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Peña y «la tortura de Lagos» Dice que no es una imposición de silencio, sino una regla de privacidad la que contiene la ley

Peña y «la tortura de Lagos»

El rector de la UDP explica que, en relación al informe de la Comisión Valech, «muchas de las víctimas prefieren cubrir con el silencio, y con el esfuerzo del olvido, los detalles de lo que les ocurrió. No lo hacen por proteger a los victimarios, sino que para protegerse a sí mismas de un recuerdo que, encerrado en la soledad de su conciencia, puede resultarles menos dañino que si saliera a la luz».


En su última columna, el rector de la UDP, Carlos Peña, defiende al ex Presidente Lagos ante las críticas que le han hecho a propósito del informe de la Comisión Valech.

«Lo que hace la ley 19.992 es poner los detalles de la tortura a disposición de la voluntad de quien la padeció», explica el abogado, «quien podría decidir entregarlos a un tercero o a la justicia. En vez de imponer el silencio, como se quiere ahora hacer creer, lo que la ley hizo fue simplemente establecer una regla de privacidad a favor de la persona que padeció prisión política o tortura, de manera que fuera ella, y nadie más que ella, quien pudiera decidir si lo que vivió debía ser conocido».

Agrega que no es, entonces, una imposición de silencio, sino una regla de privacidad la que contiene la ley, que según él sería «una regla razonable», consigna El Mercurio.

Y explica: «Muchas de las víctimas prefieren cubrir con el silencio, y con el esfuerzo del olvido, los detalles de lo que les ocurrió. No lo hacen por proteger a los victimarios, sino que para protegerse a sí mismas de un recuerdo que, encerrado en la soledad de su conciencia, puede resultarles menos dañino que si saliera a la luz».

Luego defiende que Lagos promovió una privatización del dolor, pero que eso vendría a ser un «gesto de humanidad».

«Por eso es razonable lo que dispuso la ley 19.992: que fuera la intimidad de la víctima, y no el simple furor de la justicia, la que decidiera si lo que le ocurrió, la tortura que padeció, la violación de la que fue objeto, las humillaciones que consintió como producto del miedo, debían ser o no conocidas por terceros», concluye.

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