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Ministerio de Ciencia: un proyecto imperfecto para una ciencia con apoyo estatal precario Opinión a propósito del Congreso del Futuro

Ministerio de Ciencia: un proyecto imperfecto para una ciencia con apoyo estatal precario

César Hidalgo
Por : César Hidalgo Director del grupo Macro Connections en el MIT Media Lab. También es facultativo asociado del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard.
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Contribuir a la ciencia y a la cultura como chileno es difícil. Yo soy un sobreviviente, con la fortuna de no haber necesitado nunca el apoyo de una institución local. Pero cuando me junté con Mario Hamuy, el viernes pasado, quedé muy preocupado. No es común ver a un presidente de una organización que es un pilar de gobierno, como lo debería ser Conicyt, con marcas tan vivas del estrés de administrar una organización disfuncional. El Ministerio de Ciencia y Tecnología es un proyecto imperfecto, pero el estado del apoyo nacional a la ciencia es tan precario, que es hora de avanzar, a pesar de estas imperfecciones, y darle el oxígeno que necesita.


En Chile hay mucha gente rica y poderosa. Pero hay algo que el dinero y el poder no pueden comprar. Esto no es el cliché del amor o la amistad, sino algo mucho más concreto: la contribución a la cultura.

¿Pero qué es la cultura?

La cultura es todo lo que se aprende. Desde el lenguaje, a la música y la ciencia. Es el tesoro más importante de nuestra especie. Piensen en cómo era el mundo hace cien mil años. Biológicamente, nosotros no éramos muy distintos. Los átomos en el mundo eran exactamente los mismos. ¿Qué es lo que cambió? Cambió nuestra habilidad de ordenarlos. A través del aprendizaje, y la transmisión de este, aprendimos a volar, a producir comida para billones de personas, a hacer filmes fantásticos, a comunicarnos a la distancia. El tesoro de la humanidad, el que nos permite transformar nuestro mundo y nuestra sociedad, es la cultura, una cultura a la cual desde Chile hemos contribuido poco.

Dentro de la cultura está la ciencia. La ciencia es especial, porque no genera cualquier forma de cultura. La ciencia no es una recopilación de mitos e historias, sino que una recopilación de fenómenos naturales y mecanismos reproducibles, los cuales son robustos y algunas veces universales. Y como la ciencia no está construida de opiniones, podemos construir sobre ella. Podemos construir aviones usando las leyes de la gravitación descubiertas por Galileo, Kepler, y Newton. Podemos operar nuestros teléfonos móviles usando las leyes de Kirchhoff, las ondas de radio de Tesla y Marconi, y los algoritmos de Lovelace.

Porque la ciencia siempre nos sorprende.

[cita tipo=»destaque»]Dentro de la cultura está la ciencia. La ciencia es especial, porque no genera cualquier forma de cultura. La ciencia no es una recopilación de mitos e historias, sino que una recopilación de fenómenos naturales y mecanismos reproducibles, los cuales son robustos y algunas veces universales. Y como la ciencia no está construida de opiniones, podemos construir sobre ella. Podemos construir aviones usando las leyes de la gravitación descubiertas por Galileo, Kepler, y Newton. Podemos operar nuestros teléfonos móviles usando las leyes de Kirchhoff, las ondas de radio de Tesla y Marconi, y los algoritmos de Lovelace.[/cita]

¿Quien aquí sabe que es PCR? Es un proceso biológico que se usa para amplificar material genético en los laboratorios y es paso obligado de casi todos los experimentos biológicos modernos. ¿Pero saben cómo se descubrió el PCR? Estudiando originalmente organismos que vivían en los géiseres, años antes de pensar en la aplicación de estos.

¿Saben qué es una transformada de Fourier? Es una manera de descomponer cualquier función en ondas. Las Transformadas de Fourier y otras similares se usan para comprimir las imágenes que hoy fluyen en la Internet. Pero Fourier no fue un ingeniero de Palo Alto o mountain view, fue un matemático francés que vivió durante la Revolución Francesa, y que en 1820, cuando Chile comenzaba, usó su conocimiento de la física del calor para descubrir el efecto invernadero de nuestro planeta.

Contribuir a la ciencia y a la cultura como chileno es difícil. Yo soy un sobreviviente, con la fortuna de no haber necesitado nunca el apoyo de una institución local. Pero cuando me junté con Mario Hamuy, el viernes pasado, quedé muy preocupado. No es común ver a un presidente de una organización que es un pilar de gobierno, como lo debería ser Conicyt, con marcas tan vivas del estrés de administrar una organización disfuncional.

El Ministerio de Ciencia y Tecnología es un proyecto imperfecto, pero el estado del apoyo nacional a la ciencia es tan precario, que es hora de avanzar, a pesar de estas imperfecciones, y darle el oxígeno que necesita. Sin una mejor institucionalidad y recursos no podremos lograr lo que el dinero y el poder no han podido comprar: la chance de transformar algún día a Chile en un centro global de generación de cultura.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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