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Tironi, el caos y el anti-marquismo

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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La transición pasó y hace mucho tiempo. Se restableció la convivencia, se modernizó infraestructura y se crearon redes de asistencia social. Fantástico y punto. Medallas para Tironi. Pero no mucho más. El modelo político semiautoritario, excluyente y centralista está intacto.


Ya no entiendo a Tironi, tal como él no comprende el nuevo país. Un día escribe que la Concertación tiene que superarse en una nueva coalición escuchando sus múltiples disidencias (como lo dicen hace mucho tiempo Max Colodro, Sebastián Edwards, entre otros), pero después escribe en su blog la más odiosa de las comparaciones: que Marco en el año 2009 es al PS una amenaza como lo fue su padre con el MIR al camino allendista (revolución en la legalidad) hace más de 40 años.

Penoso. Tironi, el sociólogo crítico de los «Silencios de la Revolución», convertido en una suerte de profeta del caos. Como ambos fuimos del MAPU -a propósito de historia-, le diría que Rodrigo Ambrosio no entendería la negación del debate, el conformismo, el discurso reaccionario y conservador en lo político de alguien que escribe de modernidad y gusta de los estudios prospectivos, buscando adelantar futuros. El MAPU fue un quiebre de la DC y una generación que amplió a la izquierda con nuevas visiones. Pero el tiempo ya pasó y los rebeldes innovadores de ayer, como lo consignó Marco en el documental «Los héroes están fatigados», están ahora estresados y en vez de escuchar a la sociedad, buscan descalificar los fenómenos y las corrientes auténticas que demandan renovación progresista. Espero que Eugenio no concluya escribiendo que el pueblo se equivocó, que la sociedad aspiracional se extravió, o que el orden pinochetista es mejor que el caos «marquista».

La transición pasó y hace mucho tiempo. Se restableció la convivencia, se modernizó infraestructura y se crearon redes de asistencia social. Fantástico y punto. Medallas para Tironi. Pero no mucho más. El modelo político semiautoritario, excluyente y centralista está intacto. Los partidos que él llama a «disciplinar» decidieron usar guillotina con los disidentes, negar el derecho a concursar en primarias, mintieron en sus promesas de democratización y descentralización. Tampoco hay transformación económica hacia una equidad mayor. Los grupos oligopólicos para los cuales trabaja Tironi no dan para crear una economía del conocimiento, emprendedora y con redes sociales distributivas. Falta el viraje ambiental, los derechos de minorías, la participación real y no retórica… Hay que dejar atrás la generación del golpe que pasó del caos al orden, de la revolución como valor absoluto a la «gobernabilidad» como paradigma, sin aceptar -como escribía ese otro sociólogo político de los ochentas, que fue Norbert Lechner- que la conflictividad enriquece la democracia.

Marco ensancha mundos, quiere debates, no reprime, busca el poder para repartir poder y corresponsabilidad como en toda democracia avanzada. El caos que sugieren los ideólogos de la estabilidad sin reforma, es en verdad un «nuevo orden» con mayor amabilidad, integración y derechos políticos, respeto al otro, menos miedo, madurez y autonomía.

Tironi debe aceptar que el 90 ya pasó. Una vez peleamos con él y Enrique Correa porque sólo quisieron Instituto de la Juventud (Estado) y no consejos regionales de la juventud (sociedad). «No desordenen el gallinero». 1991. Tiempos de Pinochet y subordinación… Han pasado dos décadas. Córtenla. Chile va a crecer y enriquecerse con un Presidente que no tenga miedo a los propios chilenos. La misma mayoría que no compra el discurso del caos.

*Esteban Valenzuela es diputado independiente, coordinador programático de la candidatura de Enríquez-Ominami.

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