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Estado de la situación con Bolivia y Perú a Agosto del 2015

Fernando Thauby
Por : Fernando Thauby Capitán de Navío en retiro
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«En Perú la situación es confusa. Humala decidió aproximarse a Morales manifestando su apoyo y comprensión a las aspiraciones marítimas bolivianas y luego se desdijo. Cabe preguntarse, ¿qué está tratando de hacer?. Podría ser que trate de empujar a Evo a que pida un “enclave” en la región de Antofagasta, lo que ambos saben que está fuera de toda consideración. Lo otro sería que su país -gobierno y Cancillería- hayan cambiado de política y renunciado a mantener -a cualquier precio- la vecindad limítrofe con Chile, como última esperanza para recuperar Tarapacá. En el pasado la sola mención de esta posibilidad provocaba airadas reacciones peruanas, hoy parece ser otra la política».


La relación de Chile con ambos países está tan interrelacionada que no puede ser comprendida ni manejada sin consideran el problema como un conjunto de tres partes. Sin perjuicio de lo señalado, para su análisis hay que comenzar revisando la situación en cada país y en cada gobierno.
Bolivia se encuentra en un estado poco habitual, tiene un gobierno que ya se ha mantenido en el poder por un lapso prolongado.
Las causas de esta anomalía, en lo económico, pueden adjudicarse a los altos precios del petróleo y del gas, así como a la boyante exportación de cocaína, habiendo llegado Bolivia a la triste condición de tercer exportador mundial de droga. Huelga decir que parte importante de esta droga es exportada a través del territorio chileno.

En lo político, la gestión de Morales es, para algunos, una excepción que podría estar señalando una nueva tendencia en ese país. No concuerdo, una política de indigenización acompañada de una gestión política y social populista son fáciles de mantener mientras haya dinero pero inviable en el largo plazo cuando se necesita producir recursos.

En lo político exterior, el régimen de Evo Morales / García Linera nació al alero del marxismo chavista que actualmente se encuentra en clara declinación: Venezuela al borde de la quiebra; Cuba abuenándose con los EEUU; Ecuador equilibrándose en el límite final del populismo; Argentina con el gobierno kirchnerista también en etapa terminal, y mas conspicuamente Brasil, de vuelta en el odiado “neoliberalismo” para tratar de evitar la bancarrota y la crisis política final. La experiencia del Partido de los Trabajadores sumada al optimismo y entusiasmo tropical del país, llevaron a Brasil a la corrupción, el derroche, la ineficiencia económica y la ira social.
Asi, Evo Morales que sueña con el gobierno perpetuo, se encuentra en una situación complicada, la economía comienza a fallar; la campaña marítima no produce resultados y las bases se inquietan.
El tiempo trabaja en su contra, tiene que obtener resultados pronto, eso explica la desesperación y sucesión de desatinos que comete. Si no consigue resultados contra Chile, su re-re-re-elección peligra.
Mientras tanto el comercio de importación y exportación desde y hacia Bolivia continúa normalmente; los comerciantes minoristas bolivianos siguen llegando a Arica a comprar; el contrabando hacia Bolivia de autos robados en Chile sigue beneficiando a sus autoridades corruptas; miles de bolivianos estudian, viven y ejercen sus profesiones en Chile sin problemas de ningún tipo, felices, prosperando.
Sin duda que todo podría ser mejor y mas eficiente sin Morales y sus espasmos orales; sin sus campañas pueriles como la entrega de folletos hostiles a Chile a los turistas que abandonan su país en viaje hacia el nuestro y sin sus argumentaciones pendencieras de patio de escuela básica.
Esto nos permite concluir que el conflicto de Chile no es con Bolivia, sino que es con Evo Morales y que mientras él esté al mando en su país. El tipo es irremediable; nada va a cambiar por lo que nuestros esfuerzos para terminar con esa situación comienzan por no facilitar su vida ni hacerle su juego. No debemos darle nada, ninguna facilidad de ninguna especie ni contestarle el teléfono para nada. Una vez que su reinado concluya llegará la hora de analizar la situación y actuar en beneficio de ambos países.

Evo Morales ha viajado por Argentina, Brasil y Perú mendigando apoyo para su aspiración de acceso soberano al Pacífico a costa de Chile.
En Argentina ofreció algo que solo él podría tomar en serio: Morales aseguró que un resultado favorable para Bolivia en La Haya podría ayudar a la solución exitosa del conflicto entre el gobierno de Cristina Fernández y Gran Bretaña por las islas Falkland. Recibió palabras de buena crianza pero ningún apoyo real.

Su último fiasco fue con EEUU. Después de sostener una reunión con el encargado de Negocios de ese país, Peter Brennan, Evo Morales afirmó que Bolivia esperaba “acelerar” el proceso de reposición de embajadores, interrumpidas en 2008 tras la expulsión recíproca de los diplomáticos. “Como siempre digo, Bolivia es parte de la cultura del diálogo (a mi pinta), de la amistad, de las relaciones y en ese caso rápidamente nos hemos reunido para mejorar las relaciones entre Bolivia y Estados Unidos (…) La respuesta de Brennan fue un balde agua fría: “Nos agrada que el Presidente (Evo Morales) y el Canciller (David Choquehuanca) quieran que se mejore esta relación; pondremos todo el empeño, esperemos avanzar en las relaciones en el año que viene”. Morales parece creer que su país es el centro del universo. Error, es marginal e irrelevante.

En Perú la situación es confusa. Humala decidió aproximarse a Morales manifestando su apoyo y comprensión a las aspiraciones marítimas bolivianas y luego se desdijo. Cabe preguntarse, ¿qué está tratando de hacer?. Podría ser que trate de empujar a Evo a que pida un “enclave” en la región de Antofagasta, lo que ambos saben que está fuera de toda consideración. Lo otro sería que su país -gobierno y Cancillería- hayan cambiado de política y renunciado a mantener -a cualquier precio- la vecindad limítrofe con Chile, como última esperanza para recuperar Tarapacá. En el pasado la sola mención de esta posibilidad provocaba airadas reacciones peruanas, hoy parece ser otra la política.

Por otro lado, hay que recordar que Perú aun no cumple su parte del fallo de la Corte Internacional de Justicia en lo referente a adecuar su Constitución y sus leyes a las normas de la Ley del Mar, tampoco a cesado de agitar un nuevo conflicto ahora por el fantasioso “triángulo” terrestre.

Por otra parte, es conveniente recordar que dicho fallo “estableció una frontera marítima que antes no existía” y que determina la soberanía completa y total, sin ninguna cortapisa, al territorio marítimo asignado a nuestro país, es decir, Chile dispone de total libertad para disponer a su gusto de su Mar Chileno, sin consulta, aviso ni visto bueno de Perú.
Esta condición abre una serie de alternativas muy interesantes frente a Bolivia, cuya explotación, después de la salida y mutis de Evo, requerirá imaginación, audacia y visión de largo plazo por parte de nuestra Cancillería, que permitiría un rediseño de la geopolítica de la zona, que debemos asegurar que sea en beneficio de Chile.
En este sentido, una revisión de la historia de la gestación de la situación actual, podría servir como ejemplo para ese nuevo ciclo negociador.

Es de lógica elemental pensar que cuando se tienen dos vecinos tan creativos en la invención de conflictos, teorías e interpretaciones jurídicas fantasiosas; deshacerse de uno de ellos es eliminar el 50% de las posibilidades de nuevos pleitos.

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