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Las investigaciones científicas que están en peligro por la «ignorancia de los gobiernos de Chile»

Las investigaciones científicas que están en peligro por la «ignorancia de los gobiernos de Chile»

Una vacuna contra el virus sincicial, un tratamiento contra la diabetes y un instituto especialista en la biodiversidad se cuentan entre los afectados. Los científicos presionan por la creación de un Ministerio de la Ciencia y la repatriación de doctorados en el exterior, entre otras medidas. El jueves realizarán una protesta frente a La Moneda.


Varios productos científicos se encuentran en peligro por la falta de inversión del Estado en el área, una situación que fue denunciada por una carta abierta que la comunidad publicó el domingo en diversos medios de comunicación, bajo el nombre “Nuestros gobiernos han elegido la ignorancia”.

Entre los afectados concretos se encuentran una vacuna contra el virus respiratorio sincicial y un tratamiento contra la diabetes tipo I, en manos del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia (IMII), que agrupa a investigadores de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC).

La vacuna contra un mal que afecta especialmente a los bebés –cada año deben ser hospitalizados unos 5.000 niños en Chile– es un antídoto que cruzó con éxito todas las pruebas preclínicas y que ya cuenta con patente en China y Estados Unidos. Sin embargo, para seguir adelante con ensayos clínicos se requiere una importante suma de recursos.

En cuanto al tratamiento contra la diabetes, actualmente se espera iniciar estudios clínicos en Francia, para lo cual también necesita financiamiento, cercano a un millón de dólares. Según uno de los últimos estudios disponibles, este mal aumentó solo entre el año 2000 y el 2004 de un 5,44% a un 8,33%.

Centros científicos amenazados

Por otro lado, varios centros y proyectos científicos –que en su momento fueron creados con un financiamiento por varios años– se encuentran en peligro de cierre al cumplirse su ciclo y ser incierto su destino, a pesar de sus grandes logros académicos y de formación en recursos humanos.

Uno de estos es el Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) de la Universidad de Chile, dirigido por Mary Kalin, Premio Nacional de Ciencias Naturales 2010, cuyo presupuesto contempla el periodo 2006-2016, cuyos miembros están en ascuas.

Otro es el Anillo NEMESIS, centro de excelencia de la misma casa de estudios, que este año termina sus fondos, luego de tres años de investigaciones en las áreas de cáncer, enfermedades cardiovasculares y diabetes, patologías que, en conjunto, constituyen el 50% de las muertes en chilenos.

Enrique Jaimovich, director del laboratorio de Fisiología de Células Musculares de NEMESIS, lamenta el cierre de su laboratorio. “Es muy triste tener que desarmar un grupo, y las conexiones que ahí se generaron. Hay muchos estudiantes, profesionales técnicos involucrados y científicos jóvenes que se han formado, luego de muchos años de trabajo. Por tanto, desarmar este Anillo es un gran derroche de recursos humanos altamente calificados y un daño país”, advierte.

Numerosos proyectos están a la angustiosa espera de lo que defina la Ley de Presupuesto para 2016. Por toda esta problemática, este jueves al mediodía, un grupo de científicos protestará frente a La Moneda.

Situación desastrosa

Actualmente Chile invierte un 0,4% del Producto Interno Bruto (PIB) en ciencia, el porcentaje más bajo de los 34 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y una décima parte de Corea del Sur. En la región, por dar un ejemplo, Argentina invierte el 0,74%.

Todos los miembros de la comunidad científica coinciden en que no se le da el valor que le corresponde en tanto aporte al desarrollo del país. Esta desidia ha llevado, por ejemplo, a la reciente renuncia de Francisco Brieva, ahora ex presidente de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt), tras seis meses sin cobrar su sueldo, o la nula intención de implementar las propuestas del informe de la Comisión Presidencial Ciencia para el Desarrollo de Chile, entregado en julio pasado.

“La situación de la ciencia chilena es desastrosa”, señala Ramón Latorre, director de Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso (CINV). “Muchas cosas se han dicho que pretenden señalar que no estamos tan mal, como por ejemplo que somos el país que producimos más artículos por habitante en Latinoamérica, a lo que habría que responder ‘en el país de los ciegos el tuerto es rey’”.

“Si hay focos de buena ciencia en Chile es porque los investigadores hacen milagros con los exiguos presupuestos que tienen en comparación con cualquier país desarrollado”, añade. “De hecho, podría asegurar que este es el país en donde el costo de cada artículo científico es el más bajo”.

Sin largo plazo

“No hay una política a largo plazo, y mientras esto siga así vamos a quedar estancados”, lamenta Tomás Pérez-Acle, director del laboratorio de Biología Computacional de la Fundación Ciencia para la Vida. “La ciencia es el convidado de piedra a la mesa de la política chilena. Todos los gobiernos, debido al cortoplacismo en el diseño del Estado de Chile, no piensan más allá de los cuatro años. Ningún fruto del desarrollo de la ciencia en Chile va a ser menor a diez años. Los gobiernos no piensan en la ciencia como algo que va a catapultar a Chile hacia el desarrollo”.

Cecilia Hidalgo, Premio Nacional de Ciencias 2006 e investigadora del Instituto Milenio de Neurociencias Biomédica (BNI), destaca que el Estado ha invertido en formar en el exterior a una generación de científicos, pero advierte que es necesario ofrecerles oportunidades en nuestro país. “No hay ninguna iniciativa oficial para recuperar a toda esa gente”, lamenta. De otra forma, son los países donde estudian –en Europa y Estados Unidos– los que cosechan los frutos de esta inversión, advierte Pérez-Acle.

Otra medida clave es la formación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, una de las propuestas de la comisión presidencial y cuya creación anunció el pasado 21 de mayo la presidenta Michelle Bachelet. Permitiría articular una serie de iniciativas desperdigadas –otro mal que afecta a la ciencia en Chile– en entidades como el Ministerio de Economía –donde está radicada la Iniciativa Científica Milenio (ICM)– y el Mineduc donde se ubica el Conicyt–. Este último, al estar abocado al conflicto de la carrera docente y la gratuidad, presta poca atención a tal tema.

“Hay que entender que la ciencia forma parte del desarrollo. No es un adorno, no es algo para que se entretengan los científicos. Ni siquiera es algo para que los científicos se beneficien. Nosotros no nos beneficiamos directamente de que se invierta más dinero en la ciencia”, concluye Mariane Krause, directora del Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad de la PUC.

“La mayoría de quienes hacemos ciencia tenemos nuestro trabajo en la universidad y los recursos adicionales que pueden llegar no los invertimos en nosotros mismos, sino en el quehacer. No somos un grupo de interés ni un gremio, sino que estamos convencidos de que esto es importante para el desarrollo chileno”.

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