Publicidad
Última cuenta de Piñera muestra el Chile más exitoso post dictadura Las cifras macroeconómicas fueron su mayor hit

Última cuenta de Piñera muestra el Chile más exitoso post dictadura

Claudia Rivas Arenas
Por : Claudia Rivas Arenas Periodista de El Mostrador @crivasa
Ver Más

Como era de esperar, oficialismo y oposición nunca lograron encontrarse. Para los primeros este gobierno debe prolongarse a través de la continuidad, porque ha creado un Chile nuevo que quedó de manifiesto en el detallado Mensaje con que el jefe de Estado se despidió. Desde el punto de vista de la oposición y más allá de los efectos comunicacionales, los números son relativos y detrás de ellos hay un país que no goza de los beneficios que un pequeño porcentaje aplaude.


Después de alrededor de dos horas y media en que el Presidente Sebastián Piñera hizo un detallado recorrido por los logros alcanzados durante su administración, se puede concluir que cumplió con el rito. No hizo anuncios relevantes, sólo bombásticos. No marcó agenda. Un par de días y los dichos del mandatario, en la Cuenta Pública del 21 de mayo, se perderán en la vertiginosa carrera presidencial. El jefe de Estado utilizó un lugar privilegiado para hacer un completo balance de su gestión que, desde la oposición, fue interpretado como una autoproclamación con miras al año 2017 y, desde su propia administración, como la muestra de lo que ha sido “un gran gobierno”. En lo concreto, Piñera reforzó comunicacionalmente el diseño estratégico del Ejecutivo, para fortalecer el concepto de que el suyo ha sido un gobierno exitoso, el mejor de la historia de Chile.

Muchos de sus anuncios y aquellos que viene reciclando desde su primera cuenta ante el Congreso Pleno, como es el caso del proyecto que garantiza el voto de los chilenos en el exterior, no verán la luz durante la actual administración, pero en el oficialismo parecieron no reparar en ese insignificante detalle. Sin embargo, el ministro de la Segpres, Cristián Larroulet, que harto sabe de temas legislativos admitió ese punto. Reconoció que varias de las iniciativas que provocaron verdaderos estallidos de euforia por parte de los representantes de la derecha que llegaron al Parlamento, “son proyectos que requieren madurez, se van a tomar su tiempo. (…) Será otro gobierno el que los termine, pero habrá continuidad”.

Pero también destacó que la de hoy “fue una cuenta de unidad nacional, una cuenta con espíritu muy republicano, que muestra que el Presidente ha hecho una gran labor. Estamos indiscutiblemente frente a un país que progresa en buen rumbo y con buen ritmo”. De este modo, siguió la línea trazada desde La Moneda para refrendar lo que Piñera ya estableció en el Mensaje, apuntando a que los logros de esta administración requieren de continuidad política. Y haciendo de un ritual republicano, nuevamente, un verdadero acto de campaña.

Nada nuevo bajo el sol

Entre los anuncios que prácticamente hicieron saltar de sus butacas al oficialismo destacaron dos que generaron cierta polémica. El primero de ellos fue la reforma constitucional que hace obligatorio cursar kínder, pasando de una escolaridad de 12 a 13 años. Así fue como lo anunció el mandatario, haciendo un mínimo gesto a gobiernos anteriores, en medio de su insistente comparación con el de Michelle Bachelet: “Por eso, así como el año 1920 el ex presidente Sanfuentes estableció la instrucción primaria obligatoria de cuatro años, el año 1965 el ex presidente Frei Montalva hizo lo mismo con la educación básica de ocho años; y el año 2003, el ex Presidente Lagos instauró la educación media obligatoria. Hoy quiero anunciar que para avanzar hacia la universalidad y gratuidad de la educación preescolar, próximamente enviaré a este Congreso una reforma constitucional que establece el kínder obligatorio para todos los niños de Chile”.

[cita]Tampoco se hicieron anuncios en materia de protección al consumidor, a pesar que este gobierno se ha autoerigido en el único defensor de los consumidores. Ni hablar de anuncios en materia laboral. El tema simplemente no existió. Algo que llamó particularmente la atención del presidente del Partido Socialista, diputado Osvaldo Andrade. Dada su calidad de ex ministro del Trabajo durante la administración Bachelet, señaló que si Larroulet destacó que en este gobierno se han aprobado 60 leyes, en el anterior sólo en materia laboral se aprobaron 54. Lo que deja a Piñera al debe en este ámbito.[/cita]

Con ello, explicó el propio jefe de Estado, “empezaremos a nivelar la cancha y a igualar las oportunidades desde la más temprana infancia, cuando todavía podemos hacer una diferencia. De esa forma, tendremos un país que asegura y garantiza educación gratuita y de calidad por trece años a todos nuestros niños y jóvenes”. Tan bombástico anuncio no pasó inadvertido para la oposición, ya que el año 2007 la ex presidenta Michelle Bachelet –ausente de la ceremonia, ya sea porque no quería opacar al mandatario o porque el oficialismo le había preparado una contramanifestación, que eran las dos tesis que circulaban en los recovecos del Congreso- ya había promulgado una ley en similar dirección. Por ello, varios paralamentarios opositores atribuyeron lo ocurrido a un posible error de la cartera responsable o a la “inexperiencia” de la recientemente designada ministra de Educación, Carolina Schmidt.

La Ley 20.162 es la “reforma constitucional que establece la obligatoriedad de la educación parvularia en su segundo nivel de transición” y que en su artículo único, entre otras cosas, plantea que “para el Estado es obligatorio promover la educación parvularia y garantizar el acceso gratuito y el financiamiento fiscal al segundo nivel de transición, sin que éste constituya requisito para el ingreso a la educación básica”. En este último aspecto es que el gobierno hace la diferencia con la ley de Bachelet, ya que la normativa heredada de la ex mandataria sostiene que cursar kínder no es requisito obligatorio para ingresar a la enseñanza básica, que es lo que hace la reforma de Piñera, que lo convierte en requisito necesario.

El otro proyecto que dio que hablar se venía anunciando hace rato y no cayó nada bien entre las huestes opositoras. Con toda parsimonia, en una actuación que se ha vuelto repetitiva en actos del oficialismo –ya sea del propio gobierno o los partidos que lo sustentan-, el Presidente homenajeó una vez más a Carabineros y su actuación, en el marco del esfuerzo de su administración por hacer que prevalezca la seguridad ciudadana y con cifras que, claramente, no dan cuenta de la realidad que se percibe en materia de delincuencia. Pese a ello, la confirmación de que enviará a trámite la iniciativa que convierte en delito insultar de palabra a un carabinero provocó, tal vez, una de las más intensas ovaciones de la jornada.

Con el vuelito de su buena performance de cifras que demostrarían lo bien que está el país y los anuncios en educación y salud, Piñera asumió un tono más duro que le dio fuerza a lo que venía: “Que quede muy claro: este gobierno no va a tolerar agresiones ni insultos a nuestros carabineros. Por eso, en los próximos días enviaremos a este Congreso un proyecto de ley que establece como un nuevo delito el insulto grave a un carabinero o policía en ejercicio de sus funciones, y también eleva las penas del delito de maltrato de obra que cause lesiones graves a los miembros de nuestras policías…” y tremenda ovación. Acto seguido, instó a los parlamentarios que aceleren la aprobación del proyecto que aumenta las penas a quienes ataquen o agredan a carabineros, o cometan algún delito estando encapuchados, más conocido como “ley Hinzpeter”, por ser el ex ministro de Interior, actualmente de Defensa, quien la envió a trámite. El argumento de Piñera para endurecerlas y crear nuevos delitos en contra de Carabineros es que “un carabinero mejor protegido y más respetado, es mucho más eficaz en la protección de nuestra propia seguridad y en el resguardo del orden público”.

Esto también generó rápidas reacciones. Por lo pronto, en relación al nuevo delito en que se convertiría insultar a Carabineros, varios parlamentarios opositores lo encontraron “exagerado” ; mientras que el presidente del Partido Comunista, diputado Guillermo Teillier, advirtió que lo que promueve el Ejecutivo es “una medida muy peligrosa. Se puede entrar en una lógica muy complicada que el país ya ha vivido. (…) puede prestarse para mucho mal entendido en la aplicación de justicia”. Tal como están los ánimos, no parece que esta iniciativa vaya a tener piso en el Congreso como para ser aprobada. De hecho, aún no se ha podido avanzar en el proyecto que penaliza a los encapuchados, justamente porque tampoco hay acuerdo al respecto.

Lo que no se vio

Pero en esta última cuenta hizo más ruido lo que Piñera no mencionó, además de su despedida oficial, por supuesto. Llamó la atención de varios de los asistentes, por ejemplo, que habiendo llegado al gobierno con el compromiso de apoyar fuertemente el proyecto de Acuerdo de Vida en Común, presentado por los entonces senadores Andrés Allamand (RN) y Andrés Chadwick (UDI), no haya anunciado de una vez por todas que le pondrá urgencia. Más llama la atención que el propio Allamand se haya mostrado conforme con pedregoso camino que ha debido transitar la iniciativa, sin que el gobierno haya hecho algo más concreto que anunciar que “lo impulsaremos”. Por su parte, el senador PPD Ricardo Lagos Weber señaló que el Presidente “debió haber sido mucho más preciso” tanto en lo que respecta a voto de los chilenos en el exterior –sobre lo cual también usó el término impulsar- y AVP, porque en este último “hay un veto de la UDI que no acepta que podamos regular, en Chile, que personas del mismo sexo puedan tener un estatuto jurídico que le reconozca derechos y deberes”.

Otro pendiente es justamente el voto de los chilenos en el exterior. Sobre el tema, el mandatario fue bastante escueto, al señalar que “seguimos impulsando el voto de los chilenos en el extranjero, en las elecciones presidenciales, que mantengan un vínculo con Chile, el que se acreditará mediante su inscripción previa en alguno de nuestros consultados o embajadas”. Pero nada de urgencia ni menos de eliminar el famoso vínculo, percibido desde la oposición como un verdadero freno a la iniciativa y a la participación. A este tema también se refirió Lagos Weber, atribuyéndole al gobierno y las bancadas de la Alianza toda la responsabilidad de que no se avance en él: “el voto de chilenos en el exterior no sale adelante porque toda la UDI y RN tienen el prejuicio que en el extranjero van a votar contra la derecha”, una hipótesis ampliamente compartida en la Concertación.

Tampoco se hicieron anuncios en materia de protección al consumidor, a pesar que este gobierno se ha autoerigido en el único defensor de los consumidores. Ni hablar de anuncios en materia laboral. El tema simplemente no existió. Algo que llamó particularmente la atención del presidente del Partido Socialista, diputado Osvaldo Andrade. Dada su calidad de ex ministro del Trabajo durante la administración Bachelet, señaló que si Larroulet destacó que en este gobierno se han aprobado 60 leyes, en el anterior sólo en materia laboral se aprobaron 54. Lo que deja a Piñera al debe en este ámbito.

Pero después de tanto anuncio rimbombante -como el bono de 100 mil pesos a partir del tercer hijo nacido vivo-  y de tanto exitismo que coloca a Chile a la altura de los países de la OCDE, con un per cápita de 20 mil dólares, quien mejor resume la última cuenta pública de Sebastián Piñera Echeñique ante el Congreso Pleno es la senadora DC Soledad Alvear, quien no duda en sostener que el de este martes “fue un discurso de muchas cifras, pero yo advierto un país distinto a los que se refleja en el Mensaje”. Mientras que por otra parte, el timonel falangista, senador Ignacio Walker, lo definió como “un spot publicitario del gobierno”, aludiendo al video institucional que se exhibió al inicio de la cuenta y que retrataba los logros de la administración. Paralelamente al discurso del jefe de Estado en el Congreso, Carabineros se encargaba de resguardar  que el otro Chile no llegara a la sede del Legislativo.

Publicidad

Tendencias