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Mayol destroza golpe de efecto de Bachelet con Don Francisco: «Pasó de la confusión al realismo mágico» Analiza los posibles escenarios después del inédito anuncio

Mayol destroza golpe de efecto de Bachelet con Don Francisco: «Pasó de la confusión al realismo mágico»

Para el sociólogo la Presidenta trata de mostrar como normal lo incomprensible y queda en evidencia que «el carácter patético de la búsqueda de una salida, no solo revela el fracaso del Gobierno, sino la crisis del proyecto histórico de la Nueva Mayoría», pero añade que aún tiene posibilidades de manejar el proceso en que el «partido del orden» intenta operar en su contra.


El sociólogo Alberto Mayol abordó el inédito anuncio de la Presidenta Michelle Bachelet, que eligió un espacio en televisión para informar que había pedido la renuncia a todos sus ministros, generando un importante golpe de efecto, pero hasta el momento no mucho más que eso, porque la Mandataria habló de un plazo de 72 horas para anunciar los nombres.

En ese contexto, Mayol cree que «Bachelet pasó de la confusión al realismo mágico. Si la decisión de concentrar toda la crisis en corrupción había sido un suicidio, pues la mera palabra corrupción suele depositarse más intensamente en un Gobierno que en otras fuerzas políticas, el modo de anuncio del cambio de gabinete y la decisión de una renuncia masiva a la espera de ser ratificados, constituyen una expectativa de la Presidenta de mostrar como normal lo incomprensible, llegando al extremo de usar la ‘tribuna’ de Don Francisco, figura cuya única gracia era la popularidad y que hoy sencillamente emerge en forma de solución irónica a la crisis», dice.

Pero también, de acuerdo a Mayol, hay algo de salida desesperada a la severa crisis de confianza, que las cifras en las encuestas han terminado por confirmar. «El carácter patético de la búsqueda de una salida a la crisis no solo revela el fracaso del Gobierno, sino la crisis del proyecto histórico de la Nueva Mayoría. La desesperación ante el proceso constituyente que reflejan los grupos conservadores, que han presionado a esta inoculación de la crisis al Gobierno, suponen la necesidad de dejar en evidencia el carácter gatopardista del conglomerado», asegura.

Para Mayol la puesta en escena le pone un sello de derrota a la Nueva Mayoría. «La derecha había intentado generar la teoría del empate desde el caso Penta. El Gobierno, con mucho esmero, ha logrado producir la teoría de su derrota. Si la Concertación siempre elegía no dar la batalla y, antes de vislumbrar las opciones de ganar o perder, decidía no intentar nada siquiera, la Nueva Mayoría ha terminado por ser una superación de esa extraña estrategia, eligiendo sencillamente ser derrotada en una crisis que no le pertenecía.La imaginación de que el suspenso de 72 horas o la presencia mágica de Don Francisco podían sacar de esta crisis, resultan inquietantes como síntoma de la capacidad de diagnóstico de eso que ya cuesta llamar Gobierno (en griego significa ‘timón’ o ‘control’, cuenta la ironía)», enfatiza.

El sociólogo cree importante consignar el rol de los partidos en la profundización de la crisis: «Los partidos triunfaron debilitando al gobierno. Asumieron que en medio de la crisis se harían fuertes, como el 2006, si Bachelet los necesitaba. La tesis de lo que El Mostrador llama ‘el partido del orden’ está basada en un arcaísmo transicional: creer que en medio del debilitamiento del líder, solo los partidos pueden salvarlo. La verdad es que en un clima como el actual, la única salida es el sostén carismático. Y Bachelet era todo lo que había. Puesta ella a pedir perdón y a entregar los cuerpos de su gabinete, su falta de poder se ha transformado directamente en fragilidad. Mientras la derecha prácticamente carece de víctimas derivadas de esta crisis, el Gobierno se transforma en la práctica en un cementerio», afirma.

La pregunta inevitable es qué va a ocurrir en el plazo de 72 horas que ya empezó a correr. Al respecto, Mayol cree que «el realismo mágico se consumaría en una expresión superlativa si confirma a muchos ministros. Y, sin embargo, sería lo más razonable. Si Bachelet saca a Peñailillo para poner un hombre que represente el éxito de la operación de los partidos en su contra, habrá abandonado su Gobierno de facto. Si configura un equipo incluso más propio que el anterior, tiene alguna posibilidad de manejar el proceso.  En cualquier caso, así como están las cosas, Bachelet ha cometido el mayor error de su carrera (y no son pocos): ha destronado a Lagos con el mayor realismo mágico de la transición (el jarrón de Lagos es poca cosa al lado de esto) y habrá superado incluso a Piñera a la hora de desinstitucionalizar cuando hay que institucionalizar» concluye.



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