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«Con una negociación colectiva más potente, habría mayor productividad»

Líder de la Unión General de Trabajadores de España advierte, en entrevista con El Mostrador.cl, que una de las principales debilidades de la economía chilena son los bajos niveles de productividad. A su juicio, una de las causas es que el empresariado no se ha atrevido a reconocer la importancia dialogar con los sindicatos.


Conocido como el artífice de la firma del Pacto de Toledo, que reformó el sistema de seguridad social español, el secretario general de la Unión General de Trabajadores de España (UGT) Cándido Méndez, estuvo de visita en Chile realizando diversas actividades, que incluyeron su participación como orador en algunos encuentros, como el seminario del Consejo de Equidad, reunirse con autoridades chilenas y afiatar los lazos con sus pares de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y la Central Autónoma de Trabajadores (CAT).



En todo caso, el ex presidente de la Confederación Europea de Sindicatos (CES) asegura que históricamente han mantenido un contacto muy fluido e intenso con ambas organizaciones, y que no se remite a una relación "estrictamente protocolaria", ya que las invitaciones a sindicalistas nacionales a la madre patria son periódicas.



Este ingeniero técnico en la especialidad química y obrero metalúrgico tiene gran cercanía con el actual gobierno ibérico, al mando de José Luis Rodríguez Zapatero, ya que es miembro del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) desde 1970. Con incursiones políticas y una larga trayectoria sindical, en abril de 1994 asumió su actual cargo, en el que ha sido reelegido desde e entonces.



En entrevista con El Mostrador.cl, Méndez hace una evaluación de la situación de los movimientos laborales en Chile y al mismo tiempo explica los puntos claves de las negociaciones sindicales en su país.



El tema de la subcontratación marcó fuerte la agenda laboral chilena en 2007 y la mano se viene dura en esa dirección este año. ¿Cómo se ha abordado este tema en España?

– Las subcontratas son muy utilizadas en España en la construcción y teníamos un problema por niveles de accidentes laborales muy altos, que ocurren con mucha frecuencia en las empresas subcontratistas. Por lo tanto, pensábamos que había que poner coto a esa situación, entonces lo hicimos mediante el diálogo social el año pasado. Hace muy poca fecha hemos llegado a un acuerdo, los sindicatos, la patronal -empleador individual o asociaciones de empleadores- y el Gobierno, para establecer límites a la subcontratación, porque había una cadena de subcontrata indeterminada. Entonces, hemos llegado a un acuerdo con el que se ha limitado esto y, además, hemos establecido un órgano de coordinación sindical para poder defender los intereses de estos trabajadores. De esta forma, se votó una norma que se ha aprobado en las cortes generales del Parlamento.



Este es un tema viejo, que además en Europa ya es una realidad desde hace tiempo. Nuestra filosofía es que lo fundamental no puede ser nunca un subterfugio para bajar los costos de la mano de obra.



Precisamente Chile se utiliza el tema de la subcontratación como un subterfugio para pagar sueldos más bajos, lo que se ha visto sobre todo en torno a la mineríaÂ…
-Por eso nosotros hemos tenido que hacer este cambio legal para poner un límite a la contratación (bajo ese régimen). Y aquí hay un nuevo ministro de la Minería, supongo que éste será uno de los temas que tendrá que abordar y yo lo que le deseo es suerte, que busque una solución equilibrada y satisfactoria para todos.



Negociación colectiva: la falencia chilena



¿De qué forma se materializan las negociaciones, por ejemplo, en el tema de la jornada laboral y cuál es la mayor diferencia con Chile?
-En España, la jornada laboral semanal es de 40 horas, pero se puede negociar y de hecho lo hacemos en todos los convenios colectivos, lo que pactamos son jornadas anuales y luego en el ámbito de las empresas y en los sectores tenemos negociación sectorial.



Aquí, según tengo entendido, la cobertura de los convenios colectivos está entre el 9% y el 6%, pero en España está por encima del 80%. Existen convenios sectoriales, hay un convenio general para todo el estado de construcción, por ramas, sectorial y estatal. En la ordenación de la jornada utilizamos la flexibilidad pactada, de manera tal que se concilie la vida laboral y personal del trabajador y la trabajadora con las necesidades productivas de la empresa.



Pero aquí -en Chile- hay una carencia básica, que creo es la madre de todos los problemas: hay una estructura de negociación colectiva muy débil y a partir de ahí se entienden muchos de los problemas que hay en las relaciones laborales. Y en ese sentido yo creo que los empresarios deberían de cometer un cambio de mentalidad dentro de sus asociados para reforzar las negociaciones colectivas a nivel sectorial, porque claro, aquí los convenios colectivos sólo existen en las empresas grandes.



Luego, incluso se está produciendo un fenómeno por el cual con el desdoblamiento de la razón jurídica los empresarios se zafan hasta del convenio de empresa que están obligados a negociar. Entonces, lo importante sería que hubiera convenios sectoriales, para todas las actividades. Y si los empresarios no están por esa labor, yo creo que el Gobierno debería dar un impulso legislativo y reconocer el derecho de negociación colectiva en sentido amplio. Porque es en la negociación colectiva donde se pueden tratar todos estos temas. Y al mismo tiempo conciliar los intereses productivos de las empresas con los intereses de los trabajadores para poder atender a sus familias.

¿Considera entonces que la actitud "a la defensiva" del sector empresarial chileno frente a los intentos de darle más poder de negociación a los trabajadores y equilibrar poderes no va por el camino correcto?
-Me baso en la experiencia: cuando se inició la transición democrática en España, llegamos a un acuerdo con las asociaciones empresariales que se constituyeron en la democracia de romper con la dictadura y consolidar la autonomía en las relaciones colectivas de trabajo. De hecho la UGT y la patronal en España en el año 78, pactamos el marco general del convenio colectivo. Y el legislador lo que hizo fue cambiar las leyes y modernizar nuestra estructura.



Yo creo que aquí no ha habido esa posición de la patronal, que en cierta medida no ha querido romper con la situación anterior en este terreno, y creo que sería conveniente para las empresas también que se produjera una modernización de la democratización en el sentido de las relaciones laborales. Si no es así, yo creo que es el Gobierno el que debe tomar la iniciativa. Para mí, siempre es mejor llegar a un acuerdo entre los sindicatos y la patronal, pero si no es posible y, con la debilidad de derechos colectivos que hay en este país al menos en el terreno de la negociación colectiva, se debería dar un impulso legislativo.



Entonces, el tema clave en las relaciones laborales aquí es que falta una estructura potente de negociación colectiva a nivel sectorial y los empresarios deberían negociar convenios en este sentido, porque más del 80% de los trabajadores, como ocurre en España, están en pequeñas empresas, entonces ahí la relación es individual y eso es muy negativo para el trabajador, pero creo que tampoco es positivo para la empresa. De manera tal que aquí la productividad de la economía es bastante baja, yo creo que tiene algo ver con este tema. Probablemente si hubiera una negociación colectiva más potente, habría niveles de productividad más elevados.



Entonces la diferencia fundamental entre los avances de los sindicatos de ambos países radica más que nada en la actitud empresarialÂ…
-Los empresarios en España, en general, han llegado al buen entendimiento de que la mejor manera de resolver los conflictos que siempre existen en las empresas es apostar por el diálogo y reconocer el valor de la negociación colectiva y el papel de los sindicatos. Es la posición de partida de los empresarios: reconocen que la interlocución con los sindicatos es la mejor manera de resolver los problemas, no por el ordeno y mando. A su vez, tenemos un marco general legal que favorece la actividad sindical y la negociación colectiva.



Y si hubiera que resaltar un rasgo en las relaciones entre sindical y patronal en los 30 años de democracia, sería el del diálogo social. Creo que ese es uno de los elementos que permiten entender el salto grande que ha dado la sociedad española, en beneficio de los trabajadores, de las empresas y de la sociedad.



¿En suma, cuál sería su balance de la situación laboral en Chile?
-En Chile, hay muchos problemas, hay problemas de desigualdad que están vinculados a la calidad del empleo. Hay carencias básicas de regulación, como la de la negociación colectiva, de hecho los empresarios pueden sustituir a un trabajador en huelga por otro trabajador. Esas son cosas que hay que resolverlas. Pero creo que en un sentido dinámico, en Chile y América Latina han cambiado las cosas para bien y estar en una posición de fracaso y flagelos permanentemente no corresponde con el esfuerzo que ha hecho la sociedad chilena y en eso creo que tenéis un rasgo muy español: somos dados a la melancolía y a veces somos injustos con nosotros mismos en los esfuerzos que salen bien y que dan resultados que no se reconocen.



El mensaje implícito del salario mínimo



Con respecto al salario mínimo-que en España alcanza los 600 euros mensuales- ¿qué rol juega dentro de las luchas sindicales?
-En España el salario mínimo afecta directamente a menos del 2% de la población laboral. Pero tiene mucha importancia en tanto en cuanto es el suelo salarial y la elevación del salario mínimo interprofesional mejora a miles de trabajadores, pero también es un mensaje de que dentro de la economía global no pueden competir las empresas de países como España o Chile con países emergentes en base a bajos salarios. Esa es una carrera que siempre la pierdes. Tienes que apostar por la calidad del empleo, por la calidad del producto, por la mejora tecnológica, por la formación permanente de los trabajadores. Ese es el valor que para nosotros tiene el salario mínimo, es un valor referencial muy importante para solicitar un cambio en el paradigma del modelo de crecimiento económico, que no puede estar basado en las malas condiciones laborales.



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