto fueron activos dirigentes del Frente Juvenil de Unidad Nacional. La UDI ha conseguido un porcentaje altísimo de votos, pero falló en su estrategia de seguir creciendo por una falla de liderazgo, cuando perdió la brújula con el caso Spiniak. Y este año tampoco fue un año favorable para ellos. El paso del tiempo en este tema de la dictadura de Pinochet y los derechos humanos, los sigue golpeando hasta que no se defina bien una política similar o parecida a un mea culpa.



-¿Y en el caso de RN?
-RN tiene otros problemas. No tiene ese nivel de imbricación con el régimen autoritario. Muchas figuras fueron más bien lo que se llama la semioposición, o sea, personas que no querían cambiar al régimen de Pinochet pero que estaban contra las violaciones de los DDHH. No eran partidarios del neoliberalismo extremo, pero salvo honrosas excepciones -estoy pensando en Sebastián Piñera- el resto votó por la fórmula del Sí en cada uno de los tres plebiscitos que hubo. Entonces, por otro lado, RN ha tenido un desempeño durante la democracia dentro del sistema democrático. Ellos no se plegaron a la política que sí hizo la UDI durante los primeros años, la política antipolítica que siguieron, de la cual Longueira fue uno de sus principales exponentes, pero no el único. RN tuvo una postura claramente comprometida con la democracia y el orden democrático. Pero tiene un problema de falta de identidad programática, que es grave, además de un conflicto de liderazgo.



-¿Y Lavín tiene los mismos problemas?
-Él no puede renegar de su historia. Él estuvo en Chacarillas, trabajó en El Mercurio, en el cual pintó un cuadro feliz de esos años. Escribió un libro famoso (»Chile: revolución silenciosa»). Forma parte de esa historia. Pero más de la mitad pensó en su momento que eso no era un obstáculo y votó por él. Entonces, el punto es más bien si Lavín va a estar en condiciones de ser un candidato presidencial tan fuerte como lo fue en 1999. Y la respuesta depende de sus propias capacidades, de ofrecer una alternativa novedosa y que los partidos colaboren amistosamente en una competencia parlamentaria que no va a ser nada de fácil.



-¿Cómo explica estas declaraciones que ha tenido Lavín, de decir que él va de nuevo de chico a grande? ¿Una estrategia bien pensada o una reacción por una derrota?
-Uno se da cuenta de que el liderazgo que ejerció un tiempo, de sacar conejos de una manga, se ha terminado. Porque no es fácil inventar operaciones mediáticas espectaculares o exóticas, como fue viajar a Haití con una vedette. Siempre hay oportunidades de hacer cosas exóticas, pero eso agota y la semejanza que tiene con la farandulización de la política, que es algo que tampoco los chilenos van a seguir apoyando, hace que esas iniciativas sean arriesgadas. Pero él es un hombre que tiene experiencia política, varias campañas, tiene buenos asesores y muchísimo dinero. Tiene bastantes recursos como para iniciar una campaña presidencial muy potente.



-¿Según los resultados que aparecen en las encuestas, en especial en esta última de Cerc, le ha dañado a Lavín ser en la práctica un candidato permanente, por seis años?
-No se puede sacar una conclusión categórica. Seguramente si se hubiera mantenido fuera ahora estaría en mejores condiciones y se habría evitado la incomodidad de ser evaluado como un alcalde que no tuvo buen desempeño. Evidentemente, como alcalde de Santiago su gestión fue bastante mediocre. El sucesor, Raúl Alcaíno, ha tenido que rectificar una serie de líneas. Pero hay que ser prudente, porque no es un cadáver político. Está en un momento malo, pero tiene un sector político muy poderoso y cuenta con el apoyo de su partido, de asesores y recursos.



El apoyo a Ricardo Lagos



-¿El apoyo de Lagos es traspasable a su sucesor en la Concertación?
– Obviamente eso es limitado, porque la política está muy personalizada y en un régimen presidencial la individualización de ella en el Jefe de Estado es enorme. Estas lealtades son para Ricardo Lagos y su equipo. Pero sin duda que una parte de ella es traspasables a la coalición, especialmente cuando ésta tiene la capacidad de mostrar que va a ser continuidad con renovación. Adempás, Lagos es un Presidente que está preocupado de la sucesión y eso es un tema muy importante. Para los anteriores presidentes no fue tan difícil como es ahora, porque él fue elegido por una estrecha mayoría, en segunda vuelta. Es un Presidente más debilitado que los anteriores, por lo tanto hoy el tema sucesorio tiene mayor trascendencia que en 1993 o 1999. A él lo que le conviene es que esto sea lo menos traumático posible. Si es en mayo, junio o incluso julio no es tan importante en cuanto a que la nominación del candidato de la Concertación sea bien hecha. Si la Concertación lo hace mal, deja heridos, eso va a resentir la campaña y va a ser un handicap en contra que va a pesar en la evaluación que se haga de la gestión.



-¿Este crecimiento de Michelle Bachelet puede llevar a pensar que su adhesión sobrepasa las identificaciones políticas?
-Ella es ubicada claramente a la izquierda cuando se pide a la gente ponerla en una escala. Bien a la izquierda, más cerca de las posiciones del Partido Socialista que del PPD. Esto es un handicap de ella, pero la gente sabe que la Concertación es una coalición que está formada por partidos que están más al centro. Si ella es la candidata tendrá que tomar decisiones que impliquen que la gente vea que toma a la Concertación en toda su amplitud. De la misma manera, si Soledad Alvear, que es ubicada claramente como una militante DC, fuera la candidata, va a tener que tomar decisiones que impliquen abrir su candidatura hacia la izquierda, que abarquen al PS e incluso más allá de eso, porque probablemente va a ser necesaria una segunda vuelta, donde cuentan los votos de la izquierda extraparlamentaria.



-¿Usted da por un hecho la segunda vuelta?
-El Partido Comunista tiene un voto estable de un 5 ó un 7 por ciento. Es significativo, relevante y va a tratar de movilizar a ese electorado en la primera vuelta. Después de lo bien que le fue en la última municipal, si se puede vincular a un candidato no comunista, sino que de izquierda, pueden conseguir superar el 5 por ciento. El hecho de que Lagos haya tenido que pasar a una segunda vuelta en 1999 hace que ahora el paso a una segunda vuelta no sea traumático. Pero puede ser traumático según quién pase en primer lugar. Si Lavín pasa primero no es lo mismo, porque existe el peligro del efecto del vagón, que lleva a que el candidato que pasa primero se vea como el seguro ganador y logre todo el apoyo.



Candidatos en el camino



-¿Qué pasa con los candidatos que han quedado en el camino?
-Se modificó la Constitución y hay elecciones presidenciales en cuatro años. Los períodos presidenciales son muy cortos, de manera que de los que no puedan hoy, algunos estarán trabajando para ponerse en el primer lugar de la lista de espera el 2010. Ese es el caso de (Adolfo) Zaldívar, a quien yo creo que le va a faltar tiempo, o el propio caso de Eduardo Frei. Zaldívar quiere pero le va a faltar tiempo, porque en un año yo veo difícil que sea candidato, pero hará todo lo posible por ubicarse fuertemente, no porque él esté esperando ser candidato, creo que está apuntando a serlo en la próxima elección.



-¿Qué temas serán decisivos de cara a las elecciones?
-El tema de los derechos humanos es un tema. Cuán decisivo, no estoy en condiciones de decirlo, pero igual está ahí. En cuanto al tema de la delincuencia, ha hablado la derecha y especialmente Paz Ciudadana desde hace tanto tiempo que es una batalla perdida, creo que la gente está aburrida de eso. El tema central va a ser el de la equidad, de la justicia social.



-Lavín lo planteó como igualdad de oportunidades…
-No es lo mismo, porque la igualdad de oportunidades es un eslogan que no dice nada. La igualdad de oportunidades es una respuesta derechista al tema de la equidad. La igualdad de oportunidades es una aspiración. Pero en qué se traduce, en qué medidas concretas para que los más pobres tengan mejores condiciones, qué sacrificios se va a imponer a los ricos. Esas propuestas no las conocemos. También está la relación entre empresarios y trabajadores, ya que la voz de los primeros se escucha mucho. Y Lavín tiene naturalmente una cercanía con los empresarios. Uno de sus asesores es el dueño de un grupo económico, (Carlos Alberto) Délano. Entonces, tiene una disposición a atender los problemas desde la gente de derecha. Eso hace que la campaña presidenciales tenga que ser más política que la anterior. Porque el marketing ya lo hizo.



-¿Cuál es el alcance de que la campaña sea más política?
-El tema de la desigualdad exige decisiones políticas. Las cosas no se hacen sin que haya recursos y sin que alguien tenga que pagar costos, económicos y políticos. Existe la visión de que la candidatura de derecha está más cerca de los empresarios y en las propuesta de disminuir las desigualdades es la única en la cual la Concertación tiene mayor credibilidad que la derecha. En otras propuestas, como empleo y crecimiento, la derecha tiene mayor o similar credibilidad. Si la Concertación deja que hagan propuestas populistas, simplistas o demagógicas, puede perder votos. El papel del oficialismo tiene que ser desenmascarar estos planteamientos.



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