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JVR camina por la cornisa en temas de género: “No cualquier piropo es acoso” Nueva presidenta de la UDI dice que “nunca le han pegado un agarrón”

JVR camina por la cornisa en temas de género: “No cualquier piropo es acoso”

Alejandra Carmona López
Por : Alejandra Carmona López Co-autora del libro “El negocio del agua. Cómo Chile se convirtió en tierra seca”. Docente de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile
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Baila bachata, escucha a Silvio Rodríguez, Los Bunkers y va a misa diaria porque pertenece al Opus Dei. No le interesa caer bien ni parecer de centro. Como ya lo dijo en una entrevista, ni ella ni la UDI creen en la igualdad. Está a favor de varios conceptos de la lucha feminista, pero también piensa que en algunas cosas se exagera. Nunca le han dado un agarrón en la calle, pero sí la acosaron por teléfono con piropos cochinos.


“Dígame usted si ha hecho algo travieso alguna vez…”, canta Romeo Santos y ella baila, aunque una de sus rodillas nunca volvió a responder de la misma forma desde que se lesionó esquiando, hace varias décadas. No hay nada que le guste escuchar más que la bachata. O sea, sí. También Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Santiago del Nuevo Extremo, Los Bunkers, a los que pone a todo volumen en su auto mientras conduce, aunque vaya a uno de los retiros del Opus Dei a los que se escapa algunos fines de semana, cada dos o tres meses, en Concepción.

Podrían parecer contradicciones en un cuerpo UDI, pero no. Jacqueline Van Rysselberghe es una mujer intensa en un cuerpo UDI. Odiada y querida. Amable y dura. De cuna bien armada, pero no lais (se alisa el pelo en la peluquería cada tres meses). Estudiosa psiquiatra titulada en la U. de Concepción, pero no intelectual profunda: lee con fruición al escritor de bestsellers Ken Follett.

Poco y nada le importa lo que digan de ella. Tampoco parecer políticamente correcta. Es de derecha y no coquetea con el centro. “Nosotros no creemos en la igualdad, sin embargo, es políticamente incorrecto decir que uno no está de acuerdo con la igualdad, porque te sacan a la OCDE. ¡Pero no estamos de acuerdo con la igualdad!”, señaló en su primera entrevista en El Mercurio después de ser electa presidenta de su partido, cargo que asumió el 7 de enero pasado. En dicha conversación, también expresó que “el silencio y los falsos consensos que nos han ido corriendo hacia la izquierda provienen de la comodidad e incluso de la cobardía, de no enfrentar ese montaje de las redes sociales”. Incluso algunos lectores de ese medio –que muchas veces se afiebran con lo que los enoja– le postearon bajo su entrevista comentarios como este: “Señora Van Rysselberghe, por favor considere que declaraciones como esta solo agregan votos a la NM, es por este tipo de declaraciones poco afortunadas que los partidos pierden adherentes”.

¿Y alguien cree que a ella le importa?

Dicen que no duerme

No es como algunos miembros de su partido. Ella cae bien a la primera. Es amable y sabe cómo tratar a los que no conoce, aunque un ex trabajador suyo dice que eso es solo públicamente. “Es de mucha sonrisa con los votantes, pero puede ser muy parca con los demás”, comenta.

Su intensidad diaria parece marcada por un reloj: se levanta a las 5:30 a. m., hace ejercicio hasta las siete de la mañana y empieza su día. Casi no duerme. Antes trotaba, incluso en su juventud fue campeona de atletismo, pero todo eso se desplomó producto de su lesión en la rodilla. Ahora ocupa máquinas para mantenerse en forma. En esa agenda –comentan algunos de sus cercanos– ir a misa diariamente también es crucial. Lo mismo que juntarse con parlamentarios UDI a comer los días martes en Viña del Mar, post-Congreso, en un restaurante frente al Casino, espacio del que todos participaban religiosamente (con excepción de Iván Moreira, que siempre volvía a Santiago).

[cita tipo= «destaque»]“A mí me gusta que me abran la puerta del auto, no me gustan los extremos, eso no es un insulto. Pero hay veces en que son molestos, insolentes y pueden perturbar. Pero otras, son divertidos. Hay un margen que es gris, en el cual no hay que exagerar. No cualquier piropo es acoso; puede ser picardía”.[/cita]

Jacqueline Van Rysselberghe ha crecido y vivido entre familiones. El primero la crió en una casona enorme en Chiguayante, un terreno que sus abuelos compraron cuando llegaron desde Bélgica e instalaron minidepartamentos para toda la familia. Ahí creció con decenas de primos. También con su abuelo paterno, Enrique, que algunos señalan como su “mentor”; el primero que la acercó a la política: fue alcalde de Concepción, candidato a diputado por el Partido Nacional y el primer jefe comunal de Pinochet en la zona.

El segundo familión es el propio: tiene seis hijos. Aunque dos de ellos viven y estudian en Santiago, ella siempre regresa a Concepción. Cada miércoles en la noche toma el auto y retorna a la Octava Región, donde tiene su vida y una tienda de ropa que cerrará este mes.

Compañera Cathy Barriga

Jacqueline es cercana a algunos liderazgos tradicionales de su partido, como su amigo Juan Antonio Coloma. Pero también mira con buenos ojos a algunas caras nuevas, como Cathy Barriga.

“Ella debiera ser admirada, sin embargo, muchas mujeres la critican. Ha salido adelante, ha demostrado su capacidad y ha logrado triunfos de verdad… lo ha hecho estupendo. Me molesta porque la molestan porque es una mujer que se preocupa de su imagen, de andar bien vestida y arreglada”, dice al teléfono la nueva presidenta gremialista.

-¿Estás de acuerdo con la lucha feminista?
-Estoy de acuerdo en muchas cosas. Es impresentable la igualdad de pega y no de sueldo. O que existan áreas en las que aún hay discriminación al momento de contratar a las mujeres porque prefieren hombres. Hay un cierto machismo en la sociedad chilena que es menos ahogante que en la época de mis papás, pero existe. Hoy la resistencia al ejercicio del poder de las mujeres es mayor que la resistencia al poder de los hombres, pero hay otras cosas en las que no estoy de acuerdo.

-¿Como en qué?
-Se discutió el año pasado… Las mujeres tenemos las mismas capacidades que los hombres; no me gusta que me den ventaja. Y no me gusta que nos pongan como grupos vulnerables si en términos de competencia y capacidades tenemos de sobra.

-¿Crees que lo del acoso callejero es una exageración?
-A mí me gusta que me abran la puerta del auto, no me gustan los extremos, eso no es un insulto. Pero hay veces en que son molestos, insolentes y pueden perturbar. Pero otras, son divertidos. Hay un margen que es gris, en el cual no hay que exagerar. No cualquier piropo es acoso; puede ser picardía.

-¿Alguna vez te han pegado un agarrón?
-Nunca en la vida.

-¡Cómo! ¿Ni siquiera un piropo cochino?
-Una vez me dijeron una cosa terrible por teléfono, pero me da vergüenza hasta repetirlo. Nunca supe quién fue.

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