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Los factores que amenazan la proyección del movimiento estudiantil

Alejandra Carmona López
Por : Alejandra Carmona López Co-autora del libro “El negocio del agua. Cómo Chile se convirtió en tierra seca”. Docente de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile
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El diagnóstico se repite: después del quiebre de la mesa de diálogo con el gobierno la lucha se convirtió en un chicle difícil de masticar. Los estudiantes viven un período de espera: la discusión está en el Congreso y, además, hay una serie de puntos que los dejan casi en un período de tregua: hay elecciones en distintas casas de estudio, las vacaciones son una amenaza para continuar con la simpatía popular y el verano se convierte en un ambiente propicio para que el gobierno envíe proyectos sin tanta cámara atenta a la letra chica.


Han sido casi siete meses de marchas, tomas y emplazamientos a las autoridades políticas por la mala e inequitativa educación en Chile. Y aunque los estudiantes lograron llevar un tema crucial a la calle, hay factores que han ido amenazando la fuerza del movimiento: el apoyo de la ciudanía ha disminuido, según las encuestas; las marchas tampoco tienen la masividad del comienzo; las elecciones de las universidades han llevado la mirada al interior de las casas de estudio, la discusión presupuestaria está entrampada en el Congreso y además, vienen las vacaciones.

El diagnóstico, para algunos dirigentes, es que se está en una etapa de espera. El movimiento no se ha desgastado, pero tampoco está tan vivo como al comienzo. En este contexto, el hito es el quiebre de la mesa de diálogo; un factor que ha complicado el escenario. “No supimos salir con fuerza después de eso. El movimiento llegó a tener mucha masividad porque representaba una alianza diversa: rectores, profes, centros de formación técnica, institutos profesionales y eso ha trastabillado por la ofensiva del gobierno y el movimiento debería ser capaz de reconstruir ese frente. En ese momento no supimos tener una iniciativa clara”, señala un dirigente.

Para los estudiantes, cada vez que el gobierno presenta nuevas propuestas, “la gente duda”. Y no sólo los estudiantes, también la calle. La última encuesta Adimark sobre el conflicto estudiantil reflejó cambios significativos respecto a las mediciones anteriores: Un 67% dijo estar “de acuerdo” con las demandas de los estudiantes, 12 puntos menos que en septiembre (79%). Las personas que dijeron estar en desacuerdo con las demandas de los estudiantes aumentaron en 10 puntos. Y aunque la aprobación a la forma en que el gobierno ha manejado el conflicto tampoco ha mostrado repunte para la administración de Sebastián Piñera, la respuesta ciudadana comienza a fijarse en el talón de aquiles de los estudiantes.

En el análisis interno, también se mencionan el entrampamiento que han provocado las peleas. “Se ha producido un desgaste con temas como si volver o no a clases, referéndum de paro, y hubo gente que perdió un poco el norte. En vez de pelear contra el gobierno se puso a pelear contra el rector, y uno en este momento tiene que elegir las batallas”, comenta otro dirigente. Y es ese justamente el factor en que coinciden, desde adentro, para darle mayor fuerza al movimiento: “Hay que buscar un norte claro y caminar fuerte hacia allá”.

Por ahora, la decisión del último Confech realizado en Chillán -donde incluso Giorgio Jackson recibió un golpe en la cabeza de parte de uno de los manifestantes- fue rechazar las negociaciones entre el Gobierno y oposición y reiteraron su demanda de gratuidad en la educación superior.

“Un movimiento en ninguna parte mantiene tanta presencia con el paso del tiempo”, señala el subdirector del Centro de Estudios Públicos (CEP), Harald Beyer; y sigue: “La población empieza a modificar sus intereses y por el gran error de los estudiantes puede ser no acordar en ningún momento un conjunto de iniciativas razonables; aunque hasta donde yo conozco, la posibilidad de atraer la atención durante tanto tiempo no existe. Eso hacía prever que ellos tenían que cerrar esto y por alguna razón lograron hacerlo”.

La continuidad

Uno de los factores que ha puesto otro tema en el foco de atención han sido las elecciones internas de las federaciones. Por ejemplo, la re postulación de Camila Vallejo o el triunfo de la Nueva Acción Universitaria (NAU). Si bien es una consecuencia favorable el que los medios fijaran su atención en las elecciones universitarias –un hecho que hace tiempo no era cubierto de la manera que se hizo este año-, también se ha convertido en un hecho que pesa, no siempre de forma positiva. “El tema eleccionario cambia los climas dentro de las universidades, es un tema que efectivamente tiende a restar, cuando hay elecciones como que se el ambiente se focaliza en eso y descuida el tiempo de la movilización”, señala Patricio Contreras, presidente por dos períodos de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Los Lagos.

[cita]El rector de la Usach, Juan Manuel Zolezzi, señala que  “el movimiento puede tomar una fuerza importante. Yo miro este tiempo como un repliegue táctico… y eso es lo que presiento que va ocurrir… El próximo año no será de tanta marcha pero sí de reuniones, documentos, tiempos para fijar posturas y en algún momento plantear algunas propuestas más concretas”.[/cita]

Sin embargo, Contreras también menciona que él y su entorno está trabajando en lograr una lista de continuidad. Justamente para hacer frente a los desafíos que vienen.

«La elección de la Feuc fue sobre si seguir o no seguir movilizados, la elección de la Fech no es sobre seguir o no movilizados, porque las dos listas principales plantean continuar con la movilización, la elección es sobre cuál es la estrategia para seguir movilizados”, señala Francisco Figueroa respecto a las elecciones.

Uno de los temas que más temen los estudiantes y que podría resentir todo lo logrado es el verano y las vacaciones. Un período en que los chilenos están pensando más en descansar que en los planteamientos de los dirigentes.

“Una de las discusiones más importantes es la posibilidad de que el gobierno pase muchos proyectos de ley en las semanas en que la gente esté descansando. Ese riesgo es para el que tenemos que estar preparados, no bajar la guardia porque tendría un costo gigantesco”, señala un dirigente de la Confech.

Es por esto que una buena parte de los expertos señala que el movimiento no está desgastado, pero sí en etapa de observación, por decirlo de algún modo. Beyer dice que habrá que poner atención a lo que pase luego de la discusión presupuestaria. “Quedarán muchos temas pendientes… el gobierno ya está ingresando proyectos. Ha ingresado superintendencia, lo hará con municipalización. Las cosas empiezan a tomar un ritmo que hacen difícil mantener la atención en las demandas. Yo diría que el movimiento está en un periodo de incertidumbre y debería reformarse el próximo año. Claramente todavía generan interés sus demandas, pero no sé si el próximo año el escenario será tan positivo. Este fue particularmente propicio, pero no sé si el próximo lo será”.

Pero los períodos de calma no siempre significan debilidad, sino también un tiempo para tomar aire y renovar las ideas. Eso cree el rector de la Usach, Juan Manuel Zolezzi: “El movimiento puede tomar una fuerza importante. Yo miro este tiempo como un repliegue táctico… y eso es lo que presiento que va ocurrir… El próximo año no será de tanta marcha pero sí de reuniones, documentos, tiempos para fijar posturas y en algún momento plantear algunas propuestas más concretas”.

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