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Denunciante de Precht: “La supuesta persecución política es una distracción tramposa” PAÍS

Denunciante de Precht: “La supuesta persecución política es una distracción tramposa”

Alejandra Carmona López
Por : Alejandra Carmona López Co-autora del libro “El negocio del agua. Cómo Chile se convirtió en tierra seca”. Docente de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile
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Cuando tenía 16 años, Eneas Espinoza se enfrentó con el ex vicario de la Solidaridad en una confesión. A los dos segundos de iniciada, le tocó los genitales. Espinoza cree que la sanción del Vaticano, que expulsó a Cristián Precht de sus filas, no está maquinada por la necesidad de empates políticos, sino que está impulsada por un escenario de mayor rigurosidad con este tipo de casos y porque de verdad existen pruebas en contra del ex sacerdote.


Eneas Espinoza es uno de los sobrevivientes del llamado “caso Maristas” y, en sus declaraciones, es también una de las personas que denuncia a Cristián Precht. Tenía 16 años cuando se encontró por primera y única vez con el ex vicario de la Solidaridad. Entonces estudiaba en el Instituto Alonso de Ercilla en Santiago y ya había vivido situaciones de abuso con el sacerdote Adolfo Fuentes. Por esa razón había pasado años sin confesarse, hasta que decidió hacerlo con Precht, porque se iba a confirmar.

Ese día, al entrar a la sacristía, el ex vicario de la Solidaridad no esperó ni dos segundos para saltar sobre él: puso su mano en la rodilla de Eneas, la deslizó por el muslo y le tocó los genitales.

Por eso y porque conoce otros testimonios, es que recibió con alegría la resolución del Vaticano de expulsar a Precht de su vida como religioso católico. “Fue una sensación de confirmación de justicia en un espacio. Que ya te escuchen, que te crean y que una institución reaccione, la verdad, es que es el comienzo de la reparación”, cuenta desde Buenos Aires, donde vive hace varios años.

[cita tipo=»destaque»]»Se ha tratado de decir si lo de Precht es o no una señal. Sí es una señal, para mí es poner la vara en un lugar. Ya queda claro por dónde debe ir la manera de responder de la justicia canónica. Se terminaron los traslados, los golpecitos en el hombro, las actitudes de ‘mandarte a pensar un ratito a algún lado, que las monjitas te atiendan y después vuelves, acá no ha pasado nada’. Eso ya no es posible, por lo tanto, creo que tienen que venir más expulsiones».[/cita]

“Lo segundo que me pareció súper importante es que deje de ser sacerdote para que no use la sotana ni la fe para buscar nuevas víctimas, pero al mismo tiempo me preocupa, porque es una persona que está libre caminando por las calles de Chile y puede, en cualquier momento, atacar a un niño o a un preadolescente, como lo hizo anteriormente”, advierte.

-Hay quienes han comentado, sobre todo en redes sociales, que lo de Precht es quizás una suerte de venganza y se preguntan si no hay un persecución política, porque a él se le impone una sanción tan dura y a Karadima no. ¿Crees que hay una intención política?
-La supuesta persecución política es una distracción tramposa diseñada por su equipo. En eso quizás Karadima y Precht son equiparables. Ambos tienen equipos de gente muy bien asesorada y muy bien conectada, que trabajan para ellos, cuidándolos de una manera muy sórdida. Yo creo que ese rumor lo echó a correr la defensa de Precht con la intención de hacerlo parecer como víctima a la que están persiguiendo. Yo creo que la razón por la que la sanción fue tan dura, y no se compara con la situación de Karadima, es porque primero Chile es otro… el Chile y la Iglesia que tuvo que enfrentar y sancionar a Karadima no tiene nada que ver con lo que está pasando hoy día con la sociedad chilena y con la presión que ejerce sobre la sociedad. En segundo lugar, hay que recordar que la sanción que fue aplicada sobre Precht no pasó por las autoridades chilenas. No sabemos qué decisión hubieran tomado el cardenal o los obispos chilenos si ellos hubiesen podido intervenir; sin embargo la sanción vino directamente desde las más altas esferas, sin la posibilidad de que interviniera la Iglesia chilena, no fue lo mismo con Karadima. Ahí te das cuenta hasta dónde las redes de protección pueden o no pueden actuar.

-Además ya había como precedente la sugerencia de una sanción mayor para Precht.
-Este es el segundo juicio en relación con Precht. Él había recibido denuncias, más de 20 según leí en la prensa, se le castigó, y el investigador canónico de la época dijo que el castigo tenía que ser de por vida y acá en Chile se lo rebajaron y le dieron solo 5 años. Entonces aparecen nuevas denuncias y nuevos casos, y es por estos que se le aplica la máxima pena. A mí me parece lógico que, si ya había sido condenado antes, esa condena iba con una sugerencia mucho mayor y ahora aparece un nuevo grupo de denunciantes, esta sea así de dura.

-Ya se sabe que es muy probable que existan otras expulsiones, ¿cómo ves ese camino?
-Se ha tratado de decir si lo de Precht es o no una señal. Sí es una señal, para mí es poner la vara en un lugar. Ya queda claro por dónde debe ir la manera de responder de la justicia canónica. Se terminaron los traslados, los golpecitos en el hombro, las actitudes de ‘mandarte a pensar un ratito a algún lado, que las monjitas te atiendan y después vuelves, acá no ha pasado nada’. Eso ya no es posible, por lo tanto, creo que tienen que venir más expulsiones. En mi caso, arranco pidiéndole a la Congregación de los Hermanos Maristas que expulsen a los abusadores que sigue teniendo protegidos, y muy bien atendidos, en las casas. No están encarcelados, reciben visitas. El expulsado Abel Pérez, por ejemplo, visita a sus compañeros habitualmente, entonces es muy importante que los expulsen, que los saquen y les retiren todo apoyo y colaboración. Ellos son los delincuentes, tienen que hacerse cargo de sus propias defensas, contratar a sus abogados y atender a todos los llamados de la justicia penal, que es donde nos interesa que se haga justicia.

-¿Ustedes han tenido la posibilidad de acercarse a víctimas o recibir nuevas denuncias en contra de Precht?
-Sí, nos llegaron algunas personas. Lo que hicimos fue derivar esta información a Juan Pablo Hermosilla, abogado de la Fundación para la Confianza, para que los asesore. Hay un caso de una persona en particular, que Hasbún trató de dejarlo fuera de la investigación canónica, alegando que, como no era una denuncia del caso Maristas, no tenía que estar en el mismo expediente, pero no logró este objetivo.

-¿Qué te parece que Hasbún quiera dejar en letra muerta la decisión de Vaticano?
-Me parece chistoso, o sea, si no fuese tan grave sería chistoso, porque es un tipo que estuvo avalando la dictadura durante tanto tiempo, donde nunca hubo debido proceso, donde nunca se protegió ni se cuidó a quienes eran capturados, asesinados y desaparecidos en dictadura, entonces, que ahora reclame derechos humanos, me parece gracioso… Lo de Hasbún, me parece, tiene ese problema: cuando te convenía y funcionaba, estaba todo bien, pero cuando no te conviene… Sigo pensando igual que esto distrae porque la verdadera justicia, tanto en el caso de Precht como en todos los demás casos, se tiene que dar en el sistema de justicia chileno, en lo penal, donde ahí sí va a ser muy importante ver cómo funciona la justicia chilena para evitar que estos delincuentes estén libres por la calle, paseando y disfrutando.

 

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