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Tareas pendientes: reflexiones a partir del Informe Anual 2016 de la Comisión Nacional de Productividad Opinión

Tareas pendientes: reflexiones a partir del Informe Anual 2016 de la Comisión Nacional de Productividad

Una última hipótesis, la más controversial, culpa a nuestra estructura productiva y la alta dependencia en recursos naturales de que la productividad se haya detenido. Algo que, de tanto repetirse en diversos círculos e incluso por autoridades económicas, se toma ya como evidente y probado. Primero, la productividad podría estar relacionada a la estructura de exportaciones, pero la causalidad tal vez va en la otra dirección o ambas podrían estar determinadas por un factor que no estamos considerando. Segundo, antes de nuevas agendas y políticas para cambiar nuestros patrones de especialización, debemos estar seguros de qué está causando qué. De otra forma, como en décadas pasadas, la frustración será grande y muchos recursos malgastados.


Este mes fue presentado el esperado primer Informe de Productividad elaborado por la Comisión liderada por el académico de la Universidad de Chile, Joseph Ramos. El informe confirma y profundiza el diagnóstico de un problema complejo, persistente y estructural de la economía chilena: la productividad está estancada en los últimos 15 años.

Dos son los hechos que resaltan y confirman que esto no es un problema de medición. Primero, independientemente de las alternativas metodológicas utilizadas, desde el año 2000 el crecimiento de la productividad total de factores (PTF) se detuvo dramáticamente. Segundo, este no es un problema solo del sector minero, pues la reducción del crecimiento de la PTF se da en la mayoría de los sectores, con la excepción de comercios, hoteles y restaurantes, y servicios.

Para quienes han investigado este fenómeno y para los últimos gobiernos, estos resultados no son nuevos. En parte debido a ellos es que la Presidenta Bachelet creó esta Comisión. Tampoco es nueva la necesidad de implementar políticas para incrementar la productividad. Cada nuevo gobierno lanza su agenda, las que difieren en el número de medidas y la esperanza con que esta vez se implementen y funcionen. No obstante, nuestra lectura crítica del Informe y de las agendas lanzadas en los últimos años indica que la pregunta de fondo aún no tiene una respuesta satisfactoria: ¿Por qué se detuvo el crecimiento de la productividad?

El Informe, primero, identifica 5 obstáculos generales que afectan la PTF y los agrupa en macroeconómicos, institucionales, culturales, fallas de mercado y frenos estratégicos, y, luego, discute brevemente tres hipótesis principales. Dos de ellas son poco controversiales. La primera, el efecto de las reformas estructurales (micro y macro) ya pasó, y no ha habido nuevas (Fuentes et al., 2006). La segunda, los niveles bajos y estancados de la inversión en I+D en torno al 0,4 por ciento.

Acá, lo difícil es responder las preguntas que vienen. ¿Qué nuevas reformas son necesarias? Y ¿por qué los esfuerzos en innovación –medidos imperfectamente por la inversión en I+D– se mantienen a niveles tan bajos. Ese es el tipo de preguntas que debiéramos, a partir de ahora, empezar a hacernos e investigar seriamente, con recursos, datos nuevos y mejores, con expertos nacionales, y con investigadores de primer nivel afuera de nuestra limitada y, a veces, mediocre realidad.

Solo para tomar unos de los temas planteados en el informe y que debiera ser prioridad: necesitamos más y mejores datos para responder las preguntas complejas. En esto se ha avanzado y retrocedido. Hemos avanzado con nuevas fuentes de datos, como la Encuesta Longitudinal de Empresas, la Encuesta de Microemprendimiento y la mayor cobertura sectorial de las Encuestas de Innovación, pero hemos retrocedido con interrogantes acerca de la cobertura y calidad de la Encuesta Anual de Manufacturas (ENIA) y el fin de su disponibilidad como panel. No hemos avanzado en protocolos de acceso a datos ni cruce de distintas bases de información, ni en acceso a los datos del Servicio de Impuestos Internos. La lista es más larga y grandes las preocupaciones desde hace décadas, pero nadie insiste en ello y toma el liderazgo en estos temas.

Un tema no tocado en el Informe, pero que es muy relevante, dada la urgencia de este problema, es la escasez de estudios sobre productividad al interior de las agencias de gobierno y centros de estudios. Algunas excepciones notables lo constituyen, por ejemplo, el libro “Growth Opportunities for Chile”, editado por Vittorio Corbo, así como los informes de la Comisión para la Productividad y los realizados por UAI/Corfo.

No obstante, se requiere más investigación en este tema, lo que, unido a más y mejores datos, debiera contribuir a tener un mayor grado de certidumbre de por qué se detuvo el crecimiento de la productividad. Para pasar a las propuestas, la Comisión debiera liderar un seminario anual de estos temas, con un llamado abierto y competitivo, con la presencia de comentaristas y un debate profundo sobre estos temas. Así avanza la investigación científica y aumenta la productividad de los investigadores. Un tema interesante y que hemos analizado previamente es la gran heterogeneidad en la productividad de las firmas en Chile (Álvarez y García, 2016), de la que muy poco sabemos acerca de sus causas profundas.

Otro tema de importancia –que solo es mencionado tangencialmente en el informe– es el rol de la competencia para generar mejoras de productividad. Una mayor competencia mejoraría la distribución de recursos al interior de las economías, induciendo la salida de empresas poco productivas, que no son capaces de hacer frente a ganancias relativamente más estrechas. Adicionalmente, la competencia podría proveer mayores incentivos para que las empresas destinen recursos a invertir en nuevas tecnologías. La pregunta relevante al respecto es de qué forma se podría inducir competencia, y en cuáles sectores tendría mayor impacto la implementación de políticas pro competencia. La respuesta a estas preguntas no es trivial. Por ejemplo, evidencia reciente sugiere que se podrían alcanzar efectos cualitativamente similares aumentando competencia tanto en el mercado de insumos como el de productos finales.

Finalmente, una última hipótesis, la más controvertida, culpa a nuestra estructura productiva y la alta dependencia en recursos naturales de que la productividad se haya detenido. Algo que, de tanto repetirse en diversos círculos e incluso por autoridades económicas, se toma ya como evidente y probado. Dos comentarios al respecto. Primero, la productividad podría estar relacionada a la estructura de exportaciones, pero la causalidad tal vez va en la otra dirección o ambas podrían estar determinadas por un factor que no estamos considerando. Segundo, antes de nuevas agendas y políticas para cambiar nuestros patrones de especialización, debemos estar seguros de qué está causando qué. De otra forma, como en décadas pasadas, la frustración será grande y muchos recursos malgastados.

Las respuestas a estas preguntas complejas debieran ser prioridad para las políticas de innovación, emprendimiento, IED, promoción de exportaciones, Pymes, financiamiento y capital humano. El rol de la Comisión es fundamental en este sentido. Este primer informe clarifica el diagnóstico. Esperamos que futuros informes, seminarios y debates propiciados por la Comisión contribuyan a entender las causas del fenómeno y ayudar al diseño de buenas políticas.

Roberto Álvarez
Acádemico FEN Universidad de Chile
Ph.D. in Management, UCLA Anderson School of Management
Master of Arts en Economía, University of California, Los Angeles
Master of Arts en Economía, Universidad de Chile

Álvaro García
Acádemico FEN Universidad de Chile
Ph.D. in Management, UCLA Anderson School of Management
Master of Arts in Economics, University of California, Los Angeles
Magíster en Economía, Universidad de Chile

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