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Mönckeberg: Universidades sin fines de lucro son ‘la gran mentira social’

Periodista acusa un silenciamiento de los medios en torno a su último libro »El Negocio de las Universidades en Chile», ya que presenta una visión disidente a la discutida actualmente en torno a la educación superior. Entre otros puntos, detalla los vínculos de quienes manejan los proyectos educativos y la forma en que lucran con ellos.


A punto de ser abuela de su nieto 17, la periodista María Olivia Mönckeberg cuenta que para los pequeños de su familia el mayor encanto de sus libros está en la contratapa, ya que en cada nueva publicación detalla a cuánto a ascendido el grupo familiar. Así, nadie pierde la cuenta.



Quienes no los ven de forma tan alegre, son justamente los protagonistas de ellas, que en general pertenecen a las grandes elites económicas y sociales del país. Títulos como "El Saqueo de los grupos económicos al Estado Chileno" o "El Imperio del Opus Dei en Chile", han sacado ronchas en estos círculos de "intocables" y la han situado entre los profesionales más destacados del periodismo de investigación.



De esta forma, la profesora de la Universidad de Chile se ha especializado en diversas áreas. Y una que le ha resultado particularmente fascinante, es la relativa a la educación superior. Por eso, retomó varios hilos que planteó en el libro "La Privatización de las Universidades. Una Historia de Dinero, Poder e Influencias", y los desarrolló hasta convertirlos en su último título, "El Negocio de las Universidades en Chile", publicado en diciembre de 2007.



Según la autora, los 20 capítulos que componen el texto han sido censurados en los medios, básicamente porque los tópicos que detalla son coyunturales e incluso están siendo discutidos en instancias como el Consejo Asesor de Educación Superior.



¿De qué forma ha visto censurado su libro?
– Ha sido censurado y silenciado por la misma prensa que está dando información ahora sobre trascendidos del consejo asesor y que editorializa acerca de temas de educación superior. A mi juicio, es una muestra más de silenciar voces, hechos y debates distintos, porque mi mirada es una mirada que les disgusta, que les agrega elementos que prefieren que la gente ignore.



No es que uno crea que lo que escribe amerite crónica, pero sí que un libro investigativo de 650 páginas sobre algo tan vigente debe ser tomado en cuenta. De hecho, trae mucho aporte en materia de información respecto al presente sobre lo que está ocurriendo con las universidades en Chile. Sobre todo hoy, que se está poniendo en tela de juicio del Consejo de Rectores y que incluso se cuestiona la terminología de la universidad tradicional.



Se ha anunciado bastante a través de los medios este supuesto fin del Consejo de Rectores ¿cuál crees que es el objetivo de fondo?

– Es un intento por legitimar y afianzar el negocio de las universidades. Un negocio que tiene dos grandes líneas: económico, de lucrar y otro de más largo plazo relacionado con la ideología, la formación de élite, con el afianzamiento y proyección en el tiempo de un modelo de sociedad.



En ese aspecto, casas de estudio como la Universidad del Desarrollo, ligada a la UDI; la Universidad de Los Andes, del Opus Dei, la Universidad Adolfo Ibáñez, donde hay grupos económicos muy influyentes, responden a una ideología neoliberal pura.



Al mismo tiempo, este negocio habla de un mercado sumamente heterogéneo. No todo lo que tenga causa ideológica se puede enganchar dentro de esta formación de libre mercado, porque hay otros sentidos, como el de la Universidad Cardenal Silva Henríquez ligada a los salesianos o la Universidad Alberto Hurtado, a los jesuitas, que muchas veces tienen un sentido público. Es una cosa distinta. En el otro extremo tienes situaciones bastante discutibles, entidades que ni siquiera deberían llamarse universidades.



¿Podría citar algunos casos

– En el libro hablo de varias. Podríamos ver qué sucede con los dominios de doña Filomena Narváez, sostenedora educacional que tiene la Universidad Iberoamericana, donde hay cosas muy curiosas. Como por ejemplo, que su fundo en Casa Blanca es donde hacen la práctica los estudiantes. La Universidad de las Américas es a escala industrial, donde lo que importa allí es "vender un servicio educacional", pero que además está claro no es bueno. No lo digo sólo yo, también lo dice la Comisión Nacional de Acreditación.



Pero legalmente todas las universidades son "sin fines de lucro"Â…

– Eso es la gran mentira social. Entre mis entrevistados, está el ex ministro de Educación Sergio Molina, actual presidente de la Universidad de Viña del Mar, que tiene una visión muy crítica: habla de que esto es una farsa, porque legalmente, incluso de acuerdo a las leyes que establecieron entre cuatro paredes los propios personajes de la dictadura, las universidades no deben ser con fines de lucro. Pero parece que en Chile no sólo no se respeta lo legal, sino que también han articulado fórmulas que benefician a los sectores más poderosos.



Hay una cosa muy fuerte como ética social para un país. ¿Cómo es posible que una ley diga que no se debe tener fines de lucro y todos sepamos que lucran y a destajo? Porque se saca el dinero de este negocio de la forma más sofisticada. A través de inmobiliarias, sociedades educacionales, o simplemente con buenos sueldos.

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