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El corto y solitario paso de Álvaro Gallegos por la Superintendencia de Pensiones

Héctor Cárcamo
Por : Héctor Cárcamo Periodista El Mostrador Mercados
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Desde hace semanas, Álvaro Gallegos tenía sus dos pies fuera de la Superintendencia de Pensiones. Desde que asumió a fines de marzo, reemplazando a Solange Berstein, tropezó una y otra vez.

Su arribo debió ser en silencio, pues el currículum rayaba unas líneas sobre un paso por filiales del grupo Inverlink cuando, hace más de una década, hizo estallar el sistema financiero con un fraude contra Corfo.

Entre 1999 y 2002 había trabajado en la puesta en marcha de la administradora de Fondos Mutuos de la firma liderada por Eduardo Monasterio, y había sido su gerente general por un año, desde febrero de 2001.

Y su debut no fue auspicioso. Su labia filuda y poco deferente con las AFP hacía presagiar dolores de cabeza. Aunque no es del círculo íntimo del mercado de capitales, Gallegos había participado en algunos seminarios sobre el tema en el pasado, pero no era referente para las gestoras.

Y en su corto paso demostró que no estaba para tener la relación fluida que tenía Berstein con ellas y quedó claro que no iba a poder entenderse con las gestoras privadas, en un contexto en que ningún escenario de reforma incluye sacarlas del mapa.

Duro

Lo anterior quedó claro por el tono poco cuidadoso con que las trató el 8 de mayo pasado en un seminario de Icare sobre el sector, donde provocó la molestia de los actores privados.

Llevaba poco más de un mes en el cargo –que nunca dejó de ser interino– y ya entonces les cuestionaba duramente la calidad de su gestión, afirmando que, pese a llegar a ubicar directores en La Polar y tener los supuestos mejores gerentes y equipos, no detectaron nada del fraude en la firma y tampoco alcanzaron a olfatear la crisis subprime de 2008.

Atacó el nivel de las rentabilidades de las administradoras, ironizando con que es tan buen negocio que se debería permitir a los afiliados poner los dineros en acciones de las AFP, cerrando con una cruda confesión: los chilenos están en un corralito.

Para prender fuego abordó la Reforma Tributaria. Les dijo que le pareció muy imprudente que una AFP (Cuprum, luego respaldada por Habitat) dijera públicamente que las pensiones caerían 6% por efectos del proyecto de Hacienda. “¿Se dan cuenta lo que significa afirmar que van a caer las pensiones, cuando hay 5 millones de cotizantes?”, alegó Gallegos ante representantes de AFP Habitat que observaban el evento sorprendidos.

Las AFP no olvidaron más esa jornada. Demasiada sinceridad para tan poco pololeo.

Con su reconocida prestancia y conocimiento del sector, Solange Berstein era respetada por las administradoras. Respondía y calzaba con el modelo de técnica respetuosa, ceremonial e intelectualmente respetable.

Pero, al mismo tiempo, Berstein no generaba arraigo en el nuevo aire que traía la Nueva Mayoría, donde no esperaban que siguiera una persona eminentemente técnica y excesivamente pragmática para dirigir un área cargada de símbolos. Menos luego de haberse mantenido en el cargo en el gobierno de Piñera.

Fuga

Gallegos era distinto. Se arremangaba los puños. Un día que al parecer lo develó –aseguran fuentes cercanas al gobierno– fue justamente cuando, el 5 de abril, se hizo pública la nota de El Mercurio en que Ignacio Álvarez, gerente general de Cuprum, anunciaba que había hecho los cálculos y la Reforma Tributaria provocaría una caída de 6% en las pensiones.

Gallegos montó en cólera. Solicitó al área de estudios un informe que refutara el análisis de Cuprum. Los funcionarios no respondieron, no tenían nada preparado y no creían que fuera posible hacer algo así, sobre todo porque el punto de Cuprum al parecer tenía sentido en el frío número, aunque en un escenario extremo.

El superintendente les habría advertido –cuentan las fuentes– que, si no se cuadraban con la Reforma Tributaria, el escenario no sería bueno para ellos.

Algunos lo sintieron. Quien era intendente de regulación de la Superintendencia de Pensiones desde 2010, Luis Figueroa, emigró a mediados de abril para ocupar el mismo cargo en la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (Sbif), llamado por el nuevo jefe de esa entidad, Eric Parrado, para reemplazar a Julio Acevedo.

Y no fue el único que se fue o quiso irse. El fiscal de la Superintendencia de Pensiones, Alejandro Charme, el número dos de ese organismo, presentó su renuncia hace algunas semanas, pero en el gobierno le pidieron que no dejara la institución, pues Gallegos tenía los días contados y saldría después de presentar la AFP estatal.

Final

No le mintieron. El miércoles de esta semana se oficializó la salida de Gallegos y la designación de Tamara Agnic, esto tras un concurso en la Alta Dirección Pública (ADP), el mismo procedimiento por el que fue designada en la Unidad de Análisis Financiero (UAF) en 2009 y donde fue mantenida en el cargo por Piñera.

Agnic responde, asimismo, al perfil de Berstein: tecnócrata y mesurado. Su rol será mantener la estampa de la institución fiscalizadora y reguladora. Sin tanto bombo, sin tanta esquirla.

Tendrá a cargo el seguimiento a la entrada de la AFP estatal una vez que pase el Congreso y será clave en la concreción de los cambios que el Ministerio del Trabajo y Previsión Social lleve a la práctica luego del informe de la Comisión Bravo, que analiza el sistema de pensiones.

Despedida

Antes de irse, Gallegos se dio el último gusto, tan distinto a Berstein.

Lo hizo al ser consultado por la votación de Habitat en la junta de accionistas de La Polar, donde la firma (que tiene el 7% de la propiedad) rechazó el aumento de capital, a diferencia de casi todos los socios de la atribulada compañía.

La gestora aparece en una situación incómoda, pues tiene más dinero de los fondos de pensiones invertido en bonos (deuda) que como accionista, por lo que su voto en contra en la junta parecía representar más a los acreedores. Además, ILC –el holding de la Cámara Chilena de la Construcción– es dueño de la aseguradora Corpvida, que tiene acciones y deuda y que aprobó el aumento de capital.

Gallegos informó que pidió explicaciones a Habitat y adelantó que una de las tareas que se propuso era revisar la situación en que las AFP se encontraban como accionistas acreedores, lo que genera un antagonismo de intereses, para no decir un conflicto. “La votación de Habitat es evidencia de dicha divergencia”, señaló Gallegos en la última actividad pública que encabezó, cinco días antes de dejar el buque, aunque obligado.

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