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La guerra sucia entre Golborne y Allamand

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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Se puede decir que el Presidente Piñera no ha contribuido mucho a las buenas relaciones entre sus ministros presidenciables. Es notorio que en la agenda de actividades del mandatario hay un intento por mantener el “equilibrio” en la elección de pautas en que lo acompañan Golborne o Allamand, aunque en más de una ocasión inclina la balanza y no necesariamente a favor del abanderado de RN, su partido.


El miércoles 12 de septiembre cundió un fuerte rumor por toda La Moneda. Autoridades, parlamentarios y asesores del oficialismo intercambiaron llamadas telefónicas durante toda esa jornada tratando de confirmar la versión: el ministro de Obras Públicas, Laurence Golborne, había renunciado, gesto con el que se desataba sin control la carrera presidencial 2013 en el seno de la derecha. El propio “presidenciable” tuvo que llegar hasta el patio de Los Naranjos esa tarde para desmentir la versión acotando que tenía el celular plagado de llamadas preguntándole si era efectiva su salida. De todos los políticos y miembros del gabinete que lo llamaron ese día, hubo uno que no lo hizo: el ministro de Defensa, Andrés Allamand (RN), la otra carta de la derecha con miras la elección del próximo año.

En el oficialismo y el gobierno dicen que entre Golborne y Allamand hay un trato estrictamente “formal”, que no pasa más allá de compartir asientos en el mismo gabinete. Que su relación “no es ni buena ni mala”, afirman; que “no tienen un pasado común”, acotan otros, y más de uno añade que, aparte “de las sonrisas y apretones de mano para las cámaras, no tienen ninguna relación”.

Pero más allá de la formalidad que impera en el trato entre ambos, hay varios episodios que demuestran la desconfianza mutua, alimentada por la competencia que protagonizan en las encuestas para posicionarse como el abanderado único de la derecha el 2013.

Ese miércoles 12 de septiembre, las versiones de la renuncia de Golborne fueron gatilladas por la salida del director de aguas del MOP, Matías Desmadryl, sumado a una larga reunión en Palacio del ministro con el Presidente Sebastián Piñera, quien venía llegando de una gira por Rusia y Australia. El rumor era relativamente creíble considerando la latente y cotidiana presión que tiene el mandatario para que sus ministros presidenciables dejen el gabinete.

[cita]El ministro del MOP desmintió el rumor: «No hay ninguna renuncia ni algo que se le asemeje», dijo a las cámaras de TV. Después, comentaba —riéndose— la cantidad de llamados que recibió esa tarde. Pero a la hora de hablar sobre Allamand, optó por el silencio, esquivar el tema y esbozar más de una sonrisa irónica, aunque acotó, al pasar a algunos de su entorno, que no tenía sentido que éste lo hubiera llamado: “¿para qué? si el rumor salió del propio Ministerio de Defensa”.[/cita]

El ministro del MOP desmintió el rumor: «No hay ninguna renuncia ni algo que se le asemeje», dijo a las cámaras de TV. Después, comentaba —riéndose— la cantidad de llamados que recibió esa tarde. Pero a la hora de hablar sobre Allamand, optó por el silencio, esquivar el tema y esbozar más de una sonrisa irónica, aunque acotó, al pasar a algunos de su entorno, que no tenía sentido que éste lo hubiera llamado: “¿para qué? si el rumor salió del propio Ministerio de Defensa”.

Efectivamente, Allamand no llamó a Golborne ese día, pero el ministro de Defensa sí contactó a varias figuras del oficialismo para comentar la versión que circulaba a esas horas y tratando de recopilar información sobre la renuncia de su competencia directa.

Este no es el único capítulo. En las dos últimas entregas que ha hecho el Centro de Estudios Públicos (CEP) de su cotizada encuesta política, se sabe que Allamand deja traslucir a quien lo quiera escuchar que nada está zanjado en la disputa en la derecha, que el 9 % de Golborne versus su 2 % no son resolutivos del escenario en la Alianza y que cualquiera de los dos tiene el espacio para crecer al 40 % promedio, que es el electorado tradicional de la derecha.

Ese argumento, unido a que la carta opositora que uno de los dos deberá enfrentar el próximo año sea probablemente la ex Presidenta Michelle Bachelet —con un 50 % de apoyo en la CEP—, sustenta la demanda pública y privada de Allamand y RN por resolver la candidatura única con una primaria.

Golborne y Allamand vienen de mundos muy distintos, algo que el ministro de Defensa hace ver y notar en privado y a su círculo más cercano cada vez que puede. Él es el político, el que tiene más de dos décadas de experiencia como dirigente, parlamentario y ahora ministro, mientras que su par del MOP saltó de las lides empresariales directo al gabinete de Piñera.

Niña bonita

Se puede decir que el Presidente Piñera no ha contribuido mucho a las buenas relaciones entre sus ministros presidenciables. Es notorio que en la agenda de actividades del mandatario hay un intento por mantener el “equilibrio” en la elección de pautas en que lo acompañan Golborne o Allamand, aunque en más de una ocasión inclina la balanza y no necesariamente a favor del abanderado de RN, su partido.

El ministro de Defensa sabe que su agenda es menos vistosa que la de Golborne, quien además le ha sacado lustre a la idea presidencial del puente sobre el canal de Chacao para unir la isla de Chiloé con el continente.

Un ejemplo fueron las celebraciones de Fiestas Patrias. Mientras Allamand ese viernes 14 estuvo en actividades con alcaldes RN, Manuel José Ossandón de Puente Alto y Pedro Sabat de Ñuñoa, fue Golborne quien se lució en vivo y en directo en los noticiarios de las 21 horas ese día bailando cueca junto al Presidente en la inauguración oficial de las fondas en el parque O’Higgins.

El día anterior, Piñera ya había protagonizado junto a Golborne una “espontánea” salida al Paseo Bulnes, para mirar in situ lo que será la remodelación del barrio cívico en el marco del llamado “legado bicentenario”. Sobraban cámaras fotográficas y de televisión que siguieron cada paso del mandatario y su ministro mientras cruzaban a pie la Plaza de la Ciudadanía y la Alameda. A Allamand, en tanto, solo le tocó el día 19 de septiembre acompañar al Presidente en el viaje en carroza y en el estrado del Parque O’Higgins para la parada militar.

La gran incógnita es si el Presidente sacará a Golborne y Allamand junto con la salida de los ministros y subsecretarios que postularán al Congreso, cuyo plazo fatal vence el 14 de noviembre, o si logra mantener el statu quo hasta finales de año o marzo del 2013.

En la Alianza están convencidos que Piñera hará todo lo posible por demorar la salida de los ministros presidenciables, porque “sabe” que una vez que Golborne y Allamand pongan un pie fuera del gabinete, él quedará absolutamente eclipsado, “pasará a un segundo plano, por lo que tratará de seguir siendo la niña bonita de la Alianza todo lo que pueda”.

¿Quién con quién?

Si bien el mandatario públicamente no favorece a ninguno de los dos, en La Moneda se comenta que para sus inquilinos Golborne es la única carta que puede hacer frente a Bachelet y tratar de asegurarle a Piñera la posibilidad de entregar la banda a uno de la Alianza en marzo del 2014, para no repetir el sino de Jorge Alessandri y la maldición que la derecha gobierna sólo por un período.

Es más, en Palacio no creen realmente que el candidato de la derecha se eligirá por primarias y más de uno deja en claro que con una diferencia entre diez y quince puntos de ventaja entre Golborne y Allamand se hace “innecesario” recurrir a una votación de las bases oficialistas.

Muchos en la Alianza creen que el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter (RN), se inclina por Golborne, igual que la mayoría del gabinete, donde la más entusiasta es la ministra del Trabajo, Evelyn Matthei.

Allamand, amigo de Chadwick, tiene el respaldo de sus pares de Bienes Nacionales, Catalina Parot, de Justicia, Teodoro Ribera, y de Agricultura, Luis Mayol, con quienes tiene un vínculo de larga data. También de Harald Beyer, quien le dio un espaldarazo público el fin de semana.

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