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Jackson no le da piso a Guillier y adelanta el fracaso de la Nueva Mayoría: “No creo que una apuesta como esa vaya a resultar muy distinta a la actual” Recalcó que el Frente Amplio no es de izquierda y que supera lógica duopólica

Jackson no le da piso a Guillier y adelanta el fracaso de la Nueva Mayoría: “No creo que una apuesta como esa vaya a resultar muy distinta a la actual”

Macarena Segovia
Por : Macarena Segovia Periodista El Mostrador
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El diputado de Revolución Democrática está centrado en terminar su primer periodo en el Congreso, etapa en la que –asegura– “aprendió a conocer la política”. Si bien su foco estos días está en la catástrofe de los incendios que afectan a la zona centro sur del país y la molestia por el “oportunismo político” en medio de la tragedia, también se dio espacio para analizar el escenario político en año de elecciones parlamentarias y presidenciales, hito clave para el futuro de las fuerzas políticas emergentes, como el Frente Amplio, al que adscribe.


Tras haber sido uno de los liderazgos más reconocidos del Movimiento Estudiantil del 2011 y a casi tres años de haber asumido como diputado por Santiago, Giorgio Jackson (Revolución Democrática) explicó el paso de su partido desde el papel de “agente crítico, pero colaborador”, durante la primera etapa del Gobierno de Michelle Bachelet, al de impulsor en la conformación de un nuevo bloque político alternativo al sistema duopólico: el Frente Amplio.

Jackson llegó a un reconocido café del Barrio Bellas Artes en su tradicional bicicleta, con un gorro para capear el calor y preocupado por la situación de crisis que atraviesan varias regiones del país, debido a los incendios que azotan a la zona centro sur.

Dijo sentir una “decepción generalizada por cómo, a nivel político y de base social, se ha tendido a la desinformación, a una rápida polarización en uno de los temas en que yo, honestamente, creo que deberíamos actuar sin ningún tipo de división”. Asimismo, aseguró que le “impresiona que haya el oportunismo político de criticar, inventar derechamente, o hacer publicidades en Facebook haciendo la crítica, como la del diputado Rojo Edwards, que me parece de lo más bajo que he visto en la política”. Recordó que “los chilenos tenemos como tradición el unirnos en situaciones de extrema adversidad. El ser solidarios con el otro y remar para el mismo lado, sobre todo en situaciones de catástrofe. Eso, esta vez, se vio amenazado por el interés político de algunos”, afirmó.

El diputado Jackson (29) ha estado bajo la lupa desde el primer día en que arribó al Congreso y no eran pocos a los que les parecía incómoda esta dualidad de RD, consistente en “colaborar” con la Nueva Mayoría con puestos claves en el Ministerio de Educación y, a la vez, mantener una visión crítica del oficialismo. Un camino que terminó haciéndose insostenible, ya que en mayo de 2016 RD rompió relaciones con la coalición oficialista e hizo que sus militantes salieran de los puestos claves y de confianza del Ejecutivo. Una separación que se dio en medio de las conversaciones que mantenía su colectividad con un grupo de fuerzas emergentes que hoy dan origen al denominado Frente Amplio

-¿Cuáles serán los principales focos de su agenda legislativa, para su último año de este período?
-Hay un par de proyectos que deberían ser concordantes con la agenda del Gobierno, pero que en la práctica han tenido muchas diferencias: el de desmunicipalización y el de Educación Superior. Son proyectos que, como miembro de la comisión (de Educación), me interesa que salgan, pero que salgan bien (…). En Educación Superior, yo creo que las distancias son más grandes, porque se trata de algo más estructural, de una promesa de Gobierno incumplida, que levantó expectativas en muchos –me incluyo–, pero en que la diferencia entre el mensaje y lo que trae el articulado es abismal.

Por otro lado, está la posibilidad de una nueva Constitución y, de nosotros, abrir una puerta a una Asamblea Constituyente, proceso que el Gobierno había comprometido para marzo, pero que no sabemos si va a contar con piso político. Creo que el próximo Parlamento debe tener menos cerrojos que el actual para tener una AC.

Por nuestro lado, lo que hemos conversado con Gabriel (Boric) es que hay temas importantes en el área del trabajo. Creo que las relaciones laborales en Chile no pueden seguir así (…). Queremos impulsar una agenda que no dependa del Gobierno y ver si el mundo político es capaz de tomar en serio la vida familiar, reduciendo la jornada laboral.

-Nombró tres temas que fueron pilares del programa original de la Nueva Mayoría, ¿qué fue lo que le faltó al oficialismo para poder concretar su programa?
-Creo que le faltó sinceridad y convicción. Lo que pasa es que la coalición de Gobierno, ocupó instrumentalmente las banderas del movimiento social para poder llegar al poder. Muchos tuvimos alguna luz de esperanza, que podría significar un cambio para comenzar a hacer reformas, pero, a poco andar, desde el minuto en que ocurre el caso Caval y el apoyo presidencial empieza a caer, se vio que las reformas no eran una convicción al interior de la coalición, que había fuertes tensiones. Entonces, si me preguntas ‘qué les faltó’, fue ser honestos con Chile y no prometer cosas en las que no creían, aunque no digo que no haya gente en su interior que crea en estas reformas.

-¿Ha tenido direccionalidad política La Moneda?
-Pocaza. Cuando los ministros van al Congreso, no es como el primer año, cuando llegaban con un proyecto, venían con el mandato, entonces era muy difícil que sus parlamentarios se les desordenaran, venían empoderados. Los ministros hoy en día no tienen ningún peso, están muy disminuidos.

-¿Esto podría marcar un camino de desahucio de la Nueva Mayoría?
-El proyecto político de la Nueva Mayoría fracasó en un sentido amplio, porque intentaron articular un bloque que no está de acuerdo entre sí. Eso se nota en las tensiones internas, las peleas cotidianas y, sobre todo, en la imposibilidad de llevar agenda propia.

Debido a la incapacidad de rearticulación de esas fuerzas, y de no poder hacer quiebres incluso al interior de los partidos, es que ellos ahora deciden volver a intentarlo como Nueva Mayoría, subiéndose al carro de la popularidad de Alejandro Guillier. Y yo no creo que una apuesta como esa vaya a resultar muy distinta a la actual, no hay condiciones estructurales al interior de esos partidos que te permitan inferir que el resultado de ese Gobierno vaya a ser muy distinto a este.

-¿La imagen de renovación de Guillier no puede hacer un cambio?
-Si comparas el personaje de Guillier con el de Bachelet en sus comienzos, Michelle Bachelet era alguien que aglutinaba mucho más. Era incuestionablemente el liderazgo, que tenía que venir a representar el proyecto de la Nueva Mayoría. Con Guillier ya hay divisiones, tensiones y peleas. Fíjate, hace cuatro años, a Michelle Bachelet nadie la tocaba, era la persona que tenía 80% de aprobación; Alejandro Guillier no es Michelle Bachelet para la Nueva Mayoría. El resultado no va a ser distinto, hay divisiones marcadas por ambigüedades, y yo creo que el país está cansado. Incluso en los ámbitos despolitizados, aquellos que no se identifican con la derecha ni con la izquierda, están aburridos de que prometan cosas y no las cumplan.

-RD colaboró con este Gobierno los primeros dos años, ¿en qué momento deciden abandonar esta opción política?
-Desde el primer día vivimos en tensión al interior de RD por este concepto de ‘colaboración crítica’. También al interior de la Nueva Mayoría, porque decían ‘oye, ellos qué hacen acá’. Creo que, más allá de algunos aciertos y de haber inclinado la balanza en ciertos proyectos, llegamos a la convicción de que los costos futuros de la construcción política de un proyecto transformador se veía totalmente amenazada, si no era por fuera de la Nueva Mayoría. Al constatar que al interior de la Nueva Mayoría estaban los principales diques de contención, no en la derecha, es que te das cuenta de que ese no es el espacio.

[cita tipo=»destaque»]“El proyecto político de la Nueva Mayoría fracasó en un sentido amplio, porque intentaron articular un bloque que no está de acuerdo entre sí. Eso se nota en las tensiones internas, las peleas cotidianas y, sobre todo, en la imposibilidad de llevar agenda propia. Debido a la incapacidad de rearticulación de esas fuerzas, y de no poder hacer quiebres incluso al interior de los partidos, es que ellos ahora deciden volver a intentarlo como Nueva Mayoría, subiéndose al carro de la popularidad de Alejandro Guillier. Y yo no creo que una apuesta como esa vaya a resultar muy distinta a la actual, no hay condiciones estructurales al interior de esos partidos que te permitan inferir que el resultado de ese Gobierno vaya a ser muy distinto a este”.[/cita]

-¿Fue un error?
-Es que con la información que uno tenía tomó decisiones, y uno tiene que hacerse responsable por esas definiciones y no andar después tratando de haberlo hecho distinto, porque probablemente con esa misma información habríamos tomado la misma decisión. Yo creo que el haber conocido cómo funciona el mundo político nos hace poder tener más claridades de lo que no queremos ser. Es por eso que –con mucha convicción y transversalidad al interior de todas las tendencias de RD– se tomó la determinación de construir, con fuerzas que desde otro lado venían compartiendo este diagnóstico, una fuerza alternativa. El último año lo hemos estado trabajando en esa línea y se ve bien prometedor.

Más allá de la derecha y la izquierda

El sábado 21 de enero, mientras el Comité Central del PS definía que iría a primarias para determinar a su candidato presidencial, en la Universidad de Santiago se realizó el primer encuentro del Frente Amplio, grupo liderado por Jackson y su par, Gabriel Boric. A pesar de ello, aún genera dudas la viabilidad de un proyecto nuevo, la capacidad que tengan de lograr resultados electorales contundentes y de dar vida a un bloque político que materialice los cambios que han comprometido.

-Se les ha comparado con los orígenes de la Concertación, ¿cuál es la diferencia con esta nueva articulación de fuerzas?
-No es fácil responder una pregunta así, porque las palabras que podría usar han sido tantas veces utilizadas, que parecería un cliché. Pero al final (con respecto a) la frustración, el sentido de injusticia, la rabia, una vez que cuajan, hay dos caminos: la desesperanza o te movilizas. Lo que nos ha pasado producto de esta frustración permanente de estos tres años, es decir: ‘Podemos hacerlo distinto’ y lo hemos hecho. La diputación de Gabriel, la mía, y sumaría hasta la de Vlado Mirosevic, son un cambio genuino de querer ser representantes y no una autoridad.

-En el Frente Amplio conviven distintas vertientes políticas, que ya se han visto tensionadas principalmente por la coyuntura electoral, ¿cómo enfrentan eso?
-Hemos tenido que aprender a tratar con otro tipo de organización, que no se identifica con el clivaje derecha-izquierda sino que más allá de eso, como los ecologistas, humanistas y liberales. Con Vlado (liberal) hemos estrechado una muy buena relación; con gente que viene de la izquierda más clásica, como Nueva Democracia, o desde una corriente más libertaria, como Izquierda Libertaria. Lo que estábamos haciendo hace un año es un experimento: juntarnos y decir ‘nos conocemos, no nos vamos a leer la suerte entre gitanos, ¿hay piso o no para hacer una agenda de transformación?’. Nos miramos y nos dijimos ‘sí’, un sí tranquilos, sin la presión de una papeleta para tener un voto.

La relación entre nosotros viene desde el 2009-2010. Toda la agenda del 2011 se inició en el encuentro de Educación Superior en la Escuela de Artes y Oficios del 2009, entonces, nos conocemos, sabemos que tenemos diferencias en algunos temas, estilos, enfoques, estética, pero que son todas cosas que podemos trabajar si nos ponemos como objetivo superar a estas dos coaliciones que, en distinta forma, le hacen mal al país.

-¿Qué es lo que pasa con la disputa presidencial? Muchos dicen que no podrán superar el 3% tradicional que obtiene la izquierda.
-Nosotros (RD) acordamos orgánicamente que queríamos disputar este espacio. Otro punto que hemos ido acordando, y que tuvo bastante consenso el 21 de enero, es que este Frente Amplio no es de izquierda. Si se llama ‘amplio’, es porque efectivamente queremos buscar amplitud y eso se da en función de los objetivos políticos, que para la mayoría de Chile no tiene que ver con el eje tradicional izquierda-derecha. Yo tomo muy en serio las palabras que ha expresado Vlado Mirosevic, de que este no podría ser un frente estrecho.

-¿Cuáles son las características que debería tener el candidato presidencial del Frente Amplio?
-Debe representar más que a RD. Si algún militante de RD quiere representar ese proyecto amplio, ideal, para poder saber quién es la persona más idónea, necesitamos primero sistematizar y poder entender de mejor manera cuáles son los énfasis de contenido y prácticas políticas.

La persona que levantemos va a tener que ser fiel reflejo de esa síntesis, tiene que ser nítido al mostrarle al país una concordancia entre el proyecto país y la candidatura presidencial. Debe ser alguien que se autoexplique, que tenga una trayectoria, que su presencia vaya articulada en una línea. Por eso nos resistimos a jugar el juego del rating, de las encuestas, porque quizás no vamos a partir en el primer lugar, pero hoy en día nos preocupa ser consistentes, porque en las carreras electorales no importa tanto quién parte primero, sino quien, en ese transitar, es capaz de construir un tronco firme.

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