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Del exitismo a la realidad: el turbulento tramo final de la campaña de Guillier El ánimo que reina es el de un comando ansioso y una Bachelet confiada

Del exitismo a la realidad: el turbulento tramo final de la campaña de Guillier

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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Los consecutivos errores cometidos por el candidato de derecha, Sebastián Piñera, y su evidente pérdida de control al verse en un escenario de segunda vuelta que nunca imaginó, alimentaron durante varias semanas un exitismo que terminó por pasarle la cuenta a Guillier, debido a errores estratégicos de parte de su equipo económico. Donde impera una confianza férrea es en La Moneda. Bachelet ha comentado, en varias ocasiones durante los últimos días, que Guillier va a ganar, que es lo que ha recogido como “sensación de la calle” en todas sus actividades en terreno, y que la gente va a ir a votar y que lo hará en contra de Piñera, porque se entendió que está en juego la continuidad y profundización de las reformas.


Los últimos días no han sido fáciles ni sencillos en el seno de la candidatura de Alejandro Guillier, roces y cierto desorden interno, tensiones, errores del propio candidato y de su equipo de colaboradores han mermado –ad portas del cierre de la campaña de segunda vuelta– la mística y confianza que se proyectó desde la misma noche del 19 de noviembre. Así, el exitismo que inundó hasta la semana pasada al núcleo duro del abanderado, se transformó en realismo político en su comando, ante la imposibilidad de proyectar fehacientemente un eventual resultado en las urnas para la noche del próximo domingo y nerviosismo respecto a que el sentido antipiñerista que ha tenido esta última fase de la carrera por el sillón de La Moneda no sea suficiente para ganar el balotaje.

Los consecutivos errores cometidos por el candidato de derecha, Sebastián Piñera, y su evidente pérdida de control al verse en un escenario de segunda vuelta que nunca imaginó, alimentaron las semanas anteriores el exitismo principalmente en el círculo de confianza de Guillier, integrado por su hijo, el periodista Andrés Almeida, Enrique Soler y Juan Enrique Forch, al punto que en el propio comando reconocieron que más de uno se tentó con la repartición anticipada de ministerios y embajadas.

El clímax de dicho exitismo fue precisamente entre el lunes 4 y el martes 5 de diciembre, cuando Piñera puso un manto de dudas sobre el sistema electoral, al hablar de votos marcados en la primera vuelta, lo que gatilló una lluvia de críticas desde el Gobierno y la Nueva Mayoría, varias explicaciones distintas del candidato de derecha, pero sobre todo que la ex abanderada del Frente Amplio, Beatriz Sánchez, saliera a título personal a anunciar que votaría por Guillier.

Un exceso de confianza que no era compartido en todo el comando y que terminó por pasarle la cuenta a Guillier, ya que contribuyó a que se cometiesen errores estratégicos en este último tramo de la campaña.

El domingo, en El Mercurio, el miembro del equipo económico del guillierismo, Luis Escobar, sentenció que «el fin de las AFP no es una cosa tan simple. (…) Nosotros creemos que no es necesario», al tiempo que agregó que «un impuesto al 1% más rico no es tan fácil de implementar como ellos creen. (…) Esas cosas suenan muy bien. Son buenas para el bronce, pero no sirven para hacer políticas públicas (…), nosotros no somos el Frente Amplio», remató.

La idea original de esa entrevista, explicaron en el comando, era dar una señal de “tranquilidad y gobernabilidad” a la derecha empresarial, una arista que se desplegó en las últimas semanas con declaraciones que, en varias ocasiones, pusieron paños fríos ante las demandas del Frente Amplio (FA). Pero lejos de cumplir ese efecto, los dichos de Escobar complicaron todo el entendimiento tras bambalinas con el FA, fue criticado en el seno del comando, considerado un grave error, porque el economista pecó de una falta absoluta de manejo político, que habló exclusivamente desde lo técnico y que no se sopesó el impacto que tendría en esta etapa de la campaña.

“En esa entrevista hubo mucha falta de talento político, era innecesaria además, a estas alturas de la campaña dan lo mismo esas señales de calma a la derecha, no era el momento”, reconoció un dirigente político clave en el comando guillierista.

Escobar no solo fue cuestionado públicamente por el FA, sino transversalmente también por dirigentes políticos de la Nueva Mayoría que cumplen distintas funciones en el comando, quienes sentenciaron no compartir las declaraciones del economista.

Luego vino la pública diferencia de criterio en un tema clave en esta campaña: la gratuidad en la educación superior. Guillier la semana pasada dijo que se condonaría la deuda del CAE al 40 por ciento más vulnerable y con los días agregó que se trataba de una medida permanente, pero luego su jefe programático, Osvaldo Rosales, el mismo domingo en la noche, aclaró que la propuesta es una suspensión del pago por un tiempo determinado.

[cita tipo=»destaque»]Ese revés fue el dolor de cabeza de Guillier en la noche del lunes en el debate presidencial de Anatel, se le notó –asumieron en el comando– incómodo y molesto, al punto que tras varios minutos de rodeos en sus respuestas, sentenció que el candidato era él y que había que creerle a lo que él decía, que la condonación era permanente. No es casual que este miércoles saliera Escobar –en entrevista en Radio Cooperativav a tratar de arreglar el entuerto, afirmando que el papel de los técnicos es precisamente “compatibilizar” lo que dijo Guillier con la realidad de las arcas fiscales.[/cita]

Ese revés fue el dolor de cabeza de Guillier en la noche del lunes en el debate presidencial de Anatel, se le notó –asumieron en el comando– incómodo y molesto, al punto que tras varios minutos de rodeos en sus respuestas, sentenció que el candidato era él y que había que creerle a lo que él decía, que la condonación era permanente. No es casual que este miércoles saliera Escobar –en entrevista en Radio Cooperativav a tratar de arreglar el entuerto, afirmando que el papel de los técnicos es precisamente “compatibilizar” lo que dijo Guillier con la realidad de las arcas fiscales: «Nosotros, con Osvaldo Rosales, pensábamos inicialmente que era poco equitativo condonar para siempre a la gente que pillaras en el 40 por ciento de más bajos ingresos en el punto inicial, pero el candidato tomó otra decisión y la tarea de los técnicos es ver cómo se compatibiliza eso con los equilibrios fiscales y con la responsabilidad financiera».

Si el tema fue complicado para Guillier en el debate presidencial, lo cierto es que el balance que se hizo en el seno del comando sobre el desempeño del candidato fue negativo, la mayoría quedó “descontenta”, muchos se pusieron “nerviosos”. Nunca se le vio responder en forma precisa y clara, que desaprovechó una buena oportunidad en materia de contenidos, considerando los casi 50 puntos de rating que tuvo la transmisión.

En el seno del comando comentaron que parte de esa incomodidad del abanderado respondió también al “tironeo” político al que fue sometido, previo al debate, entre su círculo de hierro que consideraba que Guillier debía usar esa plataforma para “golpear políticamente a Piñera”, emplazarlo con dureza por su tendencia a jugar al límite de lo legal y la ética. Explicaron que querían que hiciera algo similar a la performance del líder de Podemos en España, Pablo Iglesias, cuando cuestionó la honestidad del presidente del Gobierno de España Mariano Rajoy, pero el ala más política del comando no comulgaba con esa tesis, la consideraba un error y que sería un búmeran para el abanderado mostrarse así de “agresivo”, criterio que al final primó.

Tanto en el círculo de hierro de Guillier como en el comando, todas las turbulencias de estos días han instalado –confesaron asesores y dirigentes– la sensación de que “salieron mal parados” y, por ende, el temor de que el antipiñerismo, que es el principal factor aglutinante de los apoyos al candidato en la segunda vuelta, no alcance para desbancar a la derecha.  “Claramente lo sucedido estos días bajó los niveles de exitismo y mermó la confianza”, afirmaron desde el comando.

El nerviosismo en el comando está alimentado además por la incertidumbre que embarga a los dirigentes políticos, los timoneles de partido, muchos de los parlamentarios de la Nueva Mayoría. Ninguno se siente capaz de proyectar lo que sucederá el domingo, se confiesan “a oscuras” para vaticinar el resultado que surgirá de las urnas y sin capacidad para interpretar al electorado, ya que todos los pronósticos que hubo en la primera vuelta y las parlamentarias fueron errados.

Los optimistas

La intranquilidad que se apoderó del comando esta semana fue contrarrestada durante las últimas horas, específicamente ayer en la tarde, con dos golpes de timón: el apoyo de los principales líderes del Frente Amplio, los diputados Gabriel Boric y Giorgio Jackson, que anunciaron que, a pesar de sus reparos y críticas, votarán por Guillier el domingo; y la llegada a Chile del ex Presidente uruguayo José Mujica, para coronar el acto de cierre de campaña esta tarde, una figura potente, respetada y admirada por la centroizquierda y la izquierda chilenas.

Donde impera una confianza férrea es en La Moneda, puntualmente en la Presidenta Michelle Bachelet. Si bien algunas autoridades de Palacio son más cautas y creen que el antipiñerismo no alcanzará para traducirse en los votos que necesita Guillier para pasar al abanderado de la derecha, en el Gobierno comentaron que la Mandataria está segura de que su sucesor en esta ocasión será el actual senador por Antofagasta.

Es más, en La Moneda confirmaron que Bachelet, en distintos círculos de Gobierno, ha comentado, en varias ocasiones durante los últimos días, que Guillier va a ganar, que lo que ha recogido como “sensación de la calle” en todas sus actividades en terreno es que la gente va a ir a votar y que lo hará en contra de Piñera, porque se entendió que está en juego la continuidad y profundización de las reformas. “Tengo fe en la percepción de la Presidenta, ella ha actuado estas semanas con convicción y pasión, quiere ganarle a Piñera”, reconoció un subsecretario.

Pero junto al “olfato” de la Jefa de Estado, el segundo piso de La Moneda ha realizado un focus group que arroja que Bachelet ha recuperado “el cariño” de la ciudadanía, que su papel en estas semanas ha sido clave y que hay una tendencia a que votaría el domingo más gente que en los balotajes anteriores. “Pese a los errores del candidato, la gente va a ir a votar, el 19 de noviembre hubo 400 mil nuevos votantes que sufragaron, la clave está ahí, en cuántos de ellos van el domingo”, precisó una autoridad de Palacio.

A ojos del Gobierno, Piñera y la derecha no se han liberado en ningún momento, en la campaña de segunda vuelta, de un nerviosismo y ansiedad que sacaron al candidato de su estrategia de estadista y líder de la unidad, que ha vuelto a ser la figura que se conoció años atrás, esa que –agregaron en La Moneda– era “capaz de decir cualquier cosa por ganar”.

La tendencia mundial es que en más del 80% de los casos de segunda vuelta, el balotaje lo gana el candidato que pasó a esta etapa en primer lugar, lo que significa que esas son las chances reales de Piñera, que el 19 de noviembre obtuvo un 36% y Guillier un 22%.

Ese casi 20%, que constituye las excepciones a la regla, tiene dos características –explicaron en el oficialismo–, que justo son las que se dan en el caso chileno: voto voluntario y que la campaña de segunda vuelta sea totalmente desconectada de la primera, que es lo que sucedió después del 19 de noviembre, donde el discurso se polarizó y se transformó en una elección donde lo que prima es el antipiñerismo y el antiizquierdismo.

Las últimas semanas se ha hablado mucho de la posibilidad de que el resultado sea estrecho, tanto que la diferencia entre uno y otro no alcance al punto porcentual, lo que en la práctica implica una diferencia de menos de un voto por mesa, lo que no deja fuera de los posibles escenarios, en las horas siguientes al recuento, una impugnación general del resultado de parte de una de las candidaturas.

Sin embargo, en el entorno de Guillier no todos creen que será así de ajustado y más de un experto electoral cree que la diferencia –ya sea Guillier o Piñera el triunfador– será de cuatro a cinco puntos. Recuerdan que la segunda vuelta más estrecha que se ha vivido en este país  fue la del año 1999, entre Ricardo Lagos y Joaquín Lavín, donde el ex Mandatario terminó como triunfador con más de 300 mil votos de ventaja.

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