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Venezuela está ahora exportando su crisis a los países vecinos

Venezuela está ahora exportando su crisis a los países vecinos

Los venezolanos comenzaron a buscar salir del país durante el mandato de Hugo Chávez, quien volteó al país de cabeza en nombre del socialismo bolivariano, trastocando la economía y creando venenosas divisiones entre sus compatriotas. Profesionistas capacitados, disidentes políticos y judíos lideraron la huida de un gobierno chavista cada vez más oscurantista y autoritario.


No se moleste en buscar Pacaraima en su guía. Es una pequeñísima ciudad brasileña en la selva del Amazonas, mejor conocida como el último centro de comercio antes de la frontera con Venezuela. Pero gracias al presidente venezolano, Nicolás Maduro, y al desastre en el que ha convertido a la quinta economía más grande de Sudamérica, cerca de 300.000 venezolanos han llegado a Pacaraima desde principio de año.

Las autoridades en el estado brasileño de Roraima reportaron que la población de Pacaraima ha aumentado a cerca del triple. Más de la mitad de los pacientes que buscan tratamiento en los hospitales públicos en Pacaraima son venezolanos. Las tasas de robos, prostitución y otros delitos callejeros van en aumento, y los venezolanos son tanto víctimas como perpetradores. Familias venezolanas deambulan sin hogar por la ciudad, duermen debajo de los toldos de las tiendas, mientras que los niños mendigan con los pies descalzos en los semáforos y los jóvenes «intercambian un día de trabajo por un plato de comida», me dijo Edivaldo Amaral, director de la defensa civil. «Nosotros ya consideramos esto como una crisis humanitaria».

Lo que pasa en Pacaraima es solo un ejemplo de cómo la diáspora venezolana está tomando proporciones de calamidad regional -una para la que sus vecinos necesitan prepararse.

Los venezolanos comenzaron a buscar salir del país durante el mandato de Hugo Chávez, quien volteó al país de cabeza en nombre del socialismo bolivariano, trastocando la economía y creando venenosas divisiones entre sus compatriotas. Profesionistas capacitados, disidentes políticos y judíos lideraron la huida de un gobierno chavista cada vez más oscurantista y autoritario.

Los ingenieros petroleros fueron contratados por productores en Noruega y Colombia y los médicos consiguieron buenos empleos en Estados Unidos y Canadá. Después de que Chávez amenazó al director cinematográfico de Caracas, Jonathan Jakubowicz, con detener su mordaz película de 2005 sobre corrupción y crimen, él se mudó a Los Ángeles y dirigió la aclamada Hands of Stone, sobre el gran boxeador Roberto Durán y co-protagonizada por Robert De Niro. La Universidad Central de Venezuela estimó que para 2015, cerca de 1,6 millones de los profesionales más talentosos del país se habían ido de Venezuela.

Bajo el mandato del sucesor de Chávez, Maduro, la difícil situación económica de Venezuela ha empeorado. El producto interno bruto está en camino de reducirse un 10 por ciento este año, y otro 4,5 por ciento en 2017, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Con la caída de los precios del crudo y de sus reservas monetarias, al gobierno seguirán faltándole dólares para importar comida y artículos de primera necesidad. El aumento de la inflación significa que los venezolanos comunes no tienen acceso a los bienes caros que quedan.

A medida que se intensifica la represión policíaca, las solicitudes de asilo se han disparado: en lo que va de este año, el número de venezolanos que han solicitado asilo político en Estados Unidos se incrementó un 168 por ciento, convirtiendo a ese país en uno de los que más refugiados potenciales manda a Estados Unidos. Los datos de inmigración en Latinoamérica son irregulares, pero las autoridades brasileñas dicen que el número de solicitudes de asilo de venezolanos este año (1.805) es cinco veces mayor que el total de 2000 a 2015, sin incluir a los ilegales.

Cada vez son más los venezolanos que han llegado a la conclusión que la única forma de salir del desorden que impera en su país es yéndose. Contadores, comerciantes, maestros y obreros en busca de empleo se están trasladando a destinos más modestos. República Dominicana, México y Panamá, todos reportaron un incremento de inmigrantes venezolanos. Chile autorizó más de 8.300 visas a venezolanos en 2015 – 10 veces más en solo cinco años- la mayoría de ellas de trabajo. «Antes, los migrantes venezolanos volaban a Santiago. Ahora llegan en autobuses, con US$100 en los bolsillos», dijo Juan Nagel, un economista venezolano en la Universidad de los Andes de Chile.

Para muchos, el camino en el extranjero comienza como una búsqueda del tesoro. Varios miles de venezolanos han cruzado las fronteras en autobús o a pie buscando azúcar, arroz, aceite para cocinar o alguna medicina que ya no consiguen en casa. Cada vez más, muchos de los que salen de compras deciden no volver a casa. Por años, los colombianos cruzaron la frontera para establecerse en Venezuela y escapar de la violenta guerra contra los insurgentes marxistas. Ahora, con una Venezuela estancada, las autoridades colombianas se están preparando no solo para el regreso de sus expatriados, sino para lo que los funcionarios del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados han llamado una «avalancha» de venezolanos buscando refugio.

En América Latina, con mercados laborales débiles y pequeñas poblaciones extranjeras, la bienvenida no siempre es cálida. Guyana ha ordenado la deportación de los ilegales y la principal escuela de abogados de Panamá recientemente decidió «categóricamente» que los títulos de abogacía venezolanos no son válidos en Panamá.

Después de que unos venezolanos presuntamente dispararon e hirieron a dos oficiales de policía en Curazao, los legisladores de las islas del Reino de los Países Bajos, Aruba, Curazao y St. Marteen están considerando imponer restricciones migratorias. «No se trata de una cuestión de cuándo, porque la afluencia ya ha comenzado», advirtió a sus compañeros el legislador de Curazao, Amerigo Thode. «Esto nos afecta a todos». Y si los últimos venezolanos que emigraron a la Florida están dispuestos a dormir en la calle, imaginen qué tan difícil será la situación para quienes lleguen a Quito, Georgetown o Pacaraima. «Los países latinoamericanos no están preparados para este tipo de crisis», dijo Patricia Andrade, quien lidera el grupo de apoyo a los migrantes con sede en Florida, Venezuela Awareness.

Ella tendría un argumento en Roraima, donde el incremento de la deuda ha puesto las finanzas del Estado bajo presión y un amotinamiento en la prisión estatal dejó a 10 reclusos muertos el 16 de octubre. El gobernador Suely Campos ha decidido establecer un comité para la crisis de refugiados y solicitó apoyo al gobierno federal en tanto los venezolanos se dirigen hacia Boa Vista, Manaos y otras ciudades brasileñas. No se sabe si Brasil logrará contener el flujo y ayudar a evitar una emergencia humanitaria. «Todo lo que estamos haciendo ahorita es aplicar tiritas», dijo el director de Defensa Civil, Amaral. Los latinoamericanos deberían tomar nota.

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