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“La ciudad sin ti”, la obra en que Pedro Lemebel trabajó hasta su muerte

“La ciudad sin ti”, la obra en que Pedro Lemebel trabajó hasta su muerte

El 27 de agosto se presenta en Matucana 100, esta obra en la que se dramatiza 11 de sus crónicas más actuales y sensibles. Las temáticas son: su infancia, las minorías, la discriminación, el machismo, la ambición, los detenidos desaparecidos, al arribismo, el mundo gay y su estética, y la idiosincrasia chilena. Meses antes de morir, el autor de “Manifiesto (hablo por mi diferencia)” trabajó con Claudia Pérez y Rodrigo Muñoz, en este cuarto montaje de sus textos que realiza la compañía Chilean Business.


El escritor y dramaturgo Pedro Lemebel trabajó en ella literalmente hasta morir. “La ciudad sin ti”, la obra de teatro que la compañía Chilean Business, de Claudia Pérez y Rodrigo Muñoz, estrenará el próximo 27 de agosto, y que incluye “Vestidito”, una canción escrita especialmente por el trovador Manuel García, recibió hasta su muerte los consejos y aportes del artista fallecido en enero.

Fue el primer semestre de 2014 cuando Lemebel citó “urgente” a Pérez y Muñoz –quienes anteriormente habían montado “Perlas y Cicatrices”, “Tengo miedo torero” y “Cristal tu corazón” basados  de sus obras y quienes eran sus amigos- en su departamento del barrio de Bellas Artes para pedirles que “hicieran una nueva obra”. Ellos aceptaron de inmediato, conversaron y se reunieron varias veces –primero en su casa y luego en el hospital Fundación Arturo López Pérez, donde cayó internado varios meses antes de su muerte- para debatir el guión y afinar detalles de la obra, basada en 11 de sus crónicas.

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Los textos abordan los temas de su obra: su infancia, las minorías, la discriminación, el machismo, la ambición, los detenidos desaparecidos, al arribismo, el mundo gay y su estética, y la idiosincrasia chilena.

“Claramente quería despedirse con estas crónicas”, dice Muñoz. “No nos dimos cuenta de inmediato, pues se mostraba muy optimista y lleno de ganas de trabajar, pero muy profundamente sabía que era una despedida. Al morir el rumbo de la obra cambio y se transformó en una especie de homenaje”.

Trabajo espontáneo

Pérez cuenta que no se trató de un trabajo sistémico ni organizado, entre otros porque el cáncer que sufrió Lemebel lo imposibilitaba. Más bien se dio espontáneamente, cuando Pérez era una de las tantas amistades que visitaban al artista y él decidía meterse en la obra. A veces iba ella, a veces Muñoz, cuando cada uno podía.

Pedro Lemebel en homenaje que se realizó en el GAM

Pedro Lemebel en homenaje que se realizó en el GAM

“Nos veíamos, íbamos siempre a su cumpleaños, lo llamábamos para saber cómo estaba, nos dejábamos caer en su casa para ir a verlo, aunque no lo queríamos molestar con el trabajo porque sabíamos que su lucha estaba en su salud”, recuerda Pérez. “Nos juntábamos cuando podría ir a ver al amigo que estaba enfermo. En esos momentos se daba eso, pero no era ‘juntémnos a trabajar a las siete’, porque uno nunca sabía cómo iba a estar. A veces yo iba y pasaba horas viéndolo cómo dormía, porque estaba cansando. Fue (un trabajo) súper a pulso y su voluntad fue fundamental”.

Confianza

Pérez y Muñoz elaboraron un guión inicial. “Pedro tenía mucha confianza en nuestro trabajo”, rememora Pérez. “Nos dijo: ‘Ustedes vean el hilo conductor,  yo les voy diciendo cuáles crónicas me gustan a mí’”. Y aunque en principio la idea fue basarse en “Háblame de amores” (2012), finalmente incluyeron crónicas de toda su obra. “Pedro nos dijo que tenía algunas que eran sus favoritas y elegimos las que para él eran emblemáticas”, como “Margarito”, que rememora su infancia y el bullying que sufrió un compañero suyo.

“Trabajamos en nuestro grupo teatral y le íbamos mostrando los resultados, de la selección de las crónicas, de cómo pensábamos hacerlas”, dice. “De repente yo le hablaba al oído, porque él quería estar activo, me decía, ‘trae el libro, trabajemos, muéstrenme, quiero participar en este proceso, a mí me sirve, me hace bien’, pero no siempre se podía. Yo lo iba a ver siempre, pero no siempre se podía trabajar, a veces sí, a veces no”.

Fotografía: Macarena Quezada

Fotografía: Macarena Quezada

Aún así, “él trabajó hasta el final. Yo iba al hospital a ver y llevaba el libro porque le gustaba que lo hiciera y que le hablara de la obra. Lo llevaba por si él estaba despierto, pero ni siquiera con el objetivo de hacerlo trabajar, sino porque él quería hacerlo. Me tocó un par de veces que estaba muy lúcido, muy eufórico, lleno de ideas, genial, porque todo lo que decía era un aporte. A veces, cuando él estaba bien, en el hospital, sacaba a la gente de la pieza –porque siempre estaba llena de amigos, era como una procesión, casi que uno hacía fila para ir a verlo- y me dirigía, me decía, ‘más fuerte, hazlo así’. Un día agarró un cuaderno e hizo un dibujo de cómo quería el vestuario de esa crónica en particular que era ‘Carta abierta a Mister Piñi’”, una crónica de 2010.

“A veces me dirigía en la pieza del hospital, incluso en actuación, me decía ‘no, aquí tienes que darle más fuerza’, todo esto además sin voz, me escribía en un papel o me lo decía con señas. Una experiencia súper bonita y fuerte a la vez. Para uno como amiga, como colega, cada frase que él te dijera, uno la atesoraba”.

Lemebel trabajó hasta donde pudo, sin lograr llegar hasta el final. “Teníamos una par de crónicas escritas, habíamos hablado algo de la estética y hecho alguna selección”, pero no era definitivo. “Nunca pensamos que se iba a ir tan luego, siempre que en el estreno iba a estar, sentado en primera fila como siempre”.

Una estética

Muñoz entiende “La ciudad sin ti” –que debe su nombre al librero Sergio Parra, uno de los amigos más íntimos de Lemebel- no sólo como la escenificación de sus textos, sino que también la estética y visualidad del propio Lemebel.

“Son muchas imágenes las que provoca y propone la literatura de Pedro: un Santiago nocturno bohemio y rupturista, un Santiago y un país injusto socialmente, un grupo de personas que deambulan por un país sin ser protagonistas más que de su pequeña pero digna existencia, un país de minorías que tratan de asomar su cabeza a la sociedad”, dice.

Puntualmente, el actor explica que en el escenario se optó por rescatar la imagen travesti , hombres con zapatos de mujer y vestuario indefinido sexualmente. “Una vez le pregunte si no le dolían los pies usando tacos , y me respondió, claro que si pues niño pero usar tacos es una postura política, es decir acá estamos , existimos”.

La imagen religiosa también es muy importante en la escena, pero sacada del contexto religioso, aclara. “Más bien es llevada a un lugar decorativo o de belleza pictórica y de colores ( Vírgenes mexicanas llenas de luz ) jugamos con plumas colores y luces que muestran un ambiente que quiere expresarse de manera exagerada en contraste a un lenguaje crítico y a veces doloroso, como los grandes artistas que hacen reír llorar y reflexionar al mismo tiempo”, precisa Muñoz.

Honestidad brutal y valentía

Cuando ya han pasado siete meses de la partida del artista, este matrimonio de actores mantiene muy fresca en su memoria las cualidades de Lemebel que lo convertían – a su juicio- en un artista completo y excepcional.

“Compartir con Pedro fue un honor, es lo más cerca que he estado de un genio, la especial manera de detenerse frente a una situación y mirar de un punto de vista nuevo este hecho lo hacía especialmente particular y cautivador, su humor inagotable y la riza que brotaba de él de la misma manera que su rabia, era demasiado honesto tanto en cómo expresaba lo que pensaba, como en demostrar lo que sentía. Eso lo hacía muy valiente y particular”, reflexiona el actor.

“Lo vi hacer cosas increíbles como pararse en medio de un cóctel de gala en el Museo de Arte Contemporáneo, gritar discriminación y arrancar una placa de la muralla debajo de una foto, donde estaba puesto el nombre del fotógrafo y con un lápiz labial escribir “Yeguas del Apocalipsis” y luego salir por en medio de un espejo de agua taconeando firme sin dar vuelta atrás y con todos los espectadores atónitos ¡Una verdadera acción de arte !”

Para Claudia Pérez, hacer este cuarto trabajo con los textos del autor de Manifiesto (hablo por mi diferencia) a quien valora como un artista pluridimensional, multifacético e infinitamente creativo es “algo así como un duelo en la acción, con responsabilidad y con el recuerdo y la nostalgia muy presente”.

“Hay momentos en que me gana la tristeza sí, como por ejemplo, cuando escuchamos “Vestidito” por primera vez (la canción que compuso Manuel para la obra) todos lloramos con una mezcla de emoción por la belleza y de pena por su ausencia y porque el no la iba a poder escuchar, es extraño sentir su ausencia física y su presencia verbal y estética todos los días, es un contrapunto que nunca me había tocado vivir”.

Homenajes

Además de esta obra, se prepara otros grandes homenajes. El 7 noviembre durante la Feria Internacional del Libro de Santiago (Filsa 2015) aparecerá una edición especial con todos sus libros y ese mismo día la Cámara Chilena del Libro prepara una homenaje musical y performance con lecturas dramatizadas de sus textos.

La editorial Planeta anunció en tanto que el próximo año hará el lanzamiento de Mi amiga Gladys, el libro al que Lemebel dedicó mucho tiempo y que es una recopilación de las crónicas que relatan su amistad con la ex secretaria general del PC.

 

 

 

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