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Huichaqueo, el cineasta que aborda el conflicto mapuche desde la poética visual Durante los lunes de julio, la sala de cine Radicales ha exhibido toda su obra

Huichaqueo, el cineasta que aborda el conflicto mapuche desde la poética visual

Posee un trabajo visual cargado de poética, que rehúye a la obviedad y al panfleto en una apuesta a la inteligencia del espectador. A esto suma su labor como programador del foco de “Primeras Naciones” en el Festival Internacional de Cine de Valdivia. “Me interesa retratar lo áspero de Chile”, revela.


Una obra visual cargada de poética, que rehúye la obviedad y el panfleto en una apuesta a la inteligencia del espectador, es la que tiene el artista visual y cineasta Francisco Huichaqueo (Valdivia, 1977).

Durante los lunes de julio, a las 19:30 horas, Huichaqueo ha exhibido sus trabajos en el cine bar Radicales de The Clinic (Monjitas 580), en el marco del ciclo “Lo clandestino del paisaje”, con un conversatorio incluido.

El próximo 28 de julio, los cinéfilos tendrán la oportunidad de ver «El jardín del mudo» (2005/10min), «Cadenza» (2005/6min), «Vogos Neopren» (2006/4min.) y «Lo clandestino del paisaje» (2008/13min.), todas obras de un cineasta que además es programador del foco de “Primeras Naciones” en el Festival Internacional de Cine de Valdivia.

ilwen

Un pintor con cámara

Fueron los propios programadores del cine los que propusieron a Huichaqueo una muestra completa de su obra. El cineasta estaba en busca de una sala para mostrar su última película, “Ilwen – La tierra tiene olor a padre», de 35 minutos, nombrada en el 2013 dentro de las diez mejores películas poéticas por la revista de crítica internacional de cine DesistFilm,  y logró una “buena conexión” con Rodrigo Rojas, el encargado del lugar, según cuenta el artista.

El propio nombre del ciclo –título de una animación de Huichaqueo del 2008- refleja de buena forma  el espíritu de su trabajo, “ligado a las artes visuales, a la poética, a la pintura, pero también a la política”, explica.

“Hay cosas clandestinas que suceden en el paisaje social actual”, agrega, apuntando específicamente al tema mapuche, a “cómo se ha invisibilizado”. “De alguna manera, el poder lo tiene oculto, por miles de razones, y es ahí, cuando nace esa mirada, que se torna un cine político”.

Huichaqueo, que se define como “un pintor, un dibujante con cámara”, quiere “mostrar que eso es importante. No quiero decir; quiero mostrar el ahora, el contexto en torno a estas problemáticas”, en un país que no asume su mestizaje, donde un gran grupo “se cree blanco” en la nación “más clasista y racista que he palpado” tras diversos viajes alrededor del mundo. “Por lo mismo me interesa retratar lo áspero de Chile”.

 La historia de Ilwen

Francisco Huichaqueo“Ilwen” es un buen ejemplo de su obra. La cinta rescata una historia de los 80: cómo muchas familias, en medio del hambre por la crisis económica, volvieron a hacer huertos en sus casas para poder comer, sembrando verduras como porotos o tomates. En su caso, cómo lo hizo su padre, un hombre de pocas palabras a quien rinde un homenaje con esta película.

“Preparábamos la tierra con un cariño y un agradecimiento enorme”, recuerda, algo muy “mapuchístico”. “Cuando cosechábamos no era llegar y comer. Mi padre me mostraba los tomates, lo lindos que eran, para mostrar cómo algo superior intervino (en ese proceso)”.

Para la película, Huichaqueo invitó a su padre a Santiago a sembrar nuevamente un huerto, esta vez en su casa en La Reina. Fue así como filmó la cinta, entre la capital y Valdivia.

“Trato de revivir algo que luego no seguimos haciendo, por cosas de la vida”, señala. “Mi padre no siguió trabajando la tierra, yo tampoco, porque salí de mi casa paterna para emigrar a Santiago, que es la historia de los jóvenes de este país, sobre todo de la gente indígena, que por no tener tierra deben buscar otra manera de vivir. Y esa también es mi historia, una historia de un hijo y un padre, pero también de casi todos los hijos y todos los padres de este territorio”.

Con su film, Huichaqueo trató, en sus palabras, de traer a nuestros días “el paisaje interior, la memoria ancestral”.

Cineasta no convencional

Huichaqueo es, sin duda, un cineasta no convencional. Un ejemplo es su cinta anterior, «Kalül Trawün –  Reunión del Cuerpo”, que filmó sin guión en el transcurso de una exposición de arte moderno en la sala de Bellas Artes del Mall Plaza Vespucio.

“Invité a una familia de mapuche, muy amigos míos, y desarrollamos durante un mes una película experimental, una película de hallazgo. Hicimos una reunión, un trawün, un rato antes de comenzar a grabar, ellos eran poetas, músicos, performistas… El guión fue lo que sucedía en ese entonces en la ‘zona roja’, como le dice Chilevisión, en la Araucanía: incendios forestales, Ley Hinzpeter, militarización…”

Hubo improvisación de poesía, “desde la bronca, la rabia, desde el amor y odio… en ese lugar estábamos nosotros. Ya no sabíamos qué sentíamos, lo cual yo creo que es muy bueno, porque es ahí donde nace el arte. Y en ese momento creamos”.

Es una obra de “cine-emergencia”, “cine-ensayo”, y también documental, en sus palabras, pero “también es educativa, porque el que la ve, le queda clarito lo que está pasando”.

Programador de sección

Pero Huichaqueo no se queda sólo con su cine. Ahora ha sumado a su faceta de creador la de programador de una sección, “Primeras Naciones”, en el Festival Internacional de Cine de Valdivia.

También allí aplica su visión que privilegia la poética por sobre el panfleto, aunque el foco no se restringe a las Américas, sino que apunta a los indígenas de todo el planeta. La sección partió el año pasado –esa vez sólo con obras de Huichaqueo, a modo de “marcha blanca”- y espera congregar este año a más artistas.

“Estoy en búsqueda de películas. Hasta el momento tengo tres mexicanas, re interesantes, que quiero mostrar, pero quiero buscar más”, cuenta entusiasmado.

“Estoy en busca de una obra cinematográfica sensible. Quiero que esta sección tenga harto contenido poético. Los documentales de denuncia tienen muy buenas intenciones, pero muchas veces carecen de valores estéticos. Yo pienso, que es algo que conversaba con (el director del festival) Raúl Camargo, invitar un tipo de cine de gente que tenga una cuota de sensibilidad. Que haga las mismas denuncias, el asunto es la manera. Que esté más cercana al territorio del arte, que sea un cine que te invite a pensar, que sea un aporte visual también, que sea un cuadro en movimiento. Podemos tocar los mismos temas, como la Franja de Gaza, pero con una mirada desde la poética y la sensibilidad, o desde la espiritualidad”.

Para Huichaqueo se trata sin duda de una sección que le hacía mucha falta al festival y a la región. “Era raro que no existiera, con todo lo que ha pasado en el mundo indígena en la zona”, reflexiona. “Llegamos tarde, pero llegamos, así que espero que de aquí para adelante sea fructífero”.

A futuro, la idea no es quedarse sólo en la exhibición, sino también traer a los directores y trabajar con la comunidad. “No sólo venir a sacarse fotos, sino también hacer un trabajo social”, recalca.

A lo Huichaqueo, como se ve.

 

 

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