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La banda que ensaya jazz en la plaza Brasil y reivindica su hermandad con la calle La “Nelson Domínguez” se presenta el próximo 8 de agosto en el Club Ibiza

La banda que ensaya jazz en la plaza Brasil y reivindica su hermandad con la calle

Cultivan el “swing de calle”, donde mezclan el “jazz manouche” de los años 30 con la música latinoamericana. Reivindican políticamente la vía pública como un espacio de creación. Según su propia presentación, la plaza es el espacio que “los cobija y ampara para crear una nueva forma de hacer música. Esto es la creación desde lo cotidiano, desde lo social, desde el amigo ebrio que se integra a la banda en el momento hasta la niña que se acerca para jugar con los tambores”.


Una banda de jazz latinoamericano que ensaya en la calle y reivindica el espacio público como espacio de creación es “La Nelson Domínguez”, un grupo de nueve músicos que nació hace dos años en la Plaza Brasil.

Según su propia presentación, la plaza es el espacio que “los cobija y ampara para crear una nueva forma de hacer música. Esto es la creación desde lo cotidiano, desde lo social, desde el amigo ebrio que se integra a la banda en el momento hasta la niña que se acerca para jugar con los tambores”. Sólo en invierno, por cuidar los instrumentos, vuelven a las salas de ensayo usuales.

LANELSON

Banda «La Nelson Domínguez» Foto: Gentileza «La Nelson Domínguez»

“Desde el perro callejero que se une para dormir al son de las melodías o el vendedor ambulante que hace un alto para disfrutar de la música en su esforzada rutina: en la plaza todo está permitido y es por eso que la intención de la banda es vivir esa vorágine creativa que les brinda toda clase de imágenes para crear sus composiciones”, aseguran.

Con temas propios y arreglos a canciones de otros, el próximo 8 de agosto se presentan en el Club Ibiza del barrio Bellavista (Bombero Núñez 354), mientras preparan un disco que esperan grabar en marzo del próximo año.

Lo «manouche»

Según sus promotores, la banda adopta el estilo «Swing de calle», que mezcla el color del «jazz manouche», un estilo de la Europa de los años 30 y uno de cuyos exponentes clásicos es el gitano belga Django Reinhart, “con el prístino sonido de la música latinoamericana, dando origen a creaciones musicales novedosas y envolventes”.

Sus principales fuentes de inspiración provienen de la música popular chilena de los años cuarenta, la que a su vez se nutrió del «jazz manouche» para adaptar y desarrollar lo que hoy en día se conoce en Chile como «jazz guachaca».

Incorporando nuevos ritmos, mezclan sonoridades o instrumentos que son parte de los géneros musicales latinoamericanos, como la cueca, el tango o el mambo. Un ejemplo es su versión del tango “Fumando espero”, que pasa de “jazz manouche” a “festejo peruano” para terminar de salsa.

Nicolás Zárate Foto: Gentileza "La Nelson Dominguez"

Nicolás Zárate
Foto: Gentileza «La Nelson Domínguez»

El mix tiene que ver con el background de cada uno de los nueve músicos, cuenta el acordeonista Pablo Zárate, pero también con lo que pasa en la calle, según su hermano Nicolás. “Nosotros ocupamos mucho el concepto de cita musical, un poco lo que pasa en la calle, donde uno se encuentra con toda esta cantidad de imágenes, de personas, de gente”.

Una calle donde los vio, por ejemplo, un integrante del programa “La bicicleta” del Canal 13 Cable, que hacía un reportaje sobre el barrio y los terminó entrevistando. Cineastas como Juan Francisco González y Omar O. Zeballos han hecho videos con sus presentaciones callejeras, que ahora pueden verse en YouTube. Sus canciones también están en sitios como soundcloud.com.

La banda está integrada por Miguel Zárate (vibráfono), sus hijos Nicolás (batería) y Pablo (acordeón), Jaime Mora (primera guitarra), Sebastián Aravena (segunda guitarra), Bricson Rubio (trompeta), Sebastián Abuter (clarinete), Ricardo Villacura (bajo) y Guillermo Pinto (percusiones).

Sin dinero, pero con ganas

Nicolás cuenta que partieron tocando en la plaza en diciembre de 2012 porque no se podían permitir alquilar un lugar, pero lo que empezó como un hecho circunstancial ha terminado consolidándose como parte de su identidad.

El grupo empezó a partir de un encuentro fortuito entre su hermano Pablo y el guitarrista Jaime, un ex compañero de colegio en Maipú. Fue Jaime el que le habló del “jazz manouche” y le propuso probar el estilo. Se empezaron a juntar en la plaza, donde vive la familia Zárate, y poco a poco comenzaron a sumarse más y más músicos. Algunos incluso surgieron de personas que simplemente pasaban.

Ensayaban dos veces a la semana, por lo general por las mañanas, por un espacio de tres a cuatro horas. Los fines de semana los dedicaban a tocatas propiamente tales. “Ahora ya tenemos un grupo de nueve personas que es muy unido y tenemos ideas súper claras, como con la creación. Este es un colectivo, no tiene un director musical”, explica Nicolás.

“La base de la banda es el ‘jazz manouche’, pero hacemos una fusión con ritmos latinoamericanos, afroperuanos, chachachá y también chilenos”, repite. “La gracia está en mezclar estos sonidos”.

La plaza

“Tocar en una plaza te abre las puertas a la creación”, asegura. Surge así un espíritu que impregna lo que en la banda llaman “el jazz callejero”. Es un estilo “que lo soporta todo” y permite la cita de toda clase de influencias musicales, agrega.

“En la plaza hay una universidad, hay un colegio… es un lugar central”, complementa Pablo. “Ves a la gente esparcida por todos lados, los escolares… los que viven en la calle, a los que la gente por lo general les hace el quite, en cambio nosotros llegábamos y les dábamos un abrazo. Al final (el ensayo) también era una enseñanza, que estábamos aquí compartiendo, tocando… Hay que conversar un poco, no estar tan lejos”.

“Nosotros no es que toquemos acá, nosotros ensayamos. Es distinto el concepto”, destaca Nicolás. “Estamos en un círculo, tocando entre nosotros, y la gente se empieza a acercar. Ya somos amigos de todo el barrio, la gente nos quiere harto”, asegura. También aquellos hombres y mujeres que viven en la plaza, bebiendo.

“A veces llegan y conversan, aunque nosotros estemos en ánimo de ensayar, de trabajo”, dice Pablo, “pero hay que aceptar eso”.

Nicolás resalta que aunque empezaron a ensayar en la calle por un tema económico, se ha convertido en una postura política. “Nos empezamos a hacer cargo de eso, es decir, tenemos que ensayar en la calle porque nos corresponde ocupar este lugar como espacio público, y si no tenemos un lugar para difundir la música lo usamos para hacerlo”.

Tocar en la calle tiene contras, eso lo tienen claro. En la plaza estaban tocando, por ejemplo, el 1 de mayo pasado, cuando repentinamente se desató la represión policial que obligó a huir al público y también a ellos. También han sido testigos de muchas peleas en la plaza.

Para Nicolás la imprevisibilidad de la calle se refleja en su quehacer, de hecho. “Te amplía el nivel creativo. Por eso siento que la música que hacemos es muy como la calle, que pasa de una cosa a otra”. Es por eso, entre otros factores, que no quieren perder el contacto con ella, agrega.

El nombre, una síntesis

La calle también les dio su nombre. Nelson Domínguez es uno de sus más fieles seguidores, y fue en homenaje a él que se bautizaron. Ahora incluso sale en un video que hicieron.

“Es una especie de poeta del barrio”, explica Nicolás. También conocido como “Chuck Norris”, siempre los visitaba y les pedía el tema “Mejillones”. “Siempre estaba al lado de nosotros, lo queremos mucho. Nosotros tocábamos y él llegaba. Se siente muy contento de que la banda tenga su nombre”, cuenta. “Se tomaba sus copetes, nos hablaba del arte, de muchas cosas. Esa es la gracia de la calle, que todo puede pasar”.

“Creo que él sintetizaba un poco de qué se trataba esto, un tipo que estaba ahí, en este espacio de ocio. El ocio puede ser muy mal visto, eso lo instaló el sistema neoliberal, pero para mí es fundamental para la creación”, dice Nicolás. “Con ocio no me refiero a estar en la casa alienado viendo televisión, sino a tener un momento en tu vida para pensar, escuchar música, leerse un libro, y eso es lo que genera la plaza. El ocio es algo necesario en todas las sociedades, es el momento en que uno se pone a pensar, a crear algo. Sin ocio no hay cultura”.

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