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Las calamidades climáticas y el business as usual (o “Algo Huele Mal en Chile”) Opinión

Las calamidades climáticas y el business as usual (o “Algo Huele Mal en Chile”)

Jaime Hurtubia
Por : Jaime Hurtubia Ex Asesor Principal Política Ambiental, Comisión Desarrollo Sostenible, ONU, Nueva York y Director División de Ecosistemas y Biodiversidad, United Nations Environment Programme (UNEP), Nairobi, Kenia. Email: jaihur7@gmail.com
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Conocemos los datos duros que nos indican que estamos inmersos en un desenfrenado calentamiento global que nos hunde en un cambio climático que puede tener consecuencias graves para toda la humanidad. Sin excepción, independiente de cuál sea nuestro lugar entre los países que emiten más o menos gases con efectos invernadero (GEI), o cuál sea nuestro nivel de industrialización, nuestro PIB o desarrollo. Sabemos también de los efectos nefastos de los eventos extremos (sequías, incendios forestales, marejadas, inundaciones, ciclones, huracanes, aluviones) que con frecuencia se van acumulando como muestra de un proceso nefasto en marcha. En los últimos meses, en varios países se quemaron bosques y cultivos, otros se inundaron, en otros hubo grandes olas de calor. En todos ellos, los efectos del cambio climático se sintieron con fuerza. Calor, sequías e incendios conforman la huella del cambio climático. Veamos.

En Suecia más de 50 incendios forestales ocurrieron en un solo día, el 21 de julio, el cual pasará a la historia por esta tragedia. Algo único ya que por su ubicación biogeográfica están cerca del polo ártico, pero una ola de calor quemó lo que hasta ese día se creía que eran bosques resistentes al fuego. Eso se veía venir. Mayo fue el mes más caluroso de la historia de esa región, desde que se tienen registros. Laponia, una región permanentemente helada llegó a los 33ºC y en Makkaur, dentro del circulo polar ártico alcanzó a 25.2ºC. Algunos días de Julio hizo más calor en Noruega que en el Sur de España. En Siberia hubieron también incendios forestales, pero eso no fue todo, las olas de calor provocaron muertes por golpes de calor y deshidratación. Canadá registró más de 70 muertes por estas razones. A fines de Julio en Japón 80 personas murieron y 22.000 fueron hospitalizadas. En Kumayaga hubo un récord de 41.1ºC. En España en el Valle del Guadalquivir y del Guadiana la temperatura subió a 46.6ºC.

[cita tipo=»destaque»]La pregunta crucial es: ¿Así como van las cosas, con el incumplimiento casi generalizado de todos los gobiernos, seremos capaces de aquí al 2030 de cumplir con las metas del Acuerdo de Paris? Lo percibo como una tarea casi imposible. Pero soy optimista, podríamos lograrlo. Si nuestra racionalidad prevalece, si domina la honestidad en los gobiernos, los políticos y las empresas, si realizamos los cambios de manera urgente, podríamos evitar el colapso. En un par de décadas podríamos disminuir nuestras emisiones a nivel global, frenaríamos la frecuencia y la magnitud de los eventos climáticos extremos. Pero para ello vamos a necesitar un firme compromiso, suyo en primer lugar, de su familia, su ciudad, los políticos, las empresas, el gobierno, su país y de toda la comunidad internacional. Así sí.[/cita]

Las inundaciones se hicieron presentes con fuerza en Europa (Austria, Bulgaria, Francia, Grecia, Francia y Polonia), así como en India, en el Sudeste Asiático y en el continente americano. Las inundaciones en Vietnam provocaron la destrucción de una presa en construcción y 5.000 millones de m3 de agua arrasaron pueblos vecinos con cientos de muertes. En lo que va del año, las inundaciones y los aluviones en India acumulan más de 1.000 muertes, siendo Kerala (387) el más afectado. Los desplazados suman allí más de 460.000 personas. Los temporales y el Monzón en Junio provocaron que más de 1 millón de personas abandonaran sus hogares en el Norte de India y en Bangladesh. Se inundaron más de 1.500 localidades en el estado Indio de Assam y en Bangladesh los desplazados sumaron más de 250.000 personas.

A fines de julio los incendios forestales en Grecia provocaron más de 80 muertos, 200 heridos, un elevado número de desaparecidos y pérdidas materiales de varios cientos de millones de dólares. Se prolongó por varios días y se perdieron pueblos enteros como la ciudad balneario Mati (a 30 Km de Atenas), quedando 1.200 casas inhabitables (49% del total). Los damnificados en total fueron más de 2.500 familias. Este incendio superó al peor incendio ocurrido en la historia reciente de Grecia en el verano de 2007 en el Peloponeso y la Isla de Evia que abarcó 300.000 has.

También en julio, en California, se registró en la zona de Mendocino, a 145 km de San Francisco, el peor incendio de su historia devastando más de 115.000 has, destruyó 143 edificios superando en 1.000 has al incendio “Thomas” del año pasado. De los cinco incendios forestales más grandes en la historia de California, cuatro han tenido lugar desde 2012. Simultáneamente ocurrieron otros 18 incendios en el Estado que arrasaron 230.000 has. Uno de ellos, el incendio “Carr” cerca de Redding destruyó a más de 1.000 viviendas y tuvo 7 víctimas fatales y más de 38.000 personas fueron evacuadas. Las olas de calor en Los Angeles superaron los 42ºC en Woodland Hills. Se declaró estados de emergencia en los condados de Riverside, Shasta y Mariposa. Este proceso ya había comenzado a anunciarse el año pasado. En 2017 el Estado vivió la temporada más destructora por incendios con 46 muertos, con más de 559.000 has consumidas por cerca de 9.000 fuegos forestales que destruyeron 10.800 estructuras.

El 3 de agosto en Narda, Huelva en menos de un día se quemaron 1.400 has. En una tarde, el 8 de Agosto, el incendio de Llutxent en Valencia, España obligó a evacuar a 2.500 personas y arrasó a más de 1.500 has de bosque y cultivos. También en Chile los incendios forestales son uno de los grandes peligros a los que nos expone el cambio climático. No podemos olvidar que por incendios de perdimos más de 500.000 has de bosques a comienzos de 2017.

En el mundo entero aún estamos al debe con las políticas de prevención que permitan combatir y disminuir la potencia de los incendios forestales. Se necesitan mejores sistemas de manejo forestal, limpieza de los bosques eliminando exceso de material vegetal seco y maleza. Se requiere aumentar los recursos humanos y tecnológicos disponibles, mejor vigilancia, uso de drones. En la gran mayoría de los países faltan planes de evacuación bien definidos y compartidos por las poblaciones locales para evitar el “sálvese quien pueda y la desolación”. Se necesita más educación ambiental para los visitantes de los bosques y para aquellos que viven en sus cercanías. Tampoco se puede olvidar que un factor difícil de enfrentar es sustituir las especies que aumentan la violencia de los fuegos (eucalipto y pinos) por otras especies, en especial autóctonas.

Las inundaciones también se han hecho presentes. En abril, ocurrieron fuertes lluvias, truenos y relámpagos que generaron inundaciones en algunos sectores de Punta Arenas, provocando serios problemas y cortes de electricidad afectando a cerca de 40.000 personas. El 7 de Agosto también ocurrieron inundaciones en Osorno en la región de Los Lagos. Luego de un temporal, se desbordaron los Ríos Dahue y Damas, se decretó Alerta Roja por aumento de caudales y quedaron cientos de personas aisladas. Se registraron deslizamiento de tierras en Huellelhue y Pishuinco. El año pasado, 13 de Mayo se extendió Alerta Roja para toda la región de Atacama debido a fuertes inundaciones afectando a personas e infraestructura, provocados por aumento de caudales, desborde de ríos, activación de quebradas, arrastre de materiales. Chañaral quedó dividida en dos debido al aumento de caudales. Días después, en Concepción y Chiloé debido a los fuertes sistemas frontales se produjeron inundaciones debido a la gran cantidad de agua caída en muy poco tiempo.

En resumen, estamos todos metidos en una compleja y complicada problemática en esta “pequeña nave espacial llamada Tierra”, como tan acertadamente la llamó Adlai Stevenson. Las tremendas calamidades climáticas descritas, confirman nuestras más pesimistas observaciones. Nuestra nueva realidad con cambio climático se expresa con nuevos eventos que se suceden cada día en distintos lugares del planeta, sin dejar espacio a la complacencia ni siquiera a un mínimo optimismo, pendiente que aparezcan aquellas capacidades que nos sirvieron para sortear con éxito pasados problemas demográficos, energéticos o alimentarios.

No tengo duda que con nuestro ingenio e inteligencia, si dispusiésemos de todo el tiempo necesario, a la larga podríamos: (i) crear las nuevas tecnologías para limitar la acumulación de CO2 en la atmósfera y frenar el cambio climático; (ii) utilizar de una forma ambientalmente segura las nuevas fuentes de energía, incluyendo la nuclear; (iii) diseñar los sistemas de gestión para asegurar la conservación de la biodiversidad; y (iv) mitigar los efectos del cambio climático y adaptarnos, después de una compleja transición energética, a una nueva forma de hacer las cosas, nuevos estilos de producción y consumo, nuevos manejos de nuestros desechos nucleares, industriales y domiciliarios. Pero, ese no es el problema.

El gran problema es el tiempo que disponemos. Todos los indicadores nos alertan de que de acuerdo a la forma como progresamos, lentos y con desidia, no vamos a conseguirlo. No tenemos al tiempo jugando a nuestro favor. Tampoco podemos esperar que algún milagro tecnológico nos salve “justo a tiempo”. Por el contrario, estamos a contrarreloj y la única salida, segura y más a mano, es disminuir a partir de 2020 nuestras gigantescas emisiones de CO2 a la atmósfera. Sólo así frenaríamos al cambio climático. Pero, aún hoy hay países que siguen aumentando sus emisiones.

Por tanto, es inadmisible pretender que nos adaptemos gradual y pausadamente. No podemos continuar “hacer las cosas igual que siempre” (business as usual) malgastando medio siglo, como lo hicimos desde 1968 (año en que se convocó a la 1ª. Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medioambiente, que se realizó en Junio 1972 en Estocolmo, Suecia) hasta ahora, para madurar, reconocer y solucionar los enormes problemas medioambientales que provocamos al planeta.

Un paréntesis, para relacionar cambio climático y contaminación en Chile. No podemos dejar de mencionar que esta cuestión del “business as usual” ha tenido recién una terrible consecuencia en Chile con el episodio de la contaminación por gases tóxicos ocurrido en las localidades de Quinteros y Puchuncaví. Se han hospitalizado de urgencia a más de 300 personas con severos daños a su salud. Con rabia han reaccionado las poblaciones locales. Con asombro y tristeza el resto de Chile, hasta con vergüenza, al ver en TV al Presidente Piñera, el 27 de Agosto anunciando que “es hora de tomar el toro por las astas” para enfrentar la tragedia. Inaudito. El Ministerio del Medioambiente dando palos de ciego. El grado de irresponsabilidad del Estado Chileno llega a ser obscena por no haber enfrentado con decisión y firmeza la contaminación, por haber hecho muy poco, en los últimos 40 años.

Los responsables son el Estado en su conjunto, las empresas privadas y las estatales, los gobernantes, los funcionarios públicos, los fiscales, jueces y los parlamentarios que han hecho la vista gorda a estos delitos medioambientales. ¿Cómo pudo suceder si los chilenos disponemos desde hace cuatro décadas del derecho constitucional para “vivir en un ambiente sano y libre de contaminación”? ¿con 24 años de contar con una ley e institucionalidad ambiental y 8 años de haber establecido un Ministerio del Medioambiente? “Algo huele mal en todo Chile”, no solo en Quinteros y Puchuncaví. Un terrible mal olor a codicia, poder y corrupción.

Lo más grotesco es haber permitido, en este caso, la instalación de un “ghetto” de víctimas acorraladas al cual, con perversidad y crueldad, se etiquetó como una “zona de sacrificio ambiental”, obligando a los pobres entre los pobres que allí habitan, a convivir en un medio tóxico que desde hace años viene anunciando recurrentemente la tragedia. Una vergüenza. Sugiero leer Editorial de El Mostrador del 29 de Agosto donde se destaca “la miseria moral de un Estado burocrático”.

Algunos se preguntarán ¿con estos estándares cómo podemos pertenecer a la OECD? ¿Cómo, si seguimos utilizando nuestro medioambiente como un enorme recipiente de todo tipo de contaminantes tóxicos? ¿cómo vamos a ser capaces de honrar nuestros compromisos internacionales con las metas del Acuerdo de París, si nuestro Estado (como se demuestra con la tragedia de Quinteros y Puchuncaví) aún no es capaz de proteger la salud y la vida de sus propios ciudadanos?

Bueno, el desafío es tremendo, la combinación problemas de contaminación en Chile y los del cambio climático, tienen muchos procesos ambientales y causas comunes. En ambos casos estamos en plena cuenta regresiva. Tenemos que actuar decididamente si queremos evitar que ocurran nuevos episodios como la tragedia ya señalada. De igual forma, el tiempo y las oportunidades de enfrentar los desafíos del cambio climático se nos están escapando entre los dedos.

La pregunta crucial es: ¿Así como van las cosas, con el incumplimiento casi generalizado de todos los gobiernos, seremos capaces de aquí al 2030 de cumplir con las metas del Acuerdo de Paris? Lo percibo como una tarea casi imposible. Pero soy optimista, podríamos lograrlo. Si nuestra racionalidad prevalece, si domina la honestidad en los gobiernos, los políticos y las empresas, si realizamos los cambios de manera urgente, podríamos evitar el colapso. En un par de décadas podríamos disminuir nuestras emisiones a nivel global, frenaríamos la frecuencia y la magnitud de los eventos climáticos extremos. Pero para ello vamos a necesitar un firme compromiso, suyo en primer lugar, de su familia, su ciudad, los políticos, las empresas, el gobierno, su país y de toda la comunidad internacional. Así sí.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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