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Larraín afianza control de RN pese a ofensiva UDI e indignación de La Moneda

Claudia Rivas Arenas
Por : Claudia Rivas Arenas Periodista de El Mostrador @crivasa
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Aunque su propio sector está un poco descolocado por la movida, muchos ya comenzaron a encontrar algún sentido lógico al acuerdo con la Democracia Cristiana. Un grupo restringido de la disidencia evalúa que este es el momento ideal para “botarlo”, aunque éso no genera consenso. Otros liberales emblemáticos, como Lily Pérez y Karla Rubilar, están convencidos de respaldar una agenda que ha sido la histórica de ese lote.


El debate interno en Renovación Nacional por estos días es, ni más ni menos, cuál será el costo que deberá pagar el presidente del partido, Carlos Larraín, por el acuerdo con la Democracia Cristiana. Las opiniones de los distintos actores, dejan en evidencia que las esquirlas de la inesperada bomba salieron disparadas en todas direcciones. Ello no significa, y en éso coincide una gran mayoría, que el polémico timonel corre ahora más riesgo -que antes- de ser desbancado. Incluso, no faltan quienes especulan que en este escenario, el senador por Valdivia podría estar pensando en postular para encabezar la tienda por un nuevo periodo, algo que parecía prácticamente descartado hace sólo unas semanas. Por de pronto, todo el mundo en la casona de Antonio Varas y en su entorno, está haciendo un exhaustivo control de daños. Porque si algo quedó claro es que la molestia de sus socios de la UDI hacia el máximo dirigente del partido no va a pasar de modo fácil. Y nadie quiere que esta maldición lo persiga eternamente.

Son tantas las aristas que abrió el famoso acuerdo que todavía no existe un panorama claro de lo que viene para adelante en RN. No obstante, sí quedó medianamente claro que la disidencia está de nuevo divida. Sólo por las apariciones públicas es fácil detectar que hay un grupo –entre los que se encuentran la senadora Lily Pérez y la diputada Karla Rubilar- cuya postura es apoyar al timonel, bajo la convicción que está haciendo algo que los liberales siempre han pedido: avanzar hacia el cambio del sistema electoral. Para ellos resultaría incomprensible no respaldar al dirigente en una postura que ha sido siempre tan propia de la disidencia.

En este círculo no ven que lo ocurrido vaya a significar, para Larraín, grandes costos internos. Tampoco creen que sea internamente la debacle electoral, pese a que durante las primeras horas de conocido el acuerdo, los parlamentarios duros –que apoyan al timonel desde la bancada y son casi la mitad de esta instancia- se mostraron abiertamente molestos con la medida del máximo dirigente del partido. Lo que sí es cierto, la sorpresa y la incredulidad fue un elemento común a todos, en los momentos que se hizo el anuncio. Por ello, recién ahora algunos están analizando las distintas aristas. Otros, en cambio, prefieren esperar que los hechos decanten y pensar y actuar con la cabeza fría.

[cita]Cardemil adelanta que en lo personal “voy a analizar en su mérito, y no en abstracto, las reformas que se planteen, ya sea desde la DC, la Concertación, mi partido o mi gobierno. En referencia tanto a la idea de cambiar el régimen presidencial como el sistema electoral. Y hace un notable gesto a Larraín, al asegurar que su sector “no le ha quitado el piso” y que con su arremetida, el timonel de RN “pasó a administrar el flujo de los acontecimientos”. Eso, cree el diputado, porque “se jugó una apuesta arriesgada y audaz. (…) por lo que, en principio, es una pieza que no se puede obviar en el tablero”.[/cita]

“Ojo al charqui”

Dentro de este escenario todo indica que los más ordenados, por ahora, son los duros, representados particularmente por el diputado Alberto Cardemil. No tiene dudas en reconocer el impacto que produjo la noticia en sus filas. Sin embargo, admite que el cuestionado timonel, “obviamente, hizo una movida audaz”, aunque cree que “es una maniobra que está en desarrollo”. Conocido por lo bueno para hablar con refranes, Cardemil, que sabe de momentos malos porque debió pasar por unos cuantos mientras le tocó dirigir el partido, cree que aún está “fluida” la situación, por lo que espera que con el paso de los días “se vaya revolviendo el naipe”.

El ex timonel de RN es uno de los más cercanos a Larraín en la bancada. Desde el mundo liberal se le sindica como el representante del presidente del partido. Tarea que a partir de marzo desempeñará con toda formalidad desde la jefatura de la instancia. Por eso, no fue casual que el miércoles 18, todas las miradas se concentraran en él, cuando la noticia del acuerdo entre RN y la DC para cambiar el binominal corría por los pasillos del Congreso. Seguramente, porque en su trayectoria política ha visto de todo, y si se alteró en un comienzo, hoy ve las cosas con más calma. Valora “positivamente” el acuerdo tanto para el gobierno como para la Alianza. Aunque admite estar preocupado, porque “estas son maniobras complejas y necesitan objetivos claros y unidad para sacarlas adelante”. Aún así, insiste en que lo que hizo Larraín tiene “aspectos muy positivos”, ya que –según él lo ve- el que suscribieron su partido y la falange “más que un acuerdo programático es de intenciones políticas y éso le debería servir a toda la Alianza”. En todo caso, aclara que por el momento su sector está a la expectativa, “ojo al charqui”, esperando a que las cosas decanten. Tal vez por lo mismo, ninguno de los diputados de la línea del senador lo ha criticado o juzgado públicamente.

Cardemil adelanta que “la próxima semana es clave para ir tomando decisiones”, aludiendo a las múltiples reuniones que se organizan en el partido. Entre otras, la comisión política y el almuerzo de Larraín con los diputados que, hasta ahora, se hará en el Congreso en Valparaíso. También está el hecho, nada menor y que le impone a la situación una presión adicional, de que el gobierno haya suspendido el tradicional comité político de los lunes. Resulta paradójico que, hasta hace unas pocas semanas, Larraín hiciera noticia por negarse a asistir a esta cita, como señal de molestia por la participación del subsecretario de Interior, Rodrigo Ubilla, en la disidencia. Y, ahora, sea él mismo el causante de la suspensión, pero como forma del gobierno de expresar su disgusto hacia él.

En medio de tanto gesto y señal, Cardemil adelanta que en lo personal “voy a analizar en su mérito, y no en abstracto, las reformas que se planteen, ya sea desde la DC, la Concertación, mi partido o mi gobierno. En referencia tanto a la idea de cambiar el régimen presidencial como el sistema electoral. Y hace un notable gesto a Larraín, al asegurar que su sector “no le ha quitado el piso” y que con su arremetida, el timonel de RN “pasó a administrar el flujo de los acontecimientos”. Eso, cree el diputado, porque “se jugó una apuesta arriesgada y audaz. (…) por lo que, en principio, es una pieza que no se puede obviar en el tablero”. Aunque insiste en que la unidad con sus socios también es importante. Y en la tienda no se descarta que sea el propio Cardemil el mandatado a reconstruir los lazos dañados en esta dudosa jugada del timonel de RN.

Disidencia mirando al sudeste

Extrañamente la más fracturada tras la embestida de Larraín, hasta ahora, es la disidencia. No sólo porque, igual que el resto, fue tomada por sorpresa; sino porque no han logrado ponerse de acuerdo sobre qué estrategia seguir, en medio de este proceso que se sabe como empezó, pero nadie tiene muy claro dónde puede ir parar. Unos creen que hay que apoyar al timonel, porque comunicacionalmente nadie entendería que se hiciera otra cosa. No lo hacen con el mejor de los ánimos, pero sienten que tienen un deber moral. Otros tienen serias dudas acerca de las reales intenciones de su presidente. Creen que hay que dar la pelea para desenmascarar sus reales intenciones. Éso, pues desde hace un rato en este grupo comenzó a rondar la idea de que, lejos de tener una intención real de cambiar el binominal, Larraín lo que estaría buscando es frenar este debate.

A esa conclusión llegaron algunos tras notar que el acuerdo firmado por RN y la DC, cuando hace referencia al cambio del sistema electoral, señala textualmente que “el nuevo régimen político y la nueva realidad requieren de un nuevo sistema”, lo que fue asumido como la trampa del senador. Que condiciona la aprobación del cambio al binominal a que primero se haga lo propio con el régimen presidencial. Quienes captaron este detalle, especulan que Larraín está consciente que el cambio que él desea es improbable, por lo que tampoco aceptaría modificar el binominal, llegado el momento. Así, reconocen que comunicacionalmente es una tarea difícil dejar en evidencia las supuestas pretensiones disuasivas del timonel. Uno de estos parlamentarios asegura que, la de Larraín, “es una jugada cien por ciento estratégica: condiciona el cambio al binominal a la reforma del régimen presidencial”.

Por esto, una parte de la disidencia estima que “lo único que logró es una señal política –no de contenido- de que hay carriles de cercanía entre RN y la Democracia Cristiana. Que RN tiene en su agenda acercarse al centro y que la DC tiene alternativas distintas a la Concertación”. Pero de ahí en más, quienes hacen este análisis, creen que Larraín sólo tienen logros efímeros y de corto plazo. Porque, no sólo despertó el enojo de la UDI, somnolienta hasta ahora, sino que además perjudicó al gobierno. Y aquí la cosa va en serio. “Con un gobierno con baja evaluación no te puedes dar estos gustos, porque queda en evidencia un problema de autoridad, además de los problemas que ya ha dado señales de tener el gobierno”, advierte un observador de la disidencia.

Otros creen que este es el quiebre más importante de la historia con la UDI. Lo que demuestra lo caliente que están aún los ánimos, porque estos hermanastros tienen varios desencuentros que superan con creces al actual. Lo que puede influir en que todos estén tan alterados es que el de ahora ocurre en un gobierno de derecha y deja al propio Ejecutivo en una posición más que incómoda. Un parlamentario está convencido que la salida de madre de Larraín tenía el objetivo de “dejar a la disidencia mirando al sudeste”. Sin embargo, se pasó de la raya y “lo que hizo va a traer consecuencias muy fuertes”. Es el único optimista que cree que este embrollo podría traer como consecuencia que se le facilitara a la disidencia alcanzar acuerdo para una mesa de consenso. Pobre aspiración en la que tampoco está de acuerdo todo ese sector.

Adicionalmente, existen otras muchas variables en juego. Se especula que el ministro Andrés Allamand ha operado para que la disidencia frene a Larraín. Porque una disputa abierta con la UDI no favorecería para nada sus aspiraciones presidenciales. Y que no entra al ruedo públicamente, porque también necesita el respaldo del timonel para concretar su aspiración. Por otro lado, el jueves recién pasado se reunión el representante más visible de la disidencia fáctica, Daniel Platovsky, con parte de la disidencia parlamentaria. De lo que trascendió es que los primeros ven más probable que nunca la posibilidad de debilitar al presidente de RN. Pero como está todo tan revuelto es imprescindible esperar esta semana para ver como todos los participantes de este juego mueven sus cartas. Lo que sí, todos están ansiosos.

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