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Vocera de Ni Una Menos Chile anuncia acciones legales por represión desmedida: «Sentí terror», asegura Enfrentamiento

Vocera de Ni Una Menos Chile anuncia acciones legales por represión desmedida: «Sentí terror», asegura

Lo que era una manifestación de estudiantes del Liceo 7 para visibilizar las últimas denuncias de abuso que han realizado, terminó con una fuerte represión de Carabineros.


Parece paradójico. Pero así fue. Las estudiantes del Liceo 7 recibieron el apoyo de la Coordinadora Ni Una Menos Chile en su campaña Ni me callo Ni lo Aguanto contra la violencia de género en las aulas. Pero según su relato, alcanzaron a manifestarse pocos minutos, cuando «fuimos brutalmente reprimidas por fuerzas especiales. Al menos 10 de nuestras compañeras fueron detenidas, además de un profesor y una de las voceras de la coordinadora», señala el texto que publicaron en Facebook, ya que las alumnas de la Comisión de Género del establecimiento ubicado en la comuna de Providencia declinaron conversar con este medio.

Carabineros tampoco ha dado su versión de los hechos. Aunque pedimos una declaración al Departamento de Derechos Humanos de la policía uniformada, sus protocolos obligan a esperar la autorización de la Secretaría General antes de hablar, autorización que no había llegado hasta el cierre de esta publicación.

Quien sí habló fue Elena Dettoni, la vocera de Ni Una Menos que fue detenida y con quien El Mostrador Braga pudo conversar. Aún en shock, a Elena, funcionaria pública que «gozaba» de un día administrativo, se le atropellan las palabras y trata de organizar en su cabeza los rápidos hechos, por los cuales pretende  iniciar acciones legales asesorada por el Instituto de Derechos Humanos y Corporación Humanas. «Sentí terror», es una de las frases que más lanza durante su relato, que incluye violencia física, pero también y sobre todo, verbal y sicológica.

«Las niñas (estudiantes del Liceo 7) estaban lanzando esta campaña de denuncia Ni me callo Ni lo Aguanto. Nosotras estábamos acompañando ahí como activistas feministas. La actividad era de ellas. No habían transcurrido ni 20 minutos cuando llega el guanaco, lanzando chorros directamente sobre todas nosotras. Yo quedé empapada. Pasaron corriendo fuerzas especiales por al lado mío. Recuerdo que me subo a la vereda para evitar que me detuvieran. Hacía poco tiempo me habían llevado detenida y había resultado bastante mal físicamente», explica. «Entonces veo que se abalanzan como bestias con una brutalidad total sobre las niñas y me dio una impotencia, porque son niñas de primero, segundo, tercero medio, entonces instintivamente me bajo a la calle y me lanzo sobre unos cuantos y logro soltar una niña. Forcejeé, la solté y nos subirnos a la vereda. Ahí estaba yo toda empapada de nuevo con mis lentes, el megáfono en las manos, no sé cómo no soltaba el megáfono. De repente, veo que está una chica en el suelo con el jumper casi en la cintura y la están tirando. Sentí una impotencia y una pena tan grande porque realmente eran brutales como estaban tratando a las niñas. Entonces me tiro sobre la chica, la trato de proteger con mi cuerpo, saltaron mis lentes, me los hicieron añicos. Y toda mojada yo», continúa.

Su relato sigue. «En una de esas me toman, me suben entre varios arriba del carro a empujones y patadas. Arriba habían como 4 niñas y viene esta chica que yo había tratado de ayudar súper mal, súper descompensada, con el jumper arriba todavía, gritando que dejaran de tocarla. Veía manos entre medio de las piernas de ella. Con mi teléfono alcancé a sacar una o dos fotos que fueron las que subí a las redes y la niña mal, mal, mal, no la podían subir porque ella se resistía, todo entre garabatos, sacadas de madre, tal por cuál. La vuelven a bajar, la tironean de nuevo, la logran tirar arriba. Me acuerdo que cayó sobre mi pierna, quedó súper torcida y la chica casi se desmaya, estaba tiritando, su cuerpo dando saltos, entonces traté de ayudarla arriba, traté de acogerla. Después cuando llegamos allá (la 19 Comisaría de Carabineros), la chica gritó algo y empezaron de nuevo cállate conchadetumadre. Entonces me dio una rabia y les dije que se quedaran callados, que no tenían ningún derecho a tratarla así. Ustedes son funcionarios y representan una institución y no tienen por qué tratarla de esa forma y me decían ‘cállate vieja tal por cual'», asegura Dettoni.

Entonces habría comenzado su pesadilla. «Como me vieron hablando por teléfono con una amiga que es abogada, me empiezan a exigir que entregue mis cosas. Yo les dije que no tenía por qué, que no era la primera vez que estaba en un procedimiento y que mientras no tuviera cargos no tenía por qué entregarlas. Entonces me empiezan a amenazar, que las voy a tener que entregar igual, que te vas a quedar detenida, y empiezan a llamar a las niñas para ir a constatar lesiones y me paro y me dicen ‘voh no, te quedai acá, te vai a quedar detenida y yo digo que no tenía idea de cuáles eran los cargos. Había también un profesor de las chicas que le dicen que va a quedar detenido también, que los adultos se quedan detenidos», narra Dettoni.

Elena describe a continuación que el forcejeo para entregara sus cosas sigue adelante y que pregunta por qué estaba detenida y si iba a poder constatar lesiones. «Después exigí que me leyeran mis derechos y me dice una paca ‘sabís leer o no?’, una paca de fuerzas especiales, me pasa el papel y empiezo a leer y ahí dice que habían sido leídos mis derechos y que yo sabía por qué estaba detenida, y yo dije que no tenía idea de por qué. Me dice ‘cómo que no sabís’ tal por cuál, por desórdenes, y yo le dije cuáles son los desórdenes, donde consta que yo estuve obstaculizando el tránsito, lo que hice fue defender unas niñas y además le dije yo que me destruyeron mis lentes. Me preguntan si voy a firmar o no y yo dije que no. Y ahí me pescan entre dos de fuerzas especiales a empujones me tiran en un calabozo, y empiezan a tirones y empujones a sacar mi cartera, mi chaqueta, yo me había puesto el teléfono entre medio de la ropa, de mi sostén, entonces me empiezan a forcejear me sacaron la cartera a tirones, la chaqueta a tirones, me suben mi ropa hasta más arriba de mis senos, me meten la mano entre medio de los sostenes, me sacan el teléfono forcejeando, tironeándome. Yo ni siquiera me movía porque estaba aterrada en ese minuto, sentí terror, pensé que me iban a sacar la mierda», recuerda.

Tras el forcejeo donde además se queda sin botas ni calcetines, termina en el suelo del calabozo: «Al principio traté de mantener la calma, me empecé a contener. Después ya me vino una crisis, empecé a toser no sé si era porque estaba con todo el frío, toda mojada, pero me tapé, empecé a toser y toser, y me empecé a ahogar. Me vino una angustia terrible y cuando me dicen que me van a constatar lesiones, después de que ya me habían metido al calabozo, me empiezo como a desmayar, porque me vino como una crisis de angustia, de pánico, no sentía las piernas. Yo lo único que sé es que cierro los ojos porque o si no me iba a caer y me decían ‘camina, teatrera’. Ahí empezó la violencia sicológica, decían que yo estaba haciendo teatro, que era buena actriz, ‘ahora te tambaleas que se te va a salir el corazón tal por cual’, todos muertos  de la risa, ‘oh la loca’. Y me subieron para que vaya a constatar lesiones: me llevan y tenían el box abierto, estaban los pacos al frente, yo le exigí que salieran ellos, que no tenían por qué estar mirando cuando un médico me examinaba», señala.

Lo más visible que constató es un rasguñón que cree que fue de cuando le sacaron la ropa a la fuerza. Sin embargo, no estaba anímicamente bien. «El trato fue muy vejatorio, yo me descompensé, me vino una crisis de angustia cuando  me preguntaron todo de nuevo, sentí terror. Salí mal, muy, muy, muy descompensada», relata.

Al volver, quedó encerrada nuevamente hasta que le dijeron que firmara su salida. «Me querían obligar a firmar la salida donde decía que yo no había recibido ningún mal trato ni abusos. Yo dije ‘no estoy de acuerdo, no voy a firmar’, ‘ay, si querís no más firmai hueona’ y yo dije que no iba a firmar y que no tenía por qué tratarme de esa forma, así que me negué a firmar todo documento, porque sí me agredieron físicamente y verbalmente y sicológicamente», sostiene.

Elena hasta ahora cree que no le levantaron cargos  porque habían abogadas afuera del lugar monitoreando lo que sucedía. «Primero habían dicho que yo estaba haciendo desórdenes en la vía pública pero ni aunque fuera por eso, según lo que nosotras pedíamos, no tenían por qué quitarme mis pertenencias ni meterme al calabozo. Me sacaron esposada, yo no tengo marcas ahora pero me duelen demasiado mis brazos, me duele mover mis manos y la vergüenza y la vejación que tú llegas a un centro médico, y toda la gente mirándome toda esposada, llena de Carabineros entrando a la posta, después saliendo de nuevo en las mismas condiciones, esposada en la calle, expuesta y descompensada. Llegué llorando de nuevo con todas las burlas de que era buena actriz», lamenta.

Esta no es la única manifestación que ha presenciado. Estuvo apoyando a su hija en los movimientos estudiantiles del 2011 y «he visto el actuar desmedido de Carabineros, cómo abusan sin mediar provocación y acá hay registros por fortuna, hay registros que estaban las niñas paradas cuando empiezan a tirar el guanaco encima, empiezan a agredir a las niñas».

«Fui testigo de esta brutalidad hacia las niñas. Yo me subí a la vereda evitando todo, porque no vaya a ser cosa que me pase algo, pero cuando vi que se abalanzaron como bestias sobre las niñas fue una acción humana, que una no lo piensa dos veces, yo creo que cualquier persona adulta que está con un mínimo de conciencia se abalanza como una a defender a las cabras», explica.

Tras los hechos, Elena durante esta jornada va a asistir al servicio médico con convenio del Instituto de Derechos Humanos. Además, está estudiando las acciones judiciales a seguir. «Creo que estoy en la obligación de hacerlo porque de alguna u otra forma tienen que revisar su procedimiento porque esto es habitual. Estoy sumamente clara y segura que esto es una constante, el abuso y la agresión política y sexual además, porque las tocaciones en las partes íntimas, en la entrepierna, en la vulva, en los senos es una forma habitual de represión en el cuerpo de las mujeres»,  señala.

La Corporación Humanas, por su parte, manifestó un profundo rechazo a los hechos y está apoyando jurídicamente a Dettoni. Para la abogada de la institución María José Castillo resulta impresentable el ensañamiento de las autoridades policiales en contra de las mujeres.“Denunciamos y repudiamos públicamente la violencia  sexual de la que fueron víctimas las estudiantes y la vocera de la Coordinadora Ni Una Menos. Asimismo, a quienes asistimos a las detenidas, se nos cerró la puerta en la cara por parte del suboficial encargado del procedimiento quien además se negó a proporcionar el listado de las personas detenidas”.

El organismo calificó los hechos ocurridos como constitutivos de tortura, tratos crueles inhumanos y degradantes cometidos por agentes del Estado, por lo que exige una pronta investigación para la aplicación de sanciones efectivas en contra de los funcionarios y funcionarias de Carabineros de Chile que cometieron estos delitos.

Además recordó que la desnudez forzada y los manoseos de carácter sexual por agentes del Estado, constituyen formas especialmente graves de violencia sexual.

 

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