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Nueva estrategia de Obama en Afganistán despierta escepticismo y cautela

El mandatario pronunció un discurso en el que trató de convencer a la opinión pública renuente que la seguridad estadounidense está en juego. Y subrayó que el incremento de tropas irá acompañado de un énfasis en la formación de las fuerzas afganas, que permitirá iniciar la retirada estadounidense en julio de 2011.


El presidente de EE.UU., Barack Obama, anunció la noche del martes que enviará 30.000 soldados extra a Afganistán como parte de una nueva estrategia para el país centroasiático que ha sido recibida con escepticismo entre varios analistas.

La percepción de los expertos coincide con la de un porcentaje creciente de estadounidenses, reacios a destinar más recursos a una guerra que ven difícil que concluya con éxito pese a que Obama dijo que es de «interés vital» para Estados Unidos reforzar el contingente militar.

«Las encuestas muestran un gran escepticismo incluso entre los estadounidenses que creen que deberíamos quedarnos en Afganistán porque no piensan que podamos ganar», dijo a EFE Richard Herrmann, profesor de la Universidad Estatal de Ohio.

Un sondeo difundido a mediados de mes por la cadena de televisión CNN mostraba que el 56 por ciento de la ciudadanía se opone al despliegue adicional de tropas.

Esa oposición está firmemente arraigada entre los demócratas que auparon a Obama al poder, quienes respaldan, de forma mayoritaria, el iniciar la retirada de Afganistán, según una encuesta conjunta del diario USA Today y la firma Gallup divulgado la semana pasada.

Obama trató de convencer a esa opinión pública renuente, al insistir en que la seguridad estadounidense está en juego en Afganistán y Pakistán y subrayar que el incremento de tropas irá acompañado de un énfasis en la formación de las fuerzas afganas, que permitirá iniciar la retirada estadounidense en julio de 2011.

El hincapié en la preparación de las fuerzas locales es compartido por influyentes personalidades como el embajador de EE.UU. en Kabul, Karl Eikenberry, y el presidente del Comité de Servicios Armados del Senado, el demócrata Carl Levin, quien cree que la «clave del éxito» reside en incrementar los soldados afganos y no los estadounidenses.

Más allá del «necesario» entrenamiento de las fuerzas afganas, expertos como Lionel Ingram, un coronel retirado, cuestionan cuán efectivo puede ser el despliegue adicional de fuerzas de Estados Unidos a la hora de solventar los verdaderos problemas de fondo.

«El principal desafío para nosotros no es tanto militar como social y político», dijo a Efe Ingram, quien hizo hincapié en la importancia de que los talibanes no vuelvan a hacerse con el control del Estado y ofrezcan refugio a los terroristas de Al Qaeda.

[cita]Influyentes políticos afganos y líderes tribales también han expresado sus dudas respecto a que el incremento de las tropas, que rondarán los 100.000 efectivos incluyendo los nuevos refuerzos, cambie el rumbo de la guerra.[/cita]

Obama apuntó en esa dirección durante su discurso en la academia militar de West Point, donde dijo que «el peligro no hará más que crecer si la región retrocede y Al Qaeda puede operar con impunidad».

Para evitarlo, EE.UU. necesitará ganar el apoyo de los líderes pastunes, etnia que representa alrededor del 42 por ciento de la población afgana y grupo al que pertenecen la mayoría de los talibanes.

El problema es que en la actualidad gran parte de la elite de seguridad del país está integrada por miembros de la minoría tayik.

Hamid Karzai, el presidente del país, es pastún, pero su liderazgo y legitimidad están en entredicho tras las recientes elecciones presidenciales, plagadas de acusaciones de fraude.

A eso se suma el que Karzai aprovechó la falta de vigilancia estadounidense durante los últimos años, en los que Irak acaparó la atención de Washington, para colocar a sus fieles al frente de comunidades locales de todo el país, donde florece la corrupción.

«Tenemos que ganar el apoyo de los pastunes, pero, dada la actual estructura de poder, no sé cómo vamos a conseguirlo», afirmó Herrmann, quien subrayó que la Casa Blanca está «atada de pies y manos» con Karzai en el poder y la elite militar tayik.

Influyentes políticos afganos y líderes tribales también han expresado dudas de que el incremento de tropas estadounidenses, que rondarán las 100.000 con los refuerzos, cambie el rumbo de la guerra.

«Deberíamos de concentrarnos en (…) las fuerzas de seguridad afganas, no en el envío de más tropas», afirmó Sebgatullah Sanjar, principal asesor de Karzai, en declaraciones que recoge hoy el diario The Wall Street Journal.

Algunos líderes pastunes en el sur y este del país (centro de la insurgencia talibán) han ido incluso más allá al solicitar la retirada de tropas internacionales.

Jim McCormick, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Iowa, coincidió con el resto de expertos en que la victoria se presenta esquiva.

McCormick consideró, de todos modos, que el incremento de tropas es necesario para mermar a los talibanes y crear el espacio necesario para que EE.UU. y sus aliados impulsen el desarrollo del país, refuercen las instituciones y ganen el apoyo de la población local.

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