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Fútbol y literatura: escritores homenajean el Día del Libro jugando una pichanga Algunos de los participantes juegan regularmente en la liga “La Decadencia”

Fútbol y literatura: escritores homenajean el Día del Libro jugando una pichanga

Separados por equipo «rojo» y equipo «azul», nueve escritores y un fotógrafo se reunieron el viernes pasado para hacer una tertulia literaria. La diferencia en que la jornada no estuvo mediada por un libro, sino por una pelota, detrás de la cual todos corrieron. Pero como el hombre no vive solo de fútbol, los jugadores también se animaron a hablar del Día del Libro. Se mostraron entusiastas por la nueva escena literaria que arrastra a nuevos autores a jugar el gran partido de atraer nuevos lectores con un interés creciente por encontrarse con buenos libros.


Arte y deporte no son antónimos, al contrario. Así lo demostró un grupo de autores que el pasado viernes, a propósito del Día del Libro que se celebra hoy, jugaron un partido de baby fútbol en Ñuñoa.

El equipo “azul”, conformado por Luis López-Aliaga, Marcelo Guajardo, Juan Manuel Silva,  Sergio Alfsen y Guido Arroyo como arquero, se enfrentó al “rojo” integrado por Felipe Becerra, Matías Celedón, Federico Eisner, este cronista (y también autor) y el fotógrafo Cristóbal Saavedra, quien a última hora debió ponerse los guantes ante la ausencia del décimo convocado.

Como quedó demostrado en la cancha, todos ellos juegan regularmente. Varios, de hecho, son miembros del club de fútbol de escritores “Javiera Mena”, como Guajardo y Becerra, además de escritores como Gabriel Zanetti, Juan Santander y David Villagrán. “Javiera Mena FC” juega regularmente en la liga “La Decadencia”, vinculada al campus Juan Gómez Millas de la Universidad de Chile.

Un delantero nato

López Aliaga (Santiago, 1966), de larga trayectoria, numerosos premios y cuyo libro “La imaginación del padre” estuvo entre los libros más destacados del ranking literario 2014 de las editoriales independientes representadas por la Furia del Libro, resultó ser un delantero nato. Marcó el 1-0 en la cancha de la junta vecinal número 37 “Bernardo O’Higgins”, ubicada en la esquina de Guillermo Mann con Francisco Meneses, donde se disputó el encuentro.

La alegría azul duró poco. Celedón (Santiago, 1981), uno de los más prometedores autores de su generación, que con “La filial” ganó en 2013 el Premio de la Crítica de la UDP, y el de Mejor Novela de la Municipalidad de Santiago, demostró ser un futbolista que se juega la vida en cada pelota, y empató rápidamente para el 1-1.

“No he escrito sobre fútbol, pero entiendo la escritura como juego”, afirma Celedón. “No creo que sean actividades excluyentes. Por el contrario, jugar a la pelota combate el sedentarismo y la soledad, tan asociadas al oficio”.

“No sé si son actividades complementarias o independientes, pero en mi vida, desde niño, han ido siempre a la par, leer, escribir, jugar a la pelota”, dice por su parte López-Aliaga, quien ha escrito cuentos, artículos y crónicas sobre el arquero Roberto “Cóndor” Rojas y el poeta Gonzalo Millán “esperando la muerte mientras mira los partidos del Mundial de Alemania”.

“El fútbol se juega, se mira, se comenta, se lee, se escribe. No creo en esa sentencia, que ya es lugar común, de que el fútbol es como la vida. El fútbol es mejor que la vida, lejos, y ayuda, o a mí me ha ayudado al menos, a soportarla. La escritura también. Y la lectura, otra vez.

La revelación

Poco después, el equipo rojo pasará arriba en el marcador, tras un gol marcado por Felipe Becerra (Viña del Mar, 1985), para el 2-1, y que volverá a repetir al anotar el 3-1. Para Becerra, autor de la novela “Bagual”, editada en Lima y traducida al francés, y sin duda el delantero de mayor técnica en la cancha en esa noche que pronto será legendaria, “jugar fútbol tiene que ver con volver a ser niño”. Tampoco cree que gambetear y escribir sean actividades excluyentes.

López-Aliaga volvería a equilibrar las cosas, para el 3-2, en gran parte gracias al oficio del poeta Alfsen (Valparaíso, 1981), autor de libros de poesía como “Metamérika”, y quien se estableció como un mediocampista de lujo para los azules.

Los minutos pasaban y Arroyo (Valdivia, 1986), como arquero, era una barrera infranqueable para los rojos. Distinguido con doble mención honrosa en el concurso “Roberto Bolaño”, por su poema “Palabras” y su novela “Estrategias Invisibles”, el actual director de Alquimia Ediciones no imaginaría su vida cotidiana “sin sentir la necesidad de escribir algo cada semana, y a la vez jugar a la pelota cada domingo”.

“En ambas áreas libero pulsiones, no creo en el cálculo en la escritura o el fútbol, a menos que seas hincha de la Católica y tu sueño sea ver tu apellido en un libro de trasnacional”, sentencia Arroyo, que ha escrito varios poemas sobre fútbol. “Como casi a todos, mi pasión por el balón vino antes que la escritura. A los cinco años me preguntaban qué iba a ser cuando grande, y por supuesto no respondía que ‘escritor’ sino ‘Morón, Daniel Morón’”, en alusión al arquero argentino que fue campeón de la Copa Libertadores con Colo Colo en 1991.

En la defensa roja, en tanto, se destacaba el chileno-uruguayo Federico Eisner (Montevideo, 1977), quien alentaba constantemente a su equipo en voz alta. Autor de poemarios como “Pequeño compendio para un amigo” y “Bicha”, señala haber jugado bastante fútbol de adolescente, hasta que una serie de accidentes lo apartaron “de la posibilidad de entrenar en serio”.

“Aún hoy en día, existe en muchos colegas una imagen romántica del escritor, que poco tiene que ver con sudar o tirarse al piso a trancar una pelota”, afirma Eisner, quien además es músico. “También está la autoimagen ñoña del escritor, como alguien que se ha disociado de su cuerpo, ya sea por torpeza innata, por falencias estéticas, o por exceso de neuronas. En cualquier caso, estoy hablando de maquetas, hay de todo”.

En el partido, el equilibrio duraría poco: el 4-2 para el equipo rojo llegaría nuevamente a través de Celedón. Y la cifra sería aumentada a 5-2 tras un tanto de este cronista, a pesar de los intentos del poeta Guajardo (Santiago, 1977), el sólido defensa azul que en 2013 ganó el premio de la editorial “El Barco de Vapor” con su hermosa novela “La bicicleta mágica de Sergio Krumm”, para quien “la pichanga es algo intransable y al menos debe ser una vez por semana”.

Lentamente, el equipo azul comenzaba a flaquear, también afectado por la lesión de Silva (Mendoza, 1982), autor de libros de poemas como “Trasandino” (recomendado por críticos literarios como José Ignacio Silva) y “Casimir”.

Eisner anotó el 6-2, y aunque López-Aliaga puso el 6-3, este cronista aumentaría para el 7-3. El delantero estrella del equipo azul volvería a descontar para el 7-4, que sería el marcador final a favor de los rojos.

Comentando el día

Al cierre, y como el hombre no vive solo de fútbol, los jugadores también se animaron a hablar del Día del Libro, con diversas posturas, claro.

“Hay un lector vivo, con un interés creciente por encontrarse con buenos libros”, comentó López-Aliaga. “Los escritores chilenos y también los editores debiéramos esforzarnos cada vez más por estar a la altura de ese interés”.

“Detrás de un día hay una tragedia o una oportunidad comercial”, señaló por su parte Celedón. “A veces una viene  tras la otra. Como autor, me inclino por el homenaje a media asta y un minuto de silencio para leernos en paz”.

Becerra aprovechó de señalar que, en su opinión, la escena editorial en Chile está bastante mejor que hace seis o siete años.

“Ahora existen muchas nuevas editoriales que tienen una línea editorial potente y hacen libros de buena calidad. La existencia de estas editoriales ayuda a los escritores, pues les da el respaldo o la confianza de que sus libros, si son buenos, van a hallar dónde publicarse”, señaló.

En cuanto a la calidad de la literatura actual, cree que hay una variedad más amplia que hace algunos años. “Sin embargo, me gustaría ver más libros cuyo deseo sobrepase al autor, me refiero a libros escritos en el arrebato de una posesión, libros cuyo impulso arranque al autor de una posición cómoda y posesiva y los lleve a territorios inestables, donde todo es aventura”, dijo.

“Me parece bien toda actividad que fomente la lectura, en sus distintas plataformas”, señaló Guajardo en tanto. “Y aunque leer no te hace mejor persona, distinguir la belleza en la escritura, el alma de la especie, aquello de lo que somos capaces, al menos te hace mirar al prójimo de manera distinta”.

Guajardo además cree que “vivimos un momento estelar en cuando producción de contenidos en sus distintos géneros. La cantidad de autores potentes, la distribución y producción independiente creo que es inédito en Chile. Debemos esperar grandes cosas de la actual generación de autores y editoriales”.

También para Arroyo la literatura escrita en Chile atraviesa un buen momento, “en particular porque hay más espacio para la experimentación con el lenguaje, es decir, obras que hace cinco años hubiesen parecido ‘raras’, hoy son asimiladas porque -para bien o para mal- la fragmentación propia de la época, afecta la lengua y los modos en que el lector digiere un relato”.

Con esto coincide también Eisner, quien destaca “lo que está pasando durante todo el año a nivel literario y editorial en Chile. Creo que eso es mucho más evidente para el público aficionado a la lectura, aunque es un proceso lento y de pequeños destellos”.

Este autor resaltó “una etapa tendiente a la organización y a fortalecer la voz de los escritores chilenos en las políticas literarias del país, las cuales deben ir mucho más allá de las del libro y la lectura, ámbitos netamente de las industrias culturales, y no siempre de la literatura”, entre otros la reciente creación del Sindicato Unitario de Escritores de Chile (Sudec), en septiembre del año pasado.

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