Publicidad
Lagos: Piñera deja de correr solo Opinión

Lagos: Piñera deja de correr solo

Antonio Leal
Por : Antonio Leal Ex Presidente de la Cámara de Diputados, Director de Sociología y del Magister en Ciencia Política, U. Mayor. Miembro del directorio de TVN.
Ver Más

La disposición de Lagos de encabezar esta dura batalla se da para impedir que Sebastian Piñera, ya seguro candidato de la derecha, siga corriendo solo como hasta ahora ocurre. Aquí se propone a la Nueva Mayoría y al país una alternativa progresista que demuestre que Chile no se halla con la condena de volver a ser gobernado por una derecha que, detrás de mucha palabrería y demagogia, no fue capaz de sacar adelante cambio significativo alguno y que solo administró una fase de bonanza en el precio internacional del cobre.


El anuncio del ex Presidente Ricardo Lagos de su disposición a asumir el desafío de una candidatura presidencial ha remecido al mundo político, lo cual da cuenta del peso de su liderazgo político y de su prestigio nacional e internacional, ganado en una vida dedicada al servicio público, en su firme combate a la dictadura, en su rol para lograr la unidad de la oposición para terminar con el régimen militar, reinstalar la democracia y las instituciones republicanas, en un Gobierno exitoso que representó un gran avance para el país en todos los planos y en su continuo quehacer de instalar ideas de futuro abiertas al debate de la ciudadanía y de todos los sectores. Lagos en su anuncio entrega definiciones claras.

Las primarias, hoy legales, son el camino para decidir el candidato de toda la coalición y evitar la división del bloque en primera vuelta. Nadie podía dudar de esta convicción de Lagos, ya que es el político que no solo promovió las primarias cuando estas no existían y no había cultura política sobre ellas y se sometió a primarias más que ningún otro político en nuestro país.

Ha dicho que continuará y perfeccionará, en lo que corresponda, las reformas impulsadas por la Presidenta Bachelet, reafirmando su convicción de que el país necesita cambios políticos, económicos y sociales para crecer como nación y mejorar la vida de los chilenos, pero estableciendo que en democracia no hay procesos refundacionales del país cada vez que se instala un nuevo Gobierno, sino de continuidad y discontinuidad acordes a la velocidad de los cambios que se producen en un mundo global.

[cita tipo= «destaque»]El anuncio de Lagos de acometer este eventual desafío presidencial –sin tener en cuenta los costos negativos que para él puede significar, dado que todo es en salida– potencia las candidaturas municipales de la Nueva Mayoría, les da un horizonte más allá de lo local y de la coyuntura de crisis que hoy  vivimos, que otorga al Gobierno de la Presidenta Bachelet una perspectiva de continuidad que no se dio en su anterior administración.[/cita]

Lagos, con su anunció, actúa con el coraje político que siempre lo ha caracterizado. No se resta a un desafío en tiempos de máxima complejidad, desconfianza ciudadana sobre las instituciones y de mala evaluación del actual Gobierno. Responde a los juicios pequeños de algunos analistas, respecto a que Lagos no se atrevería a perder lo que ya ha conquistado y a otros que han señalado que quiere entrar en la historia. Ricardo Lagos ya está en la historia del país y es ese capital político el que coloca a disposición de la Nueva Mayoría para encabezar una opción presidencial, que reconstruyendo una mayoría social y política, una esperanza nueva, una mirada del Chile que queremos para los próximos treinta años, pueda derrotar a la derecha y continuar por la senda de un país donde se profundice la democracia y se construya más igualdad, confianza y perspectivas en la vida de todos los chilenos.

Pero además la disposición de Lagos de encabezar esta dura batalla, se da para impedir que Sebastian Piñera, ya seguro candidato de la derecha, siga corriendo solo como hasta ahora ocurre. Aquí se propone a la Nueva Mayoría y al país una alternativa progresista que demuestre que Chile no se halla con la condena de volver a ser gobernado por una derecha que, detrás de mucha palabrería y demagogia, no fue capaz de sacar adelante cambio significativo alguno y que solo administró una fase de bonanza en el precio internacional del cobre y de la economía, sin aprovecharla para llevar a cabo políticas públicas sustantivas que mejoraran la vida del país.

Junto a ello, la presencia de Lagos como candidato importa salir del empobrecido debate político que hoy existe y del pesimismo sobre el futuro y colocarlo en una nueva tensión de ideas, que generen consenso, sobre el país que queremos para los próximos decenios. Implica politizar el debate hacia arriba, hacia una mirada seria, de ideas, proyectos y reformas para un país que puede y debe crecer económica y socialmente a partir de la presencia que ha alcanzado en el mundo.

Seguramente la opción de Lagos recibirá el ataque de quienes, por ignorancia, desconocimiento o por una radicalidad que implica pensar que todo es posible cambiarlo al margen de las diversas correlaciones de fuerza sociales que cada transformación debe generar, al margen de los cambios culturales en curso, de las aspiraciones de una sociedad que quiere reformas sin dañar lo conquistado en sus vidas personales, intentan vincularlo a una visión más conservadora del país.

Lagos ha sido siempre un reformador, un socialdemócrata, desde aquellos días en que, siendo un joven académico universitario, escribió su libro sobre la concentración del poder económico en Chile, que desnudó la monopolización y la concentración de la riqueza y provocó gran impacto sobre todo en los jóvenes de aquellos años que soñábamos en cambiar el mundo. Lideró, junto a destacadas personalidades del mundo académico y de la cultura, la reforma universitaria de los años 70.

Es el mismo Lagos que, en plena dictadura, en la primera oportunidad que tuvo de aparecer en televisión, apuntó con su dedo a Pinochet para denunciar las violaciones a los derechos humanos y denunciar que este quería mantenerse en el poder, a través de la violencia y el terrorismo de Estado, por otro decenio. Es el Lagos que tuvo la visión de que era imprescindible la unidad con el mundo democratacristiano para derrotar a la dictadura  y construir gobiernos de mayoría, que diera solidez institucional y gobernabilidad al país.

Es, también, el mismo Lagos que, al ganar las elecciones presidenciales, demostró que era posible que un hombre de ideas socialistas volviera a gobernar, después del derrocamiento de Allende, con políticas reformadoras que permitieron terminar con los enclaves autoritarios, con senadores designados y vitalicios, sacar de la Constitución el sistema electoral y permitir que hoy tengamos un sistema proporcional que desterró el binominal que tergiversó la soberanía popular.

Es el mismo Lagos que estableció un royalty a la minería, creando trabajosamente un amplio consenso con la propia industria, cuando el cobre estaba a 90 centavos la libra; que creó el Auge en salud; que transformó radicalmente la infraestructura del país; que amplió significativamente la presencia de Chile en el mundo; que creó la Ley Valech; que dio mayor peso al Estado en la economía y se asoció con el mundo empresarial para sacar adelante obras de gran magnitud, que requerían de capital privado para que fueran posibles. Es el Lagos que le dijo que no a la presión de Bush para que tropas chilenas participaran en la invasión a Irak. Es el Lagos, que apoyando la idea de Bachelet sobre la necesidad de una Nueva Constitución, ha trabajado con un amplio abanico de juristas y que, desde la plataforma de su Fundación, ha dialogado con cientos de miles de chilenos sobre su contenido.

Por cierto que tanto en la administración de Lagos como en las de todos los gobiernos de la Concertación se pudo hacer más y mejor para acelerar cambios que desde hace mucho el país requiere y que, a la vez, durante un largo período se vivió en Chile una “democracia anestesiada” que fue funcional a una transición sin ciudadanía activa. Es parte del análisis que legítimamente la ciudadanía debe realizar.

Lo sustancial es, sin embargo, que el anuncio de Lagos de acometer este eventual desafío presidencial –sin tener en cuenta los costos negativos que para él puede significar, dado que todo es en salida– potencia las candidaturas municipales de la Nueva Mayoría, les da un horizonte más allá de lo local y de la coyuntura de crisis que hoy vivimos, que da al Gobierno de la Presidenta Bachelet una perspectiva de continuidad que no se dio en su anterior administración y que, trasladando el foco hacia los temas de futuro, puede dar una salida a la crisis de confianza que actualmente tiene separada a la ciudadanía de la política y de los políticos.

Publicidad

Tendencias