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Las medias verdades del señor Recart y Enseña Chile

Por: José Luis Hidalgo Astorga. Profesor Centro Educacional Valle Hermoso, Peñalolén.


Sr. Director:

En su artículo, publicado en “El Mostrador”, Tomás Recart, director  del programa “Enseña Chile” (PECH), se refiere al éxito académico de dos alumnos  del colegio “Valle Hermoso” de Peñalolén, Daniel Naguil y Wilma Vera atribuyéndolo al aporte  de los profesores del programa que dirige. Sin desmerecer tal aporte, en particular del profesor del programa en la asignatura de matemáticas, cuyo estímulo y dedicación, efectivamente ayudó a elevar los conocimientos y los puntajes  de los alumnos en esa disciplina, consideramos sesgada y  carente de verdad  la contraposición  de los supuestos éxitos del Programa que el Sr. Recart dirige y supuestos fracasos de los profesores regulares de colegios.

De hecho, el mayor puntaje de Peñalolén y  el único sobre 700 puntos en la comuna, 733 para ser exactos, fue obtenido por nuestro alumno Daniel Naguil en Historia, disciplina que le fue impartida por su profesor de colegio. Más aún, nos enorgullece enormemente la decisión de Daniel de estudiar Historia en la Universidad, postulando a la USACH que posee una de las mejores escuelas historiográficas  del país. En el colegio técnico-profesional Valle Hermoso, donde los egresados que han accedido a la educación universitaria en toda la historia del colegio pueden ser contados con los dedos, ya es el cuarto egresado en la última década que opta por Historia.

A la formación humana y el éxito académico de nuestros alumnos aportamos todos quienes participamos en su formación, algunos durante toda su vida escolar, otros por períodos más cortos. Presentar a los profesionales convocados por Enseña Chile como una especie de salvadores del sistema escolar frente a la supuesta ineptitud de los profesores, no corresponde a la realidad y distorsiona los hechos.

En todos los ámbitos hay buenos y malos profesionales, en la docencia también. Y, por Dios, qué difícil  es ser profesor, en especial en ambientes socio-económico y culturales vulnerables, como es, entre otros el de Valle Hermoso (aunque en nuestro colegio les decimos a los alumnos que ser pobre del bolsillo no implica ser pobre de intelecto). Y no le quepa duda, quienes llegan a través de Enseña Chile a estos colegios también se dan cuenta  de ello. Como se dice, otra cosa es con guitarra. De hecho, la deserción del programa que el Sr. Recart dirige, antes de cumplir el plazo estipulado y bajo distintas formulas, ha sido, en el caso del colegio en cuestión, del orden de 50%.

Y sinceremos las cosas. Sólo en algunos casos notables, los profesionales  de Enseña Chile son egresados exitosos que optan por enseñar en colegios vulnerables por 2 años por decisión personal libre y en  perspectiva del desarrollo profesional en el ámbito de políticas públicas, habiendo tenido otras oportunidades laborales. La mayoría de quienes han llegado por esta vía al colegio, y esto hay que reconocerlo, son profesionales cesantes que en cantidades crecientes produce el desregulado sistema de educación superior chilena. Su vocación pedagógica y conocimientos de las disciplinas que pretenden impartir resultan muchas veces dudosos.  Su ingreso a la Educación es estrategia de supervivencia.

Y en eso radica la diferencia de Enseña Chile del programa norteamericano Teach for America con el cual al programa chileno le gusta compararse. Los postulantes al programa norteamericano efectivamente son profesionales exitosos de mediana edad que después de obtener ganancias suficientes en oficios lucrativos que les permiten retirarse tempranamente, optan por la educación en busca de un sentido para su existencia o, si se quiere, como una opción de filantropía personal. Después de un reentrenamiento para estos objetivos, llegan a los colegios para quedarse por un buen rato. Es una realidad muy distinta de la de Chile.

Resumiendo, Enseña Chile es un aporte a la educación chilena, pero no es un salvavidas, ni una panacea. Adscribir a sus profesionales los méritos de toda una comunidad educativa distorsiona la realidad e impide incluso a la propia iniciativa evaluar correctamente sus aciertos y sus debilidades. Tampoco ayuda a pensar los lineamientos de futuras mejoras de la educación en el país.  La búsqueda de nuevos enfoques y prácticas pedagógicas es la realidad de cada día de quienes estamos dedicados en serio a la educación, sin alardes ni bombos ni platillos. Porque la sociedad va cambiando y nuestros alumnos cada año son distintos. La educación pública con tan escasos recursos no puede por sí sola revertir las desigualdades de capital social y cultural de los niños vulnerables de la sociedad más desigual de la OCDE.  Pero la experiencia  de los colegios comprometidos que funcionan en el medio vulnerable, como Valle Hermoso, demuestra que se puede avanzar. Y  eso lo demuestran los resultados de Valle Hermoso de la última década. Los buenos profesionales de Enseña Chile, que no desertan frente a las primeras dificultades, vienen a formar parte de este proyecto colectivo,  a aportar, pero no a reemplazar en su paso fugaz a quienes lo están haciendo avanzar año tras año. La valoración social del trabajo de estos últimos aun está pendiente en Chile.

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