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El río revuelto de Chile Vamos y las complicaciones por no hacerse cargo antes del factor Kast PAÍS

El río revuelto de Chile Vamos y las complicaciones por no hacerse cargo antes del factor Kast

Hernán Leighton
Por : Hernán Leighton Periodista de El Mostrador
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Por ahora, en las reuniones semanales en las que confluyen los timoneles de los cuatro partidos oficialistas, no se ha vuelto a tocar el tema de un posible pacto electoral con J.A. Kast, pero tras bambalinas en el sector reconocieron que la UDI está presionando por tratar de sellar una alianza que incluya al líder del Partido Republicano, más aún después de la «declaración de guerra» que hizo al anunciar que su colectividad llevará candidaturas a alcaldes en Las Condes, para competir abiertamente con Joaquín Lavín, y en la Región de La Araucanía, otro enclave electoral de la derecha. En el oficialismo tienen otro flanco de preocupación: las elecciones internas que deben enfrentar después del plebiscito la UDI y RN, dos procesos que preocupan más de lo que reconocen, porque temen que estas tiendas se tensionen por sobre lo recomendado.


Hasta hoy no hay novedades en Chile Vamos respecto al rechazo formal que hizo la coalición a la propuesta de José Antonio Kast, en cuanto a enfrentar en una lista única de toda la derecha la ronda de desafíos electorales que se aproximan –de gobernadores regionales, además de las elecciones municipales y parlamentarias–. Pero por más que algunos han preferido hacer vista gorda o, incluso, le han bajado el perfil al daño electoral que le puede causar al oficialismo el líder del Partido Republicano, lo cierto es que no solo hay preocupación en los partidos por el tema, sino que, además, tienen la calculadora sobre la mesa observando cómo la oposición se organiza para el cronograma electoral y si eso, por estrategia y supervivencia, los obliga a a abrirle las puertas a la incómoda figura del expresidenciable.

El 26 de septiembre se cumple el plazo para que los partidos inscriban los pactos de las primarias para las elecciones de gobernadores regionales, de alcaldes y concejales, y la matemática política señala que al ir en listas paralelas, si al frente se tiene una lista única, el resultado no puede ser otro que una derrota, como han asegurado expertos del sector gobernante.

El tema de Kast se transformó en un problema para Chile Vamos, porque una alianza electoral con él, claramente, inclinará la balanza en la coalición en el marco de la pugna ideológica existente entre la derecha social y la llamada económica. No por nada, desde el sector más liberal de RN ya han advertido que pactar con el Partido Republicano es una manera de “derechizar” incluso más la coalición, lo cual imprimiría una derrota frente a su electorado que busca ampliarse hacia el centro.

En la derecha defienden la estrategia que aplicó Chile Vamos estos dos años y medio, al haber «aislado» políticamente a J.A. Kast, pero tras el desfonde que sufrió La Moneda con el estallido social del 18 de octubre, el escenario nacional cambió y hoy –admiten algunos– esa no sería la fórmula más acertada. El problema que reconocen en el sector es que no saben bien qué hacer con él, lo consideran un peso del que aún no saben cómo hacerse cargo, ni siquiera en el Gobierno, desde donde no han querido abrirle las puertas y le han negado, hasta ahora, una eventual cita con el Presidente Sebastián Piñera.

[cita tipo=»destaque»]El analista Tomás Duval señaló que J.A. Kast «ha estado presente desde la elecciones presidenciales pasadas, pero como no fue considerado ni tratado políticamente en este periodo, sino más bien ‘taponeado’ o a veces simplemente ignorado, salvo por la preocupación de la UDI, hoy ya no solo representa una posible candidatura, sino también tiene inscrito un partido político, lo que ha provocado entonces que Chile Vamos comience a tratarlo o considerarlo con más atención, por los efectos que su posición política provoca en los votantes duros de la derecha”.[/cita]

Sebastián Izquierdo, el director de Horizontal –centro de pensamiento ligado a Evópoli– afirmó que “el peso de JAK ha sido variante. Al principio fue muy colaborativo, pero tras el 18 de octubre decidió ser oposición declarada al Gobierno. Si bien esto le permitió al Ejecutivo mayor libertad para llevar adelante políticas de centro, a la vez lo hizo verse enfrentado a críticas por ambos lados, tanto de izquierda como de derecha”.

En la derecha saben que es indesmentible que la figura de Kast tiene un peso en el electorado del sector, algo de lo que tomaron nota no solo con el 8% que obtuvo en la primera vuelta presidencial del 2017, sino sobre todo con la capacidad que mostró para establecer legalmente el Partido Republicano. Un hecho político con el que obligó a Chile Vamos, o gran parte de la coalición, a tener que generar «diques de contención», como la decisión de volver a potenciar la figura de la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei (UDI), quien despliega un relato político que no solo hace sentido al electorado más tradicional del gremialismo, sino que además permite jugar como contrapeso a las ideas que enarbola José Antonio Kast, que conllevan siempre un riesgo de desangramiento electoral para la UDI.

No por nada el gremialismo ha intentado retomar el carácter de la “derecha sin complejos” que –aseguraron en el sector– luego del 18 de octubre se había desvanecido por completo. Es así como la presidenta de la UDI, Jacqueline Van Rysselberghe, a medida que se acerca el plebiscito del 25 de octubre, ha intensificado un discurso de cuestionamiento al referendo, más a tono con la postura de J.A. Kast.

Si bien en febrero el discurso del Rechazo ligado al sector conservador de Chile Vamos se planteó desde la imposibilidad de redactar una nueva Constitución “con los niveles de violencia” existentes, la ilegitimidad del proceso nunca fue parte del vocabulario que se había empleado. Pero eso cambió.

El 31 de agosto, en entrevista con Radio Duna, la timonel UDI no solo señaló que “puedo no votar, porque creo que es un despropósito hacer un plebiscito en esta condiciones”, sino que agregó también que la elección del 25 de octubre tendría “serios vicios de legitimidad”, haciendo referencia a las condiciones sanitarias por la pandemia.

El discurso de Kast y el Partido Republicano también terminaron permeando al comando transversal del Rechazo, que tiene representantes de la UDI, RN y Evópoli, no así del PRI, ya que aseguraron que dependía del número de votantes el grado de legitimidad del proceso pactado en el acuerdo del 15 de noviembre. A esto se han sumado diferentes apuestas por quitarle grados de legitimidad a la instancia electoral, como la propuesta hecha por el senador RN, Francisco Chahúan, quien habló de la necesidad de un padrón del 50% activo en las urnas para darle viabilidad, o las palabras del también diputado de su partido, Cristóbal Urruticoechea, quien pedía al menos 10 millones de votantes.

El analista Tomás Duval señaló que J.A. Kast «ha estado presente desde la elecciones presidenciales pasadas, pero como no fue considerado ni tratado políticamente en este periodo, sino más bien ‘taponeado’ o a veces simplemente ignorado, salvo por la preocupación de la UDI, hoy ya no solo representa una posible candidatura, sino también tiene inscrito un partido político, lo que ha provocado entonces que Chile Vamos comience a tratarlo o considerarlo con más atención, por los efectos que su posición política provoca en los votantes duros de la derecha”.

Hasta el momento, la UDI es la única que ha hecho eco del llamado a trabajar en conjunto con miras a los comicios de alcaldes y concejales, pero el gremialismo no ha logrado convencer a sus aliados, que se han negado a incorporar a Kast formalmente. En entrevista con El Mostrador, el diputado RN Camilo Morán planteó que su acercamiento le incomodaba y la razón sería porque “Chile Vamos no es solamente un negocio electoral, es un negocio político que tiene que tener contundencia política por detrás”.

Por ahora, en las reuniones semanales en las que confluyen los titulares de los cuatro partidos oficialistas, no se ha vuelto a tocar tema. Eso en la formalidad, porque tras bambalinas en el sector reconocieron que la UDI está presionando por tratar de sellar un pacto electoral que incluya a Kast, luego de la «declaración de guerra» que el expresidenciable les hizo, al anunciar que su partido llevará candidatos a alcaldes en Las Condes, para competir abiertamente con Joaquín Lavín, y en la Región de La Araucanía, otro enclave electoral de la derecha.

El vicedecano de la Universidad del Desarrollo, Rodrigo Arellano, apuntó que el factor Kast “podría asestar un golpe, porque dividiría al voto de centroderecha y, por lo tanto, con el sistema nuestro proporcional, podría producir daño a nivel de listas de concejales, quizás constituyentes, diputados y senadores. Ahí puede estar el daño más profundo”. En el caso de los alcaldes, indicó que “veo que va a hacer poco daño a nivel de resultado final, no veo en ninguno de los municipios que la posibilidad del candidato del Partido Republicano logre desbancar al candidato de Chile Vamos, son alcaldes consolidados, comunas donde Chile Vamos tiene electorado bastante firme”.

Desde Horizontal, Izquierdo cree que la instalación de Kast en el escenario político tuvo sus beneficios para el sector, ya que “de alguna forma la existencia del Partido Republicano ha permitido que la centroderecha se drene y filtre a su vez. Los sectores más puristas han optado por ir hacia ese partido, lo que es positivo para la identidad ideológica de cada uno. Indirectamente, esto ha permitido que sea más fácil para los otros partidos el diferenciarse de esa derecha conservadora”. De todas formas, precisó que “la política siempre encontrará su fortaleza a través de la unidad, a pesar de las legítimas diferencias. En esta línea y en la medida de lo posible, creo que aquel debiese ser el norte de Chile Vamos”.

Aguas revueltas en Chile Vamos

En el oficialismo tienen otro flanco de preocupación, la interna particular que deben enfrentar después del plebiscito la UDI y RN, dos procesos que preocupan en la derecha más de lo que reconocen, porque temen que las colectividades y sus bases se dividan y tensionen más de lo recomendado. Por eso, el decálogo para la Constitución que presentó el Presidente Sebastián Piñera apuntaría precisamente a eso: intentar ordenar y aunar a las huestes de la coalición.

En el caso de la UDI, todo se ha puesto cuesta arriba desde que Lavín exacerbó su estrategia de desmarcarse públicamente del gremialismo, porque ha obligado a la dirigencia a tener que dar más explicaciones de lo que cualquiera quisiera. Si con el apoyo del jefe comunal de Las Condes al proyecto de ley del retiro del 10% de los fondos de AFP se generó un terremoto interno en la tienda, su autodefinición como socialdemócrata terminó –afirmaron– con la tranquilidad de gobernanza interna, ya que esto trajo como inmediata consecuencia la oficialización de la candidatura de Matthei, además del hecho de que se acabó el acuerdo tácito que había en la UDI de no cuestionar públicamente a Lavín, ya que la alcaldesa, por lo bajo, lo ha tratado de populista.

A eso se le sumó la aparición de Pablo Longueira, que terminó por licuar la estrategia gremialista de imponerse como el único de los partidos de Chile Vamos que iba de frente con la opción del Rechazo, un posicionamiento que se comenzó a trabajar apenas se firmó el pacto del 15 de noviembre. Como guinda de la torta, Lavín estos días dijo que está dispuesto a ser candidato presidencial solo en caso de que se acepte gobernar con personeros que no pertenezcan a la derecha, con un Gobierno de unidad nacional. Una consideración imposible de asumir, recalcaron en la UDI.

Más allá que se esté logrando generar una directiva de unidad para sortear las elecciones internas, la fragilidad del poder de la timonel gremialista abrió un espacio que parecía controlado, el de evitar que la diputada de la disidencia, María José Hoffmann, obtuviese un cargo de importancia en la conducción de la colectividad para los dos próximos años. Aunque aún no existe claridad al respecto, sí se asume que se abrió una puerta difícil de contener.

En Renovación Nacional las cosas no están mucho más tranquilas por dentro. Y es que, si bien el ingreso de sus dos figuras –Mario Desbordes y Andrés Allamand– al Gobierno bajó la temperatura de una refriega interna, el vacío de liderazgos que quedó instalado constituye un tema que tiene a varios con altos grados de inquietud.

Por ahora, ninguno de los rostros que se asoman para liderar la tienda cuando se decida llevar a cabo las elecciones, convence del todo, independientemente de si representan al sector del “desbordismo” o el más conservador. Y la razón de aquello radicaría en que ninguno ha sido capaz de demostrar un grado de liderazgo que traspase las barreras del sector al que representa y en ese cajón caben la diputada Paulina Núñez –calificada por el extimonel como su sucesora natural–, el senador Francisco Chahuán –quien “coquetea” con el mundo conservador– y su carta primera, Diego Schalper –el que, junto con el presidente de la Cámara, Diego Paulsen, ha formado un equipo de trabajo–.

En este contexto de alta división, si bien nadie cuestiona el trabajo de la persona del presidente interino Rafael Prohens, sí existen ya varios cuestionamientos a la labor de su directiva, a la que acusan de no estar jugando bajo las reglas del juego establecidas. Es decir, las decisiones se estarían tomando sin informar a la comisión política y, con ello, se pasaría a llevar una instancia siempre considerada en la tienda para resolver los caminos a seguir, lo que ha traído como consecuencia un desgaste en la relación interna.

Para el 21 de septiembre se agendó el próximo Consejo General, donde en tabla aparecen la discusión de las primarias municipales y también de gobernadores, la aprobación del pacto electoral y el nombramiento de candidatos, entre otros puntos.

Pero en medio de lo que podría ser una instancia común y corriente y dado el clima de desconfianza que se vive, el día y el horario generaron suspicacias en varios miembros del partido. Es que, a diferencia de consejos anteriores, que tradicionalmente se celebraban los días sábado desde las 9 de la mañana y hasta las 22 horas, este fue convocado un día lunes a las 19:30. La primera conclusión que se sacó es que la apuesta es minimizar el debate y buscar prontamente la autorización para que la directiva nacional pueda, por su cuenta, tomar las decisiones de los pendientes del partido.

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