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Hablar franco: sobre Melnick-Sánchez

Ricardo Camargo
Por : Ricardo Camargo Profesor Investigador. Facultad de Derecho Universidad de Chile.
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Este día domingo fue publicada en La Tercera una columna escrita por Sergio Melnick, relativa al rechazo de Beatriz Sánchez a participar del programa En Buen Chileno. En ella, Melnick se tropieza en una serie de falacias y deja sin respuesta una pregunta que es, a nuestro juicio, la fundamental: ¿qué responsabilidad le cabe a quienes fueron agentes civiles de la dictadura?

Tras enlistar los medios de prensa de los que ha sido parte, Canal 13, La Tercera, Radio Agricultura, revista Capital, Chilevisión, Mega, La Red, estira lo dicho por Beatriz para concluir, espuriamente, que ella consideraría, entonces, que todos esos son medios indecentes. Lo que no entiende Melnick (y de paso Peña) es que la decencia de que se habla no es la de excluir a alguien del foro (Melnick sigue como panelista), sino de convocarlo a responder por sus responsabilidades políticas pendientes (con la comunidad, con la polis): a interpelarlo, a hacerlo salir de su impunidad. Es, por tanto, una decencia profundamente democrática la que se enarbola.

[cita tipo=»destaque»]Melnick acusa a Sánchez de estar “decididamente anclada en el pasado”, con una “odiosidad taxativa que ya reventó al país”. Habría que decir acá sólo una frase: la memoria es la principal garantía del futuro de los países.[/cita]

En seguida, Melnick declara que lo que ejercería Sánchez es “censura”, una versión de inquisición para el año 2017. Habría que recordarle a Melnick, y a las editoriales de varios periódicos influyentes, que censura es lo que ejercen los poderes institucionales para acallar ideas o personas -lo que hacía la dictadura de Pinochet de la cual Melnick fue Ministro-, y no así la negativa de una persona a participar de un panel de televisión por razones valóricas. La diferencia es evidente, por lo que solo cabe aquí pedir más rigor, ¡por favor!

Enseguida, se apresura en afirmar que Sánchez no podría ser una Presidenta para todos los chilenos. Para ello, alude al 44% de ciudadanos que votaron por el “Sí”, a medios de comunicación vinculados a la derecha, a los uniformados. No deja pasar la oportunidad de involucrar a Cuba, Corea del Norte y Venezuela.

Todos estos serían ejemplos de sectores de la sociedad para los cuales Beatriz no podría ser una presidenta. Nuevamente, Melnick pasa por alto que el punto central del reproche político de Sánchez no es a quien tenga ideas distintas a las de ella -de eso se trata vivir en democracia- sino contra su participación, situada y concreta, en la dictadura cívico-militar, y sus responsabilidades políticas como Ministro  de Estado, las que nunca ha asumido. Todo el punto yace acá. Durante el período en que Melnick fue Ministro ocurrió la matanza de Corpus Cristi de abril de 1987 (Operación Albania), en que 12 jóvenes chilenos fueron acribillados por la policía secreta de Pinochet. Ese mismo año, 5 jóvenes fueron hechos desaparecer, ignorándose hasta el día de hoy su paradero. ¿Qué ha dicho -políticamente- Melnick de esto? Nada.

Melnick acusa a Sánchez de estar “decididamente anclada en el pasado”, con una “odiosidad taxativa que ya reventó al país”. Habría que decir acá sólo una frase: la memoria es la principal garantía del futuro de los países.

Terminando, Melnick tacha de “profundamente antidemocrática” a la periodista. Lo cierto -y para esto no hace falta construir elaboradas argumentaciones- es que es el propio Melnick quien fue ministro de una dictadura, régimen antidemocrático que empleó una política general de Estado para censurar y asesinar.

Las responsabilidades por lo ocurrido en esos años siguen, en su mayor parte, sin pagarse. Las pocas que sí se han hecho efectivas son principalmente de uniformados. ¿Cómo responde Melnick ante aquello?

Exigir responsabilidades políticas de los sectores que avalaron directamente el asesinato y desaparición de personas no es ser antidemocrático ni censurador. Por el contrario, recuperar ese debate, hacerlo memoria viva mediante el actuar coherente, es lo que los griegos llamaban “parrhesía” (hablar franco), y es desde entonces uno de los dinamizadores más fundamentales de la democracia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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